Estoy aburrido de leer a los analistas y comentaristas que solo miran el escenario oficial. Sus análisis resultan tan pobres como lo que ven. Personajes, ideas, valores, propuestas, movidas, conflictos, acuerdos, todo es baldío, pobre y aburrido allí. Es un espacio político divorciado de los escenarios más amplios de la vida social. Las correlaciones de fuerza que se organizan allí no expresan las grandes correlaciones sociales que se procesan en el país. Todas las encuestas confirman este divorcio.
¿A quiénes representan los personajes que se mueven en la escena oficial? A muy pocos. Son “partidos” patrimonialistas, con dueño, que defienden los intereses de sus propietarios. Algunos de ellos son verdaderas mafias que copan el Congreso y el Poder Ejecutivo. Incluso tenemos “partidos” dinásticos en pleno siglo XXI. Se desplazan, además, en todo el espectro ideológico: de derecha, centro e izquierda. Para decirlo con Gramsci, todos ellos son una excrecencia morbosa de la colectividad nacional.
¿Cuál es la función del escenario oficial? En realidad, son varias funciones. Primera, muestra los “oropeles” en los que se mueve el poder oficial. Segunda, defiende obviamente a las mafias que existen en el Congreso y en el Ejecutivo. Tercera, canaliza y expresa el peso de los poderes fácticos que gobiernan o buscan gobernar el país sin haber sido elegidos. Cuarta, la más importante, bloquea la representación política de la sociedad y de los ciudadanos porque se ofrecen como las exclusivas ofertas políticas que, además, se quieren perpetuar. Quinta, “gobiernan” en la inestabilidad política permanente sin resolver las múltiples crisis que tiene el país y que vive la gente.
Sorprende que los analistas no digan nada de los poderes fácticos que ejercen un poder decisivo en la esfera política y en la vida social. Ellos forman parte de una real correlación de fuerzas sociales y políticas. Los principales poderes fácticos son la Confiep, los medios oligopólicos y las FFAA. La Confiep manda en la economía, los medios oligopólicos, en la sociedad y en la conciencia de la gente y las FFAA, en el Estado. Su poder es por defecto. Si todos ellos tienen poder, es porque carecemos de una sociedad civil vigorosa, de movimientos sociales y de un sistema de partidos sólido que ponga a cada uno en su lugar. Y ¿qué explican estas carencias?
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Es probable que la explicación no radique solo en el bloqueo de la escena oficial ni en la incapacidad de los políticos que buscan construir un nuevo sistema de partidos sino también en la revolución mundial de las comunicaciones y en los profundos cambios que ha tenido la estructura social en estos últimos 30 años. Hemos pasado de una sociedad de clases del siglo XX a una sociedad de informales en el siglo XXI.
¿Es representable política y socialmente una sociedad de informales? Sospecho que es difícil, pero no imposible. En todo caso, hay que comenzar apelando a su condición de ciudadanos soberanos que, en una democracia, son los titulares del poder.