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Opinión

Muerte en el Vraem

Asesinan a siete policías que se desplazaban en una camioneta cerca de Pichari.

larepublica.pe
Asesinan a siete policías que se desplazaban en una camioneta cerca de Pichari.

Una emboscada narcoterrorista del grupo dirigido por los Quispe Palomino acabó salvajemente con la vida de siete policías cerca de la población llamada Natividad en las inmediaciones de Pichari, donde se ubica la base policial.

Esta nueva incursión del grupo terrorista que protege las acciones del narcotráfico ha mostrado que su permanencia en la zona del Vraem sigue provocando muerte y destrucción, y que la lucha por la pacificación en la zona aún no ha terminado.

Han sido años de presencia del Estado en la región en los que se han desarrollado estrategias dirigidas a eliminar los remanentes de los grupos subversivos que después del accionar de Sendero Luminoso se trasladaron a esta zona agreste con la intención de perpetuar la violencia.

Los Gobiernos que se han ido sucediendo han dado golpes y han eliminado a los cabecillas que formaban parte del clan de los Quispe Palomino. Pero hasta el momento, y luego de haber liquidado a la mayoría de los integrantes, aún permanece en libertad José, quien sería el autor del crimen múltiple que hoy enluta a siete familias.

La última operación mixta, entre policías y militares, denominada Patriota, logró alcanzar la guarida de José y su camarilla, ubicando importantes documentos, aunque el cabecilla logró escapar en medio de la noche. Ese operativo fue una respuesta organizada del Estado a los crímenes que se producen en la zona.

En el poblado de San Miguel del Ene se produjo, en pleno proceso electoral del 2021, un crimen múltiple en el que fueron asesinadas 16 personas. La incursión armada mostró a las claras la violencia en la que se desarrolla la vida de los pueblos que sobreviven en la vertiente de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro, que conectan con cinco regiones del país.

El asesinato de los agentes de la Policía recoloca la discusión sobre la urgencia de lograr la pacificación de una importante zona del país y la necesidad de un Estado que recupere presencia a nivel nacional y no concentre sus esfuerzos en una respuesta excesiva ante las manifestaciones que se realizan, mientras los policías que arriesgan su vida en zonas tan peligrosas como la del Vraem realizan su esforzado trabajo sin las condiciones de seguridad indispensables para garantizar la vida.