Es injusto apelar al mote de “fujicerronismo” para descalificar, acaso el esfuerzo más notable de entendimiento en la historia reciente de la compleja política peruana. En buena hora que los dos partidos políticos más representativos del actual Parlamento depongan sus férreas ideologías, históricamente contrapuestas, por la gobernabilidad, por el bien común, por nuestro Perú. Estamos ante un punto de quiebre. No es fácil sentarse en la misma mesa, la Mesa Directiva del Congreso, nada menos, con aquel a quien hasta hace poco le gritabas terrorista, comunista, fraudista, por un lado, y, asesino, corrupto y dictador, por el otro. Reflexionemos. No es fácil, tampoco, que alguien que jura por una nueva Constitución y una asamblea constituyente se siente en la misma mesa con alguien que jura por el respeto a la Constitución del 93. Digno de aplauso y de festejo este enorme gesto de madurez política que, a su vez, se consagra bajo la presidencia de un representante de un partido de centro, con aspiraciones republicanas, como es Alianza para el Progreso, que ofreció, para tamaña ocasión, una candidatura de polendas cuya importante misión de consenso, sin duda, opaca todas las denuncias que pesan en su contra. Resulta mezquino, pues, recordar que Alejandro Soto, el flamante presidente del Congreso, tenga 59 investigaciones en el Ministerio Público, de las cuales 55, por los presuntos delitos de estafa, apropiación ilícita, abuso de autoridad, enriquecimiento ilegal y corrupción, están abiertas, además de las dos sentencias por cobros indebidos de cuando era regidor en el distrito de Santiago, Cusco. Acá lo que ha primado es la institucionalidad, por favor, no es tan difícil de entender. Este gesto tendrá repercusiones inmediatas en la hostil ciudadanía frente a la aprobación de este poder del Estado que está bajo el asedio permanente de encuestas antipáticas que solo miden la fotografía del momento y que ahora van a tener que valorar el sacrificio principista de sus miembros. Por fin, como dice aquel lugar común, perro, pericote y gato juntos por el país. Estoy seguro de que, ahora sí, unirán sus voluntades para legislar sobre aquellos aspectos que favorezcan la reforma del Estado, la lucha contra la corrupción, la salud, la inseguridad ciudadana, la economía y, por supuesto, la educación. Sospechar, por ejemplo, sobre la posibilidad de que esta alianza esconda la oscura intención de favorecer a sus líderes en sus respectivos procesos judiciales, extorsionando a los jueces a través de una nueva Junta Nacional de Justicia, es, me temo, de traidores a la patria. ¡Viva el Perú!