¿Será este nuestro destino como sociedad? En vista de la presentación de propuestas de cambios en los sistemas de pensiones en el país, con implicancias económicas actuales y futuras sobre los trabajadores, hay varios aspectos relacionados a tener en cuenta como contexto, como los notorios cambios demográficos y la estructura del mercado laboral.
Hoy en el Perú de cada 10 trabajadores solo 2.4 aportan a algún sistema previsional, en los 90 eran 4 de cada 10, como resultado del aumento de la informalidad del mercado de trabajo, y otro factor relevante es el acelerado envejecimiento de la población. Los adultos mayores en 1970 representaron el 5.5% de la población; 6.1% en 1990; en el 2022, 13.3% y se prevé un 24.1% para el 2050. Esos son problemas que lejos de resolverse, tenderían a agravarse en el tiempo. Veamos qué podría suceder en el Perú en los próximos años.
No es a manera de consuelo, pero problemas relacionados al financiamiento de pensiones de los jubilados existen a escala global: fundamentalmente por el mayor envejecimiento de la población; así en Europa según NN.UU. actualmente, en promedio, hay 3.4 trabajadores en edad activa que aportan al sistema de pensiones de cada persona de 65 o más años (edad de jubilación promedio). Para el 2050, se espera que esta proporción se reduzca a 2. En dicho año, más de 35 países –implicando casi el 7% de la población mundial– estarían en similar condición.
Considerando que la mayoría son sistemas de reparto se generan presiones sobre la carga de los trabajadores que sostienen estos sistemas previsionales. Por otro lado, si bien el envejecimiento poblacional afecta a todo el mundo, lo hace diferenciadamente, dados los heterogéneos cambios en la esperanza de vida y natalidad, pues las personas viven más y tienen menos hijos.
Muchos países en el hemisferio norte en etapas avanzadas de la transición demográfica enfrentan una contracción de la fuerza laboral. Esto significa menos aportantes a los sistemas pensionarios, contraponiéndose a la necesidad de garantizar condiciones de vida adecuadas para los pensionistas. En esa línea, en el Perú la esperanza de vida mostró una tendencia alcista, así, entre 1950 y 1955, esta era de 44 años, en los 70, 56 años, en el periodo 2020-2025 es de 77.2 años, mientras que la proyección para el periodo 2045-2050 es de 79.8 años.
En cuanto a las tasas de natalidad desde los 60 se inicia una clara tendencia descendente, pasando de 41.4 a 18.7 al 2021 proyectándose 16.1 por mil al 2050.
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Adicionalmente, el proceso de envejecimiento global implica menos ahorro, dada la asociación de este con el ciclo de vida. Los trabajadores jóvenes tienden a endeudarse; en la madurez ahorran; y al jubilarse gastan lo ahorrado, por ello previsiblemente se reducirá el ahorro privado y público (resultado fiscal) por el mayor gasto en pensiones durante los próximos años. Una mayor esperanza de vida implica mayor necesidad de ahorro y posponer la jubilación varios años.
En el Perú estas adversas tendencias se intensifican, en tanto, la no reversión de la informalidad laboral genera mayor necesidad de recursos para cubrir la falta de cobertura previsional para extrabajadores informales a través de programas sociales como Pensión 65, gasto que se agrega a la carga presupuestal actual para financiar parte del sistema nacional de pensiones, carga que se incrementaría por la existencia de beneficiarios con mayor esperanza de vida, cuyas pensiones dependerían más de la caja fiscal, sin considerar a los afiliados al Sistema Privado de Pensiones que casi no tienen recursos en sus cuentas, producto de los 5 anteriores retiros autorizados además de no aporte del 50% de sus afiliados actuales.
Al final, sea por informales ya adultos mayores, futuros afiliados dependientes de programas sociales como Pensión 65 o jubilados aportantes a un subsidiado Sistema Nacional de Pensiones, en ambos casos sujetos a una cada vez más limitada caja fiscal, más afiliados al sistema privado de pensiones con magras pensiones (en el mejor de los casos) nos conduciría a un indeseable futuro de población de más viejos y más pobres. Ignorar un problema no lo resuelve.