Las otras voces

En las mismas fechas en que se realiza la CADE Ejecutivos, que reúne a los más importantes empresarios del país, tiene lugar un foro distinto, donde también se habla del rol de las empresas, pero desde otra perspectiva. Se trata de la llamada “Semana Nacional sobre Empresas y Derechos Humanos”, donde sindicatos, organizaciones indígenas e instituciones civiles buscan hacer visibles esas otras voces, tan invisibles en los eventos de los gremios empresariales.

En la CADE se habla –nuevamente– de la inversión privada como la clave para mejorar la situación del país, con nula o escasa autocrítica sobre el actuar de las empresas de la salud durante la pandemia, de las constructoras en esa otra pandemia que es la corrupción, o de las extractivas en los múltiples casos de conflictos socioambientales. En el foro alternativo, se habla de la obligación del sector privado de actuar con “debida diligencia” para impedir que se repitan este tipo de situaciones.

Mientras en la CADE se habla –una vez más– de “barreras burocráticas” para referirse a las normas que buscan establecer adecuados estándares laborales, sociales y ambientales; en este foro paralelo se exige que el Estado cumpla y haga cumplir esos estándares.

Mientras en la CADE se añoran los años dorados del crecimiento económico con estabilidad política, en la semana sobre empresas y derechos humanos se denuncia el engaño de dos décadas de bonanza sin equidad.

¿Será posible un diálogo de verdad entre estas miradas tan contrapuestas del país? ¿Un diálogo donde se reconozcan, y no se estigmaticen, estas otras voces? La crisis del régimen (que no es mera crisis política) en que nos encontramos se origina, en buena medida, en la persistente invisibilización del descontento social que crecía año tras año tras el discurso del éxito empresarial. Un diálogo sincero es el primer paso para empezar a salir de la crisis.