Cecilia Melgar. 26 años. Una joven recién graduada de la universidad, con toda la vida por delante. Ella fue atropellada hace una semana mientras se desplazaba en bicicleta. Hasta hoy, el conductor que la mató está libre.
Ella es la más reciente víctima de la violencia que sufrimos todos los días en las calles. Una verdadera guerra donde se impone la ley del más fuerte, que es quien maneja un vehículo que pesa toneladas, que puede matar, que es en la práctica un arma peligrosa.
El 2022, 60 peruanos murieron en siniestros mientras manejaban bicicletas o triciclos no motorizados. Este año, ya son 7. ¡Transitar por la calle no puede ser un deporte mortal!
Unos 220.000 limeños usamos bicicleta de manera regular. Los ciclistas aportamos muchísimo, aunque la cultura autocéntrica no lo vea: no contaminamos el aire que respiran nuestros hijos e hijas, y ocupamos poquísimo espacio, por lo que no contribuimos con el tráfico infernal que estresa y hace perder tiempo. Los ciclistas contribuimos a mejorar la calidad de vida de todos.
Por ello, demandamos que la ciudad nos proteja y nos garantice vías seguras.
Si bien se ha avanzado en la red de ciclovías, falta demasiado. Esas ciclovías están poco articuladas, casi no tienen mantenimiento y ninguna autoridad las hace respetar, así que muchos autos las usan impunemente para adelantar o estacionar, poniéndonos en riesgo.
Por si fuera poco, varias ciclovías son apenas rayas pintadas en la pista, sin ninguna separación real ante los autos, buses y camiones que circulan a centímetros de nosotros.
Que la muerte de Cecilia nos haga despertar: ¡necesitamos un verdadero movimiento ciudadano para pacificar nuestras calles y transformar la movilidad urbana! Los ciclistas somos parte de ese movimiento, y demandamos que conductores y autoridades respeten nuestro derecho a la vida y nuestra opción por una movilidad limpia y eficiente.