Downhill en el Morro
Ciclistas de todo Lima llegan a diario hasta el Morro Solar de Chorrillos para la práctica del downhill y otras modalidades de ciclismo de montaña. Un lugar con los más exigentes circuitos -y los mejores paisajes- para la práctica de este deporte.
El polvo se levanta mientras tres bicicletas viajan a gran velocidad por uno de los senderos que hay en el circuito de downhill del Morro Solar de Chorrillos. Al frente va Romyr Hernández, experimentado ciclista que ahora comparte sus conocimientos con jóvenes que aprenden los secretos de esta disciplina. Las subidas y bajadas del terreno, los descensos, los saltos, le ponen adrenalina a la mañana.
“Llegué al Perú hace cinco años y hace tres años y medio que vengo a este circuito del morro. Es muy chévere. La práctica ha crecido mucho a partir de la pandemia”, cuenta Romyr, ciclista venezolano, que en su país participó en competencias y ganó algunos campeonatos. Hoy es el responsable de MTB Adventure Academy y enseña las técnicas básicas para iniciarse en el ciclismo de montaña.
Esta mañana la neblina cubre buena parte de las zonas altas del morro de Chorrillos, pero eso no es obstáculo para que cientos de amantes del ciclismo lleguen hasta aquí para practicar su deporte favorito. La mayoría de ellos llega entre las 5.30 a.m. y las 8 de la mañana para después volver a casa e irse a trabajar.
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Una de esas personas es Marita Sánchez, que se interesó en este deporte durante la pandemia, buscando una actividad que se pudiera hacer al aire libre y descubrió el circuito junto a una amiga. Ella trabaja en el área de administración de una empresa y se da tiempo para venir tempranito, recorrer el lugar en dos ruedas y relajarse del estrés que produce la ciudad.
“Vine a probar, me fascinó y decidí tomar clases. Me pareció retador. Además, disfrutas la actividad y cada día superas un miedo distinto. Es el lugar donde más disfruto estar y te ayuda con el bienestar emocional, la disciplina”, dice.
Hoy también ha llegado hasta aquí Matías Sánchez, que antes hacía rutas en la ciudad con sus amigos, pero que en el 2020 vino al morro y quedó atraído por los retos que planteaba el ciclismo de montaña. Él es uno de los alumnos de Romyr y hoy compite en distintos eventos. En Cajamarca logró un tercer lugar en el Enduro Series, y ha estado en los primeros lugares en dos campeonatos en el morro.
“Cuando vine al morro y vi cómo bajaban los ciclistas, me gustó. Empecé con bicicleta de ruta y le fui cambiando las llantas, los frenos, la suspensión, hasta que cambie de bicicleta. He cambiado tres bicicletas”, cuenta Matías, que estudia en la universidad y viene antes de clases. Sobre el circuito, dice que tiene los paisajes más bonitos. “A veces llegamos tempranito a las antenas -la parte más alta- y se puede ver un colchón de nubes”, comenta.
Todos por el morro
El circuito de downhill del Morro Solar es impulsado y preservado por el grupo Todos por el Morro, un colectivo de deportistas y vecinos que cuidan de ese patrimonio buscando el uso social del lugar. Ellos se han organizado para el mantenimiento de las rutas deportivas, la limpieza de los circuitos y para tener guardaparques que velan por la seguridad en el lugar.
Gracias a ese trabajo, el morro cuenta hoy con 34 rutas para la práctica del ciclismo de montaña -y otros deportes como el trekking-, 600 voluntarios que ayudan en el mantenimiento y 15 personas para despejar las vías del circuito. También atienden las posibles emergencias que se puedan presentar. Los principales eventos de downhill y ciclismo en el lugar son organizados por ellos.
Los circuitos del Morro Solar pueden clasificarse de menor a mayor dificultad. Teniendo como referencia el llamado Cristo del Pacífico, se puede decir que los de la parte baja son los más fluidos y menos técnicos, mientras que los de la parte alta son mas trabados, necesitan de más destreza técnica, son más verticales, con un mayor grado de dificultad. Hay muchos videos en donde se ve la dificultad y el peligro de bajar a gran velocidad por los senderos establecidos teniendo el abismo casi al lado.
“Este circuito es idóneo para el entrenamiento de cualquier nivel. Y además es práctico por su cercanía a la ciudad. En otros casos tienes que irte a lugares que están a más de una hora de la ciudad. Acá está cerca para todos”, explica Romyr sobre el atractivo del morro y por qué van tantos deportistas.
Al año, en este circuito chorrillano pegado al océano se realizan numerosas competencias de downhill (cuando el circuito es descenso en zonas con pendiente), enduro (que tiene circuitos complicados, más técnicos, con subidas y bajadas) y cross country (que tiene obstáculos, pero con circuitos más planos), que son las distintas modalidades del ciclismo de montaña.
La comunidad de ciclistas de montaña está creciendo. Y a medida que uno va avanzando en su destreza también habrá mayor exigencia con la bicicleta. Si bien se puede empezar con una bici montañera normal, poco a poco los desafíos del terreno irán pidiendo más.
Por ejemplo, Matías Sánchez empezó con una montañera normal, pero hoy tiene una de fibra de carbono, con llantas especiales, frenos hidráulicos y suspensión de 160 y 150 mm en las llantas. Su modalidad es enduro y su máquina debe asimilar bien los golpes y saltos. Las llantas no usan cámara sino un liquido especial que sella la goma si esta se pinchara. La protección de cabeza, codos y rodillas es clave.
La ruta más difícil del morro es una de downhill que parte de la zona de las antenas y se denomina “downhill izquierda”. Es una bajada no muy inclinada, pero que exige mucha técnica de manejo, con segmentos rocosos, curvas cerradas y zonas pegadas al abismo. “Eso le da mayor grado de dificultad”, explica Romyr Hernández. A su lado, Marita Sánchez cuenta que espera poder competir pronto, pero más que ganar, quiere “vivir la experiencia”.
Algo que va unido a los retos que ofrece el circuito de downhill del morro es la excelente vista paisajística del lugar. Desde arriba se ve el mar y se escucha clarito el rumor repetitivo de las olas. “Es el lugar con mejores vistas de todos los que conozco”, cuenta Matías. Un atractivo más del morro es visitarlo en dos ruedas, hacer deporte y sentir el viento en la cara.