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Opinión

Yo me quedaba en casa

“Hay que dejar de ver esto solo como una emergencia de compromiso individual. Es también un proceso de cambio colectivo, de largo plazo”.

larepublica.pe
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¿Tiene sentido mantener el concepto de “yo me quedo en casa” ahora que oficialmente se está buscando un equilibrio entre el cuidado y la reactivación económica? Durante la fase uno, el mencionado lema funcionó de manera relativa. De acuerdo con el estudio de abril del IEP, el 77% comenzó a salir para abastecerse solo dos veces por semana o menos. A pesar de ello, según lo informado por el gobierno, cuando iban a comprar se estaban dirigiendo directamente a un foco de contagio.

Sobre la precariedad de los mercados, el ciudadano tiene muy poco control. Cuidarse al salir de casa siempre ha sido una prioridad. Estudios realizados en otros países indican que, si bien hay diversas variables que influyen en el cambio de hábitos, lo que mejor funciona del lado de la comunicación es la promoción de valores prosociales. La idea fuerza debe alentar a cuidar a los otros. Un concepto como el de “ayudemos a proteger a los demás, a los más vulnerables” tiene la ventaja de que reemplaza el singular por el plural, que es un elemento importante que se debe incorporar. Centrar la responsabilidad en los individuos es lo que ha repetido el presidente y la prensa con frecuencia. Esa sesgada forma de enfocar el problema ha tenido efecto.

La encuesta de mayo del IEP indica que el 75% adjudica el contagio a la irresponsabilidad ciudadana. Como si las personas que compraron a sus caseros hubiesen sabido que estos no tenían acceso a un caño para lavarse las manos con frecuencia. Compensar tanta carencia demanda esfuerzo individual y grupal. Nuestros valores colectivos deben rescatarse. Ahora, más que antes, la gente tiene que incorporar que puede ser un portador pasivo y que tiene que cuidarse de no contagiar, sin saberlo, a otros. Los diversos lugares de trabajo deben brindar las condiciones adecuadas a su personal, los comerciantes y diversos servicios independientes a sus clientes. La gente que sale tiene que preocuparse de que al volver a casa no contagie a su familia.

Según las encuestas, si bien el nivel de aprobación del presidente ha disminuido, este sigue siendo alto (encima del 70%). Sin embargo, en el informe del IEP de mayo, solo un 38% aprueba las acciones del gobierno en el combate a la pandemia (era 60% en abril). Para algunos serán cifras contradictorias, pero solo es la confirmación de que un buen vínculo puede estar presente mientras el día a día va minando la confianza existente. Un cambio de estrategia que pase del yo al nosotros es necesario. Implica también que el presidente y el mismo Estado compartan el protagonismo para incluir al sector privado y a diferentes grupos organizados del país.

Hay muchos cambios que se deben hacer que exceden la voluntad individual. El nuevo ministro de Cultura así lo ha entendido, Cajamarca debe parte de su éxito a la participación de los ronderos; en Anta, Cusco, el alcalde y los mototaxistas han dado un ejemplo de coordinación definiendo protocolos. Hay que dejar de ver esto solo como una emergencia de compromiso individual. Es también un proceso de cambio colectivo, de largo plazo, que necesita refrescar ideas y acciones.