Primero quiero decir algo sobre Iquitos, donde los contagios se dispararon de manera brutal. Sí, el gobierno ha tomado decisiones acertadas en muchos casos, pero en otros, como lo que está dejando pasar en Iquitos, su falta de iniciativa es imperdonable.
Para quienes ya están pensando: esa gente irresponsable, ignorante, merece lo que le pasa. Tengo dos ideas y un testimonio para expandir su estrechada mente y corazón:
Una, muchas personas que salen a buscar comida para el diario o pagar servicios básicos no tienen el privilegio que puedes tener tú de guardarte y soportar. Es difícil pero intenta imaginar que no tienes ahorros, ni tarjeta de crédito, ni familiares con dinero, ni trabajo. Y tienes familia. Esa es la situación de muchos peruanos, que además están tan habituados a enfrentarse a la muerte y a la imposibilidad a diario, y para quienes esta situación es navegar una amenaza de peligro más.
Dos, hay otro grupo de ciudadanos que actúan irresponsablemente, mayormente por ignorancia, no porque quieran ver morir a los suyos o suicidarse. Esa ignorancia es producto de generaciones sin cultivo de educación en ciencia o pensamiento crítico. Esa educación es un privilegio de pocos. Antes de tener el frío corazón de decir que se merecen morir, piensa en su no-privilegio que los expone a la muerte.
Tres, antes de hacer un juicio desde tu propio contexto (lo que nos sale natural), esfuérzate por conocer otros contextos. Es el caso de Iquitos, donde Lupe Muñoz, periodista seria de la zona, contó al colega Sifuentes que lo de Iquitos se explica por varias razones. Una es la idiosincracia de la gente en la selva, en general muy sociable, donde en cualquier calle se arma una net para jugar o se arma el bingo en una esquina. Pero añádele que Iquitos es una de las ciudades más pobladas de la selva, con solo una oficina principal por banco (y pequeñas agencias en distritos, con transacciones restringidas), una conexión a internet que es INSERVIBLE para informarse, llenar formularios o hacer transacciones. Si restringes horarios a un día en bancos o mercados, el resultado es aglomeración. Y le añades desabastecimiento y escasez porque a Iquitos no se puede llegar por tierra y se cerraron vuelos sin considerar abastecimiento de medicinas, oxígeno y otros (criminal), te explicas a la gente corriendo por obtener productos (un blister de paracetamol está 20 soles).
Conclusión: esforcémonos por mirar un hecho con información sobre su contexto y los factores múltiples que lo explican, y no solo opinar desde nuestro ombligo. Lo resalto porque es una de las cosas más difíciles de practicar: salirse de uno mismo y pensar el contexto del otro. Si nos esforzamos buscando información o testimonios confiables (es una chamba), nuestros juicios serán más certeros y justos, más educados y empáticos.
Si ves a un heladero en la calle, pregúntate: ¿por qué saldría a exponerse?, ¿solo para ganar plata?, ¿por qué tal necesidad si pudiese resguardar su salud y la de los suyos?, ¿qué estoy asumiendo sin saber?, ¿qué información me hace falta para completar mis suposiciones?, ¿con qué otras perspectivas puedo enriquecer mi juicio para no caer en el prejuicio por mi ceguera de privilegios que asumo otros tienen?
Es un ejercicio saludable y necesario para todos en sociedad. Porque siempre hay alguien con más privilegios que nosotros y que sin mala intención ejerce prejuicio, como también siempre hay alguien con menos privilegios que nosotros a quienes sin querer podemos estar tratando injustamente. Cuando se ve que caen en ese error, no por mala leche sino por ceguera, hagámoselos ver sin ofender. Es más efectivo.