Identificarse como bisexual no es fácil, sobre todo por un factor muy importante: el constante cuestionamiento y anulación de la bisexualidad por parte de la sociedad e incluso dentro de la comunidad LGTBIQ+. “Me decían que no era sincera, que era una pantalla y que en algún momento sería heterosexual”, cuenta la activista Adriana Buiza a este diario.
Uno de los principales estigmas que las personas bisexuales escuchan es que la orientación sexual con la que se identifican no existe y que se trata solo de una etapa. En medio de una constante lucha para combatir estos mitos es que se creó el Día de la Visibilidad Bisexual, que se conmemora cada 23 de setiembre.
Vale decir que los estereotipos y la invisibilización que atenta contra esta orientación provienen no solo desde la sociedad machista en la que vivimos, sino también por parte de la misma comunidad LGTBIQ+. Ello pese a que las primeras personas que impulsaron el Día del Orgullo LGTBI fueron Sylvia Rivera y Marsha P. Johnson, mujeres trans que se identificaban como bisexuales.
Adriana Buiza fue la primera activista que alzó la bandera bisexual en el cierre de la Marca del Orgullo realizada en Lima en el 2019. (Foto: Cortesía)
Por años, la bisexualidad se explicó como la atracción hacia hombres y mujeres (binarismo) —un concepto que proviene de un contexto en el que no se reconocía la diversidad de géneros—.
A fines del siglo XX surge otra definición a raíz del manifiesto The bisexual option, publicado en 1978 por Fritz Klein, pionero y activista bisexual en Estados Unidos. Esta declaración define la bisexualidad como la atracción sexual y/o afectiva hacia tu propio género y otros.
Es así como esta orientación no refuerza un sistema binario de género, sino que se reconoce una dualidad en el prefijo ‘bi’, pero también se distingue que hay más géneros que van más allá de ‘hombre’ y ‘mujer’ y que la atracción no se da en porcentajes de 50 y 50, sino que esta puede variar de acuerdo a la vivencia de cada persona.
Adriana se identifica como bisexual desde el 2017. “Al inicio no fue fácil”, relata, y en ello coinciden Alexandra Hernández, neuropsicóloga y directora de Más Igualdad, y Diego Pinto, comunicador para el desarrollo.
Estos tres activistas bisexuales afirmaron a este diario que el identificarse como tales fue un proceso en el que se sentían solos y no conocían de una palabra que los definiera, pues no tenían ningún referente o espacios donde puedan conversar sobre esta orientación sexual. Ello complicó el tránsito por la adolescencia y coincidieron en que los mismos medios de comunicación contribuyen a esa invisibilización.
“No es hasta cuando conversaba con una amiga mía, que también es bisexual, cuando me dijo que yo también lo era”, cuenta Alexandra. Desde ese momento sintió que esa palabra era para ella y empezó a emplearla.
“Salir del closet como bisexual es bien agotador porque es algo que no dejas de hacer nunca, hasta ahora me pasa de todas maneras". (Foto: Instagram Alexandra Hernández)
Sin embargo, no declaró su orientación hasta años después. Cuando le contaba a sus amigos heterosexuales sobre su bisexualidad, estos no le creían. “Es fuerte porque lo que hacen es invalidarte y causaba que yo me replegara y dejaba de hablar de eso”, relata.
En el caso de los hombres bisexuales, Diego cuenta que fue particularmente difícil, pues era orillado a tener que encajar “en lo que son los estereotipos de este modelo heteronormado de lo que tiene que ser un hombre heterosexual o un gay”.
Por su lado, Adriana cuenta que la pareja que tenía en aquel entonces la maltrató cuando le comentó sobre su orientación sexual. En efecto, las mujeres bisexuales corren un riesgo particular de violencia debido a la misoginia, el patriarcado y las desigualdades de género; de acuerdo a la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH).
Alexandra dice que fue en el 2014 cuando se dio cuenta de que el espacio LGTBIQ+ era su lugar. Sin embargo, para Adriana en estos lugares que “se supone que son seguros” los bisexuales reciben constantes burlas y comentarios invalidantes. “Te tratan como si tu orientación sexual fuera un capricho”, sostiene Hernández.
Es común que no se atrevan a reclamar y tiendan a callar “porque sentimos que tenemos un pie en la heterosexualidad y no nos sentimos lo suficientemente LGTBIQ+ en esos espacios", precisa la directora de Más Igualdad. Esa culpa interna proviene de discursos externos que señalan que las personas bisexuales “son privilegiadas”.
En cuanto a los hombres, Diego cuenta que los gays le cuestionaban y decían que “no podía ser bisexual porque eso no existe y, si existiera, como no soy el típico ‘macho alfa’, yo no podría serlo porque cómo una mujer se va a fijar en mi si soy tan femenino”.
Diego relata que las películas suelen vincular a los hombres bisexuales con el tema del engaño, la promiscuidad y la infidelidad. (Foto: Instagram Diego Pinto)
“Si las personas de verdad creyeran que somos importantes al igual que su existencia, nos tomarían en cuenta y no nos invisibilizarían” afirma Buiza.
Debido a estos cuestionamientos, ya sea desde dentro o fuera de la comunidad LGTBI, Diego cuenta que las personas bisexuales “terminan escuchando más a los mitos".
La raíz de la invisibilización de la bisexualidad proviene del binarismo en el que se construyó la sociedad y en el que se basa el monosexismo, es decir, que bien se es homosexual o heterosexual. Las personas bisexuales rompen con ese sistema binario y dicotomía social, pero también genera esa sensación de no pertenecer a ningún lugar.
Esa constante anulación de los bisexuales también tiene sus raíces en la bifobia —el odio o discriminación contra las personas que se identifican como tal— y es una de las principales causas de la violencia, sobre todo psicológica, que experimentan quienes se identifican con esa orientación sexual, de acuerdo a la ACNUDH. Debido a la bifobia e invisibilidad, las personas bisexuales sufren tasas significativamente altas de depresión y ansiedad.
Según la neuropsicóloga, “esto de estar cuestionándote y pensar constantemente en tu orientación sexual porque es invalidada, es invisible, genera esta rumiación —ese constante repensar interno— que otras personas no tienen”.
Al acudir a profesionales de la salud mental, lo que encuentran los bisexuales, y personas LGTBIQ+ en general, es que el 61,9% de estos tienen prejuicios o ideas falsas sobre dicha población, como relata un estudio de la ONG Más Igualdad. De este porcentaje, el 18,6% tiene la falsa idea de que “la bisexualidad es una fase o confusión”.
Cada 23 de setiembre se conmemora el Día de la Visibilidad Bisexual. Activistas, como quienes han contado sus historias, sostienen que la importancia de esta fecha recae en gritar su existencia. “Estamos presentes y seguiremos conquistando espacios en este momento porque existimos y resistimos”, asegura Adriana.
Alexandra añade que esta visibilidad que se reclama en este día es fundamental porque ayudará a que más personas se animen a ser genuinos y auténticos, “a que se nos reconozca como somos, con todos nuestros matices”.
Mientras tanto, Diego invita a seguir trabajando para que las nuevas generaciones “nos vean a nosotros, para poder ser sus referentes”, esos que muchos bisexuales no tuvieron.