Andersson Boscán (31), joven y combativo periodista ecuatoriano, co-fundador del medio alternativo La Posta, nos da esta entrevista desde paradero desconocido. Al igual que otros periodistas tuvo que huir de Ecuador, en julio pasado, pues teme por su vida y la de su familia. Su país vive uno de los momentos más violentos de su historia reciente, y le es muy difícil hacer periodismo entre el fuego cruzado de las pandillas y los narcotraficantes. Además, la publicación de su reportaje El Gran Padrino, que precipitó el juicio político contra el presidente Guillermo Lasso, tras revelar una red de corrupción en su gobierno, le ha costado a su medio una demanda por difamación de 500 mil dólares y el recrudecimiento de las amenazas de muerte en su contra. El asesinato del candidato presidencial Fernando Villavivencio, noticia que dio la vuelta al mundo, se suma a la seguidilla de crímenes que han bañado de sangre su país. El periodista nos explica porqué la violencia se salió de control.
¿Por qué tuviste que abandonar Ecuador junto a tu esposa, la periodista Mónica Velásquez, y tus hijas?
Estoy fuera de mi país por amenazas de muerte y persecución judicial de parte del gobierno de Guillermo Lasso. Después de la publicación de El Gran Padrino, descubrimos por fuentes policiales que nos estaban haciendo seguimiento. En el teléfono de Rubén Cherres, mejor amigo del cuñado del presidente Lasso, uno de los principales blancos de mi investigación y que trágicamente apareció torturado y asesinado, había fotografías de mi esposa y mis hijas, de la ruta que tomábamos todos los días a la oficina, de las calles donde paraba mi vehículo, todo un estudio muy común en los casos de sicariato.
¿Recibiste alguna amenaza directa después de la publicación del reportaje?
Sí, llamadas a mi esposa preguntándole qué vestido negro se pondrá el día de mi funeral, llamadas de policías que nos advertían que la mafia [albanesa] de narcotráfico, a la que denunciamos y que tiene relación con el gobierno, está en territorio ecuatoriano para atentar contra nosotros. Por todo esto, tuvimos que apurar una salida, metimos todo en las maletas y nos fuimos.
Son cuatro periodistas que este año han tenido que huir de tu país por amenazas.¿Qué está pasando con la libertad de prensa en Ecuador?
La libertad de prensa en Ecuador siempre ha sido vulnerable al ataque de los políticos. Pero en los últimos años, esto se ha convertido en una guerra sin cuartel de la narcopolítica contra el periodismo. Los periodistas no solo nos exponemos a sufrir ataques a la libertad de prensa, como que te abran una demanda civil o que el presidente te exponga y rompa tu periódico, yo he pasado por esas situaciones. Hoy, te llegan fotos de tus hijas embarcándose en el carro, o mensajes como “sé que estás al lado y voy a hacer tal cosa”. Las conductas mafiosas en la política era algo que antes no existía en el Ecuador y eso explica por qué, de pronto, somos cinco los periodistas que hemos abandonado el territorio nacional. Pero mientras tú y yo hablamos, el periodista y candidato a presidente Christian Zurita, que relevó a Fernando Villavicencio, ha anunciado que también se va del país, con lo que sumamos seis los periodistas que hemos salido durante el gobierno de Lasso por amenazas de crimen organizado, narcotráfico y política que hoy son la misma cosa.
Ecuador ha pasado de ser uno de los países más pacíficos de la región, a tener una tasa alta de homicidios al año, más de 4 mil en 2022…
Ecuador era una isla de paz que de pronto encontró el narcotráfico. El proyecto internacionalista de los grandes cárteles, especialmente mexicanos, comenzó hace casi una década, buscando mejores formas de producción en Colombia y Perú. Y vieron a Ecuador como un lugar perfecto: era un pequeño país, que puede ser transitado en 24 horas de este oeste, con una economía dolarizada, un sistema judicial controlable y una clase
política corrupta, la fórmula perfecta para hacer territorio. Las presunciones de las operaciones de los cárteles empezaron entre 2014 y 2016, el gobierno de Rafael Correa lo negaba. Luego, las bandas locales empezaron a participar, ya no como custodios de la droga, sino como pequeños carteles dominantes en territorio ecuatoriano, que no actúan en calidad de empleados, sino de socios. En esa asunción, se da una gran guerra territorial, que empieza en las cárceles del Ecuador.
