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Opinión

El tiempo que juega a favor del Gobierno, por Augusto Álvarez Rodrich

La presidenta Boluarte debe adelantar aún más la elección.

larepublica.pe
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La ‘toma de Lima’ no tuvo la fuerza que pretendían sus promotores para tumbarse la presidencia de Dina Boluarte, ni fue el gran fracaso que le diera un espaldarazo político a su presencia en palacio, pero sí parece claro que su presidencia salió un poco mejor, políticamente, de lo que estaba antes de la jornada de movilización del jueves.

En política nunca se sabe qué pasará en el futuro, especialmente en momentos tan inciertos como estos, pero la ‘toma de Lima’ terminó el jueves sin muertes y con una policía exhibiendo un desempeño prudente y eficiente en esa jornada abnegada —algo que pocos aprecian hoy— con varios heridos.

En el lado de la protesta, hubo desorden y no pocas expresiones de vandalismo, con un incendio en las inmediaciones de la plaza San Martín en Lima cuyo origen está por ser esclarecido, y nuevos intentos de capturar aeropuertos en Arequipa, Cusco y Puno, además de agresiones contra el periodismo que ocurren en todo el país y que ayer se replicaron en la capital.

Al final de la jornada, hubo un gobierno que, a través de su presidenta y varios ministros, pudo hacer un balance de una situación que, siendo compleja, pudo controlar con dificultad, aunque sin sucumbir en el intento.

El reto del gobierno ahora consiste en el control del orden básico en el país en medio de rebrotes de movilización y violencia que se seguirán presentando, mientras que en el lado de la protesta el desafío es cómo mantener una acción sostenida a nivel nacional —y especialmente en Lima— entre sectores diferentes con iniciativas distintas.

El manejo del tiempo, un factor que en política siempre es clave, será fundamental para el desenlace del proceso, siendo claro que a más días corran, será más difícil para quienes se inscriben en la protesta, mientras que al gobierno le servirá para irse afianzando, pero en modo sobreviviente.

Para salir airoso, el gobierno debiera tomar el control de la agenda nacional, concentrándose en el mandato fundamental de un gobierno de transición: promover una salida pronta y ordenada mediante una elección que, cuanto más temprano se realice, será mejor para todos, empezando por la propia presidenta Boluarte y, sin duda, para el país.