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¿Quién es Thomas Quick, el criminal que se inculpó de 39 asesinatos brutales siendo inocente?

Fue conocido como el ‘Hannibal Lecter’ sueco. Pronunciar su nombre era sinónimo de horror y su rostro era el del peor asesino serial de todo Europa, pero, increíblemente, todo fue mentira, un gran escándalo: incluso su nombre era falso.

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Thomas Quick fue condenado por ocho de los 39 asesinatos que había confesado entre 1991 y 2003. Foto: composición LR/ Jazmin Ceras/ The Justice Gap/ Freepik

La historia de Thomas Quick es increíble: confesó haber cometido al menos 39 asesinatos de hombres, mujeres y niños, que incluía violaciones, mutilaciones, desmembración, canibalismo, entre otras atrocidades.

Por mucho tiempo su nombre fue sinónimo de horror, su rostro era reconocido como el del peor asesino de la historia de Europa. Fue juzgado por ocho crímenes y condenado a pasar decenas de años tras las rejas. No obstante, el hombre era inocente porque nunca había matado a nadie, sus confesiones solo eran mentiras o invenciones.

¿Quién fue Thomas Quick?

Thomas Quick nació en 1950 en el pueblo de Falun, rodeado de lagos y minas de cobre, en el centro de Suecia. Su nombre real era Sture Ragnar Bergwal y, según relató, durante su infancia fue violado por su padre y madre. Además, contó que cuando tenía 12 años estrangulaba a sus compañeros de colegio y les “tocaba sus partes íntimas”. Las autoridades intentaron corroborar esta información, pero ningún amigo de la infancia afirmó lo declarado.

Otra de las historias que contó Thomas fue que cuando tenía 14 años comenzó a reunirse con un hombre mayor, con quien solía tener viajes en auto en busca de jóvenes para abusar de ellos. No se pudo comprobar lo que dijo, pero en los medios se difundió información del entorno en el que creció: una familia ultraconservadora y religiosa que lo rechazaba por su homosexualidad y adicción al alcohol.

En 1991, Quick, armado con un cuchillo de cocina y vestido de Santa Claus, se acercó a un banco y amenazó al cajero para que le entregara dinero, pero fue reducido en minutos. No fue a la cárcel: fue recluido en un hospital psiquiátrico donde comenzó a ser tratado por un equipo de salud mental.

El hombre presentaba desórdenes mentales, sin embargo, su caso no fue tomado con tanta atención. Todo cambió cuando Thomas llevaba unos meses internado y en una sesión de análisis confesó que era un asesino en serie y se declaró culpable de uno de los crímenes sin resolver más conocidos del país sobre la desaparición de un niño de 11 años en 1980 llamado Johan Asplund. El cuerpo del menor nunca fue encontrado ni hubo alguna pista.

Luego de esta primera revelación no pudo detenerse y empezó a relatar caso a caso y con lujo de detalles otros 39 asesinatos perpetrados en Suecia y Noruega. Contó violaciones, asesinatos y episodios de canibalismo que horrorizaron al mundo, al punto que fue bautizado como el “Hannibal Lecter sueco”.

El caso fascinaba y horrorizaba a la gente, era un asesino al que nadie estaba buscando, pero aun así revelaba asesinatos y detalles muy oscuros. Sin embargo, el periodista sueco Hannes Råstam desconfió de todo e inició una investigación junto a Jenny Küttim. Ninguna de las confesiones de Quick podía comprobarse, por eso sospechaban que todo era una gran mentira.

El asesino serial que nunca existió

Tras meses de búsqueda y andar de un lado al otro, obtuvieron permiso para entrevistar al hombre y le pidieron que vuelva a contar todos los presuntos crímenes. El supuesto homicida contó nuevamente todos los horrores con lujo de detalles. Råstam y Küttim comenzaron a hacer repreguntas que ponían en evidencia las contradicciones e incongruencias de los relatos, al punto que no tuvo más remedio que decir la verdad: era inocente, nunca había asesinado a nadie, nunca había sido un caníbal, ni siquiera su nombre (Thomas Quick) era real.

La noticia fue un escándalo, además de ser el mayor error judicial de toda la historia de Europa. La investigación de los periodistas destruyó la imagen del asesino serial y expuso la gravedad de la salud mental del hombre.

Quick contó que no se imaginó las consecuencias de lo que estaba contando, solo siguió adelante y fue sumando un asesinato detrás de otro. La elección de los crímenes no eran poca cosa, exigían que se documente e investigue. Bajo ese propósito, pasaba horas en la biblioteca leyendo sobre casos no resueltos que eran el punto de partida para que construyera su historia.

Luego de 23 años en un hospital psiquiátrico, el hombre fue puesto en libertad en 2014 y vive escondido con otra identidad.