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Opinión

Desfile teatral

Se perdió el mensaje de peruanidad contenido en el desfile militar.

larepublica.pe
Editorial

Así como el mensaje de 28 de julio fue un exceso verborreico vacío, el de ayer también fue un desfile interminable, sin sentido. Quien planteó un escenario tan absurdo para la gran celebración de peruanidad que constituye el desfile militar no solo está equivocado, ha atentado contra la historia y ha querido arrollar la memoria de nuestra diversidad, suplantándola.

No bastó con colocar a la presidenta Boluarte en una suerte de carromato romano para pasearla por calles impensables en una demostración de que no es cierto ese 80% de ciudadanos en contra, mientras la represión impedía cualquier filtración de protestas que se llevaban a cabo en las inmediaciones.

La propia esencia del desfile se vació de contenido cuando fueron falsos los asháninkas que pasaban en cuadrillas, danzando. A los verdaderos les impidieron llegar a Lima a punta de gas y varazos. También la presencia de extranjeros, quienes cubrieron los vacíos de los danzantes originales. Incluir a los beneficiarios de los programas sociales en las fanfarrias de julio pone a la luz el uso político de la ayuda social del Estado para los más pobres, que fue desde la creación de los programas sociales una prohibición expresa para no volver a caer en el populismo de derecha que empleó la dictadura de Alberto Fujimori.

Fue una demostración de alegría impostada, teatral, inexistente, vaciada de sentido y manipulada para fines tan subalternos como pasajeros. Una real fanfarria sin sentido ni calidad.

La verdadera calle estuvo a pocos pasos del cerco policial, con sus carteles arranchados, con gente secuestrada en autos sin placas, con periodistas agredidos, fotógrafos impedidos de trabajar y profesionales del audiovisual ilegalmente llevados a las comisarías. Es evidente que además de la protesta se busca impedir el registro acerca de lo que realmente pasa en el país.

Las mujeres aimaras que exigen justicia para sus muertos, gaseadas en las plazas públicas limeñas, son el símbolo de estas Fiestas Patrias sin nada que celebrar. A ellas se dirigió el falso perdón del discurso, que luego se borró con más golpe y más amenaza.