Tengo entendido que La Posta venía investigando las disputas y botines en las cárceles…
En 2021, publicamos la serie de documentales Paz o plomo, sobre la violencia carcelaria en Ecuador y cómo iba a salir a las calles si no era controlada. La sorpresa fue encontrar a la policía tocándole la puerta a los presos y pidiéndoles permiso para entrar porque ellos tenían las llaves. Efectivamente, la guerra en el interior de las prisiones se trasladó a territorio nacional y, aunque en un principio estaba concentrada en la provincia de Esmeraldas, el baño de sangre se expandió por todo el país, especialmente, en la costa. Esto empezó como un problema que emanaba del narcotráfico y se ha convertido en un problema social, porque aquí todo se arregla a tiros, la violencia se normalizó. Hoy, un problema de faldas o de deudas se arregla a tiros. Y esto pasa por los altísimos niveles de impunidad, pues tienes una policía saturada, un sistema judicial enclenque y una institucionalidad baja. De cada cien homicidios resuelves uno. Y los otros 99 están muy seguros de que no les va a pasar nada.
Se dice que Guayaquil está rumbo a convertirse en una Ciudad Juárez…
Guayaquil es muy visible, pero la peor ciudad del Ecuador para vivir debe ser Esmeraldas, una ciudad relacionada con el narcotráfico colombiano, donde a las Fuerzas Armadas y la Policía le cuesta entrar y tiene una tasa de mortalidad peor que Siria en guerra, es desgarrador. La situación de Guayaquil impacta porque es la capital económica del país, el lugar donde se mueve la gran oligarquía nacional, y de pronto todos se han tenido que encerrar, los barrios guayaquileños son fortalezas a donde la gente llega en carros blindados, y se invita a los amigos a la casa, y piden delivery porque no se puede ir a restaurantes.
"El mensaje de terror del narcotráfico al pueblo ecuatoriano es: puedo llegar al más protegido, nadie está a salvo”. Foto: La Posta
¿Porqué mataron a Fernando Villavicencio? No era el favorito en las encuestas…
Fernando no era el candidato presidencial favorito, pero era el más bullicioso, venía del periodismo más polémico, frontal e inquisitivo, y representaba en la política una voz solitaria que se atrevía a poner nombre y cara al narcotráfico. Aquí no se sabía que había Choneros o Lobos, a todos los llamaban bandas de narcos cuando eran una estructura criminal con capos plenamente identificados. Fernando fue un candidato que expuso la convivencia pecaminosa entre los políticos y el narcotráfico, donde uno y otro se hacen favores. Los narcos financian sus campañas para que, cuando los políticos lleguen al poder, les devuelvan el dinero a través de contratos. A Fernando lo mataron, seguramente, por alguna de sus denuncias, no voy a pecar de irresponsable señalando a nadie, ese es trabajo de la justicia.
¿Qué representa que en tu país se esté atentando contra los políticos? En las elecciones a alcaldes, de febrero, hubo 15 ataques a candidatos y dos asesinatos.
Representa un mensaje de terror del narcotráfico para el pueblo ecuatoriano, le están diciendo: puedo llegar a lo más alto, al más protegido, nadie está a salvo. Matar a Villavicencio no era matar el gran liderazgo político, sino a la persona mejor custodiada del país después del presidente. Creo que el crimen organizado comenzó hace mucho a mandar estos mensajes. Cuando se metieron a las elecciones seccionales a matar gente, era para mandar un claro mensaje a la política y los partidos: ellos son los que mandan.
¿Dirías que el narcotráfico es el gran culpable de la situación de tu país?
No. Creo que los políticos son los grandes responsables, porque el trabajo del narcotráfico es pasar droga y matar gente. Son los políticos los que han traicionado al Ecuