Los partidos de izquierda y de centro de Brasil se unieron por primera vez, exactamente a un año de las elecciones presidenciales, en protestas convocadas contra el presidente Jair Bolsonaro, que movilizaron este sábado a miles de brasileños en al menos 250 ciudades del país y del exterior. Las manifestaciones, que reunieron multitudes, principalmente en las grandes ciudades como Sao Paulo y Río de Janeiro, fueron convocadas por al menos 21 partidos políticos, diez centrales sindicales y las decenas de movimientos sociales como los Sin Tierra y los Sin Techo aglutinados en los frentes Brasil Popular y Povo Sem Medo (Pueblo Sin Miedo).
Pese a que las banderas rojas de los grupos de izquierda fueron mayoritarias en las marchas, a las mismas se unieron por primera vez, aunque tímidamente, las de formaciones de centro, como el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), del expresidente Fernando Henrique Cardoso, y del Partido Democrático Laborista (PDT), del exministro Ciro Gomes, que fue el tercer candidato más votado en las presidenciales de 2018.
Aunque los organizadores se esforzaron para intentar darle un carácter suprapartidario a las manifestaciones y acoger a los militantes de centro, la gran mayoría no escondió su preferencia por el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, principal rival político de Bolsonaro y quien lidera con amplia ventaja todas las encuestas de intención de voto para las presidenciales del 2 de octubre de 2022.
De acuerdo con los últimos sondeos, el líder socialista, con 44% de la intención de voto, derrotaría sin necesidad de una segunda vuelta a Bolsonaro (26 %), que ha admitido que aspira a ser reelegido, sin que ningún otro candidato supere el 10% del favoritismo.
Los partidos de centro y la derecha más moderada, por lo mismo, buscan una tercera vía y una candidatura viable que ponga fin a la actual radicalización política en Brasil. Pero la necesidad de manifestar su oposición y su total rechazo al Gobierno de Bolsonaro fue más fuerte este sábado y terminó uniendo a los diferentes sectores de la oposición.
“Exigir el juicio político destituyente y la prisión del criminal que nos gobierna es imperativo para que podamos volver a discutir lo que importa: empleo, desarrollo y reducción de las desigualdades”, afirmó Ciro Gomes, nuevamente pensando en disputar la presidencia, al aclarar que la prioridad del país es desalojar a Bolsonaro del poder para después pensar en elecciones. Él participó en la manifestación de Río.
Manifestación masiva se llevó a cabo en Rio de Janeiro, Salvador, Sao Paulo y Brasilia. Foto: EFE
“Bolsonaro no respeta la democracia ni la constitución. Él no quiere elecciones porque sabe que será derrotado si no es destituido antes. Es el momento de que creemos un frente amplio y que juntemos fuerzas contra el fascismo. Sobre candidaturas conversaremos después”, dijo, también en Río de Janeiro la diputada Jandira Feghali, dirigente del Partido Comunista do Brasil.
Entre las múltiples reivindicaciones de los diferentes grupos en las diferentes ciudades, el lema común que aglutinó a izquierda y centro fue: “Fuera Bolsonaro”, una referencia a la presión para que el Congreso le abra un juicio político destituyente al jefe de Estado por los diferentes crímenes e irregularidades de que es acusado.
También se unieron las protestas contra el elevado desempleo, que afecta a más de 14 millones de personas; contra la inflación, que supera el 8% anual y amenaza el poder de compra; contra la retórica antiambiental del Gobierno, y contra el aumento del hambre, recordado con las imágenes de personas disputando huesos descartados por los supermercados de Río que impactaron al país esta semana.
Otra reivindicación que unió a los diversos sectores fue la protesta contra al negacionismo del Gobierno frente a la pandemia de la covid, que ha convertido a Brasil en uno de los países más golpeados, con más de 597.000 muertos y 21,4 millones de contagiados. Enormes letreros tachando a Bolsonaro de “genocida” fueron exhibidos en casi todas las manifestaciones.
A diferencia de anteriores marchas lideradas por la izquierda, en las que las banderas rojas eran totalmente dominantes, en las manifestaciones de este sábado destacó la presencia de numerosas banderas verdes y amarillas de Brasil, que se habían convertido en símbolo de los bolsonaristas, algo que los militantes de la oposición quieren comenzar a cambiar.
“Esta bandera es del pueblo brasileño y no vamos a dejar que milicianos y falsos patriotas la secuestren”, dijo a Efe la contadora Clarice Copete, de 58 años, quien marchó en Sao Paulo al lado de un hombre que agitaba una bandera del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula.