Uno de los debates más intensos que dividen a nuestra sociedad se resume en el título de esta columna. Nunca habrá acuerdo porque la palabra que uno elija refleja la postura política personal. Antes que buscar el consenso conviene precisar la historia para aclarar los conceptos.
El objetivo de Sendero Luminoso era el comunismo y su método fue el terrorismo. En ese entonces había otros partidos que tenían el mismo objetivo y sin embargo sus métodos eran pacíficos. Un ejemplo es el mismo PCP, tronco principal de la izquierda peruana. Pero, en los años 1970, cuando se formó SL, otros grupos compartían la idea de destruir el estado burgués y aceptaban la violencia revolucionaria como algo inevitable.
En los 70, la mayoría de la izquierda se dedicó al sindicalismo y la organización de la sociedad civil, militando en gremios y pueblos jóvenes. Para la mayoría de izquierdistas, el discurso de la violencia era un saludo a la bandera, que se realizaba en ocasiones solemnes de afirmación doctrinaria. Como cantar en un tedeum. Mientras que la vida diaria era dar charlas y promover huelgas.
Pero SL se había creído el rollo de la violencia y estaba decidido a ponerla en práctica. Se aislaron del movimiento social y estuvieron ausentes de las grandes huelgas contra Morales que abrieron la democracia. Por el contrario se dedicaron a prepararse y estudiaron las experiencias guerrilleras de la historia, incluyendo la independencia y la guerra con Chile.
Es cierto que fueron a China y que sus ideas principales estaban tomadas de la versión ultraizquierdista que predominó durante la revolución cultural. Pero algunos conceptos claves de SL surgieron de la crítica que realizaron al MIR y al ELN, que habían protagonizado las guerrillas de los 60. ¿Cuáles? Los guerrilleros habían usado uniformes y habían atacado a militares o policías. Mientras que SL decidió atacar mimetizado entre la población civil y contra otros civiles.
De ahí surgió su metodología llamada “batir”, que consistió en aplicar violencia para expulsar a las pequeñas autoridades comunales y/o estatales y reemplazarlas por comités partidarios. Esa decisión desató el terrorismo, que en esencia significa aterrorizar a la población con atentados dirigidos en contra de ella. La violencia armada contra el civil desarmado.
La verdadera pregunta es por qué SL prendió, por qué no fue derrotado en seis meses como había sido el caso del MIR y el ELN. Parte de la responsabilidad recae en FBT que en su segundo gobierno demoró en tomar decisiones trascendentales que sí había tomado en el primero. Pero hay razones estructurales que alimentaron al monstruo.
La combinación es fatal. Se trata del privilegio de pocos y la discriminación de la mayoría. El choleo y el terruqueo constituyen las manifestaciones cotidianas de una situación que subleva a muchos. A ello se suma la impotencia de la democracia para resolver problemas. Los políticos son corruptos e ineficientes. Más allá de sus ideologías comparten vicios que no parecen tener remedio. Por eso SL creció, la realidad social y política facilitó a quienes quisieron terminar con todo por fuera de la democracia y a punta de bombas.
Así, la violencia senderista podría repetirse porque siguen presentes los elementos que generaron su expansión. Aunque nunca se sabe a ciencia cierta, seguramente sus protagonistas serían otros, porque los seguidores de Guzmán hace 28 años renunciaron a la vía armada. Pero la violencia política se ha extendido desde la campaña de la segunda vuelta en adelante. Ahora no solo se busca el comunismo a través de la violencia. Ante nuestros ojos se ha levantado una opción anticomunista que actúa en el límite entre democracia y violencia. Sucede que el terrorismo es atractivo y tiene muchas caras.
Terrorismo en el Perú