La dramática situación por la que atraviesan las regiones de la costa del Perú nos obliga a volver sobre el tema del dengue. El veredicto es evidente: no está siendo atendido debidamente por el Gobierno central. La semana concluye con cifras oficiales alarmantes: casi 107.000 casos de contagiados y 131 fallecidos en todo el país.
Las regiones más afectadas por la pandemia son Piura, Tumbes, Lambayeque, Trujillo e Ica. Y avanza a ritmo acelerado en Lima y Callao. Los centros hospitalarios del norte han colapsado. No hay lugar para recibir más pacientes. En Piura no había ni suero. Aumentan los contagios, pero no hay cómo atender a sus víctimas.
La ministra de Salud, Rosa Gutiérrez Palomino, se lava las manos. De la pandemia culpa a los 40 años de atraso del sistema de infraestructura hospitalaria y a los alcaldes que, pese al dinero que se les entregó, no hicieron nada para prever la actual situación. Por lo visto, no entiende el problema del momento. ¿Acaso es indolente frente a esta epidemia? Hasta ahora no ha mostrado un plan de acción concreto y efectivo para combatirla. El problema escapa de sus manos. Debería dar un paso al costado.
Según el médico epidemiólogo Antonio Quispe, el Ministerio de Salud se ha dedicado a la fumigación en vez de evitar que los hospitales colapsen y que instruyan a la población en cómo evitar que se reproduzcan las larvas de los zancudos (generalmente en agua almacenada).
Entretanto, en la semana que concluye, el Gobierno y el Congreso se entregaron a una especie de show político, con Dina, Josué y ‘Los Niños’, de espaldas a los problemas reales del país, mientras el dengue se expandía mortalmente en los poblados de la periferia de la capital.