Vestido de Spiderman, su superhéroe favorito, Fabiano de 7 años no puede estar quieto, corre de un lado a otro de la cuadra, hasta que llega a sus manos un libro de Pulgarcito cuyas páginas de dibujos a colores capturan su atención. Estamos en la cuadra 1 del jirón Coronel Zubiaga, en Barrios Altos, una calle que cinco años atrás lucía completamente diferente. Había sido tomada por drogadictos que consumían narcóticos en presencia de los niños y hacían de la calle su baño público. Sin embargo, gracias a la intervención de los vecinos, este tramo del barrio fue recuperado.
“Nuestros hijos salían a la calle y veían a la droga como algo normal, y no podría ser posible, por eso nos organizamos”, dice Paul Chávez, quien, junto a Carlos Figueroa, encabezó el cambio de su barrio. Pintaron un mural con frases positivas, sembraron un biohuerto donde cultivan vegetales, instalaron juegos para niños y esta semana inauguraron el primer espacio de lectura infantil. Fabiano y otras decenas de menores pueden jugar con libertad y tener un libro a la mano.
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A su biblioteca callejera la han llamado La Runrunteca, en honor a aquel zorrito que apareció en un cerro de Lima y que fue noticia. Inspirados en esa historia, los vecinos junto a un colectivo de jóvenes que construyeron una réplica del animalito con restos de madera para atraer la atención de sus niños, quienes podrán acceder a ejemplares de cuentos infantiles e historietas. “Creemos que la lectura es importante porque por la pandemia muchos niños, los que tenían seis años, no aprendieron a leer. Y hemos visto que los adolescentes tampoco saben ordenar sus ideas”, dice Chávez.
Los vecinos encontraron varios aliados para concretar este espacio de lectura. Uno de ellos fue la asociación La Gran Familia, formado por hinchas de clubes de fútbol rivales de toda la vida como Alianza Lima, Universitario y Cristal, que se juntaron para dar un mensaje de no violencia y tolerancia. “Esta es una zona con muchos problemas, ha superado el índice de violencia, y no son solo robos, también hay sicariato y muerte”, dice el integrante de La Blanquiazul, Luis Gálvez. “La cultura puede rescatar a los jóvenes. Con estos espacios, los niños, cuando crezcan, podrán tomar mejores decisiones”, añade Jair Rodríguez. Ambos perdieron amigos y familiares por la violencia feroz que aún reina en zonas de Barrios Altos.
Niños y vecinos de la cuadra 1 del jirón Coronel Zubiaga, Barrios Altos, en la inauguración de la Runrunteca. Foto: Antonio Melgarejo/ La República
El Ministerio de Cultura también ha sido clave para abrir este espacio que forma parte del plan Rescatarte: “Este se activa en coordinación con líderes de barrios de Lima o comunidades de provincias, que identifican sus necesidades culturales”, señala la directora general de industrias culturales y arte, Diana Aguirre. “La Runrunteca, además, ya forma parte de la Red Nacional de Espacios de Lectura, por lo que han recibido una donación de 148 libros y contarán con asistencia técnica y actividades de mediación de lectura periódicamente”.
Juan Carlos Rivera, experto en fomento de lectura, fue quien leyó un cuento a los niños en la inauguración de la Runrunteca, y ha hecho esto en muchos espacios de lectura: “Todos dicen que leer es importante, el problema es cómo lo incentivamos. Por eso, es necesario abrir estos espacios para acercar los libros”.
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Para la ministra de Cultura, Leslie Urteaga, la lectura como otras actividades culturales y deportivas pueden ser la mejor estrategia para prevenir la violencia y delincuencia callejera: “En Barrios Altos no hay muchos espacios de entretenimiento sano para los niños, hay que apostar por la prevención”. La Runrunteca ya está operativa, y el zorrito está esperando contarle muchas historias a los niños.