El domingo pasado, 19 de julio, el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Ecuador decidió suspender a cuatro organizaciones políticas, incluido el partido Fuerza Compromiso Social (FCS) del expresidente Rafael Correa con el cual buscaba participar en las elecciones de febrero de 2021. Correa había logrado unir a ocho organizaciones con el nombre de Unión por la Esperanza (UNES).
La decisión del CNE, si bien puede ser apelada, lo más probable es que no sea revisada con lo cual perderían su inscripción el partido de Correa y, además, otros tres movimientos nacionales. (DW: 20/07/20).
Nada de esto es extraño si se toma en cuenta que Rafael Correa, prácticamente, había sido eliminado de la competencia electoral cuando fue sentenciado en abril de este año a ocho años de prisión acusado de corrupto. Esta última acción del CNE confirma la voluntad antidemocrática de Lenín Moreno y está vinculada al anuncio en junio pasado del propio Rafael Correa de su postulación como vicepresidente: “Si me dejan, seré candidato a la vicepresidencia. No es momento de hablar de candidaturas, pero lo mío está prácticamente definido y por eso tratan de evitarlo” (El País: 26/06/20).
Por otro lado, en Bolivia se busca inhabilitar al candidato del MAS, Luis Arce, que va en primer lugar en las encuestas y, en algunas de ellas, muestran, incluso, que podría ganar en primera vuelta. El diputado oficialista Tomás Monasterio anunció que lo demandará por haber revelado una encuesta interna del MAS en un programa de televisión. Ahora bien, “si el Tribunal Electoral hallara suficientes pruebas de que Arce cometió este delito, no solo tendría que inhabilitarlo a él, sino también al MAS en su conjunto”. La derecha boliviana está tan desesperada que Samuel Doria, candidato a vicepresidente de la golpista Jeanine Áñez, ha pedido que se aplacen las elecciones de setiembre por la pandemia. Lo mismo han pedido los candidatos de la derecha Jorge Quiroga, Luis Fernando Camacho y el Comité Cívico Pro Santa Cruz, enemigo del MAS, mientras que Arce y Carlos Mesa rechazan dicha propuesta (El País: 26/06/20).
Además, según un documento redactado por las FFAA y filtrado al diario O Estado Sao Paulo, los militares brasileños han iniciado un giro en su política de defensa para contrarrestar posibles “tensiones y crisis” y resolver conflictos locales en los países vecinos y en su entorno estratégico, algo que no se decía desde 1999. Para los militares brasileños, Nicolás Maduro representa “la principal fuente de tensión” con sus vecinos, y que la Amazonía, así como el Atlántico Sur son sus áreas de interés geoestratégico (RT: 19/07/20).
Todos estos hechos, así como el aumento de las sanciones contra Venezuela y Cuba y la presentación de un candidato norteamericano de extrema derecha a la presidencia del BID, muestran dos cosas: a) que la administración Trump y la derecha regional no van a permitir gobiernos progresistas en la región; y b) que EEUU y sus aliados, en medio de una guerra fría contra China, tienen como uno de sus principales objetivos la “recuperación” de América Latina como parte de un nuevo balance de poder mundial.