Hizo bien la presidenta Dina Boluarte al anunciar en fiestas patrias el objetivo de su gobierno de promover el diálogo sobre la agenda social y las reformas políticas pendientes en el país, al igual que su secretario técnico Max Hernández en recoger el guante y convocar a una sesión para fin de mes, en Arequipa, pero, por ahora, no debe esperarse que se logren acuerdos, pues, en las actuales circunstancias de un país tan polarizado y enfrentado, lo mejor que se podría conseguir es que empiecen los diálogos.
Hernández hace notar que, pese a haber una esperanza fuerte de diálogo, esta se encuentra bloqueada por la fragmentación, la polarización y la desconfianza por la erosión que esta ha tenido por la radicalización profunda de los puntos de vista que llevan a una repulsa mutua que los hace verse como enemigos y adversarios.
Él mismo fue víctima de ese problema, cuando el picapleitos que fungía de premier de Pedro Castillo, Aníbal Torres, se refirió a él como “el señor Fernández”, en un afán por ningunearlo.
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Cosas de la vida, Hernández hoy tiene el desafío de reconstruir puentes entre los protagonistas de la política, y el ‘señor Te Corres’ enfrenta la posibilidad de ir a la cárcel, a donde debería ir, por aprendiz de golpista con la marioneta que tenía de presidente.
No es un reto sencillo pues, como precisa Hernández apelando a su habilidad psicoanalítica, lo que se ha perdido en el Perú es “el sistema de afectos, de vínculos simbólicos, los mitos que permitían esa argamasa que permitían sentirnos peruanos, a despecho de las —lamentables— diferencias de clase o desprecios étnicos o resentimientos”, en el marco de “una pluralidad que debería ser aceptada pero que, por el momento, es cuestionada”.
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Cómo poner al menos a dialogar a quienes solo quieren durar en el gobierno, con quienes ni aceptan sentarse con este, constituye el desafío central, complejo pero indispensable, que Max Hernández y los convocados a la nueva sesión del AN deben intentar, en medio de arrogancias, majaderías y prepotencias de todos lados que con frecuencia se exhiben para la tribuna, aceptando que, por ahora, antes que acuerdos se necesitan diálogos para la despolarización del país.