Pedro Castillo declara que se somete a una investigación de las rondas campesinas. No precisa si quiere que ese espontáneo tribunal se sume a las instancias legales, o que las reemplace. Si hemos entendido bien, también quiere instalarle a las rondas una oficina en Palacio contigua a la suya, para que ellas lo fiscalicen.
Se trata de una fantasía campestre que no va a llegar a concretarse. Pero como precisa un tuit de Gisella Orjeda, hay allí una concepción de lo que es el Estado para Castillo. Esta concepción incluye, nos parece, un vehemente deseo de ser investigado y juzgado solo por sus amigos. Lo cual le impide entender la naturaleza de su actual predicamento.
No es la primera vez que aparece este choque entre la realidad política y la ficción personal. Los acercamientos a grupos populares, nunca muy grandes, despiertan en el presidente un ansia de que las cosas sean como fueron en los buenos tiempos de la campaña electoral. Como que en el fondo de su alma no ha logrado cruzar esa línea.
Sin embargo no todo es ronderos. Ahora quiere reunirse con los partidos del Congreso. Esto puede leerse como un intento de acercamiento, y una oportunidad para tratar de convencer a vacadores e indecisos. En términos de imagen no es una mala movida, pero en términos de eficacia es probable que no dé resultados.
Más que activismo y llamados al inasible pueblo en que se apoya, lo que necesita Castillo ahora es un buen equipo de abogados. Pues si bien la vacancia misma está en discusión, su citación al Congreso para esos fines ya está a la vuelta de la esquina. Mientras tanto los datos que lo incriminan, o parecen hacerlo, siguen apareciendo.
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Los exabruptos de Castillo ante auditorios que él considera radicales no lo ayudan. ¿Pero son realmente gritos desde el corazón, expresiones de un presidente que sufre al estar rodeado de institucionalidad por todas partes? Quién sabe, podría estar imaginando un gobierno peruano todo de ronderos, alternando la lupa y el chicote.
No lo concebimos desarrollando una defensa suficiente ante el Congreso. Puede acudir allí acompañado, pero sería un error hacerse reemplazar. Si va acompañado, que sea por uno o más abogados, ciertamente no por ronderos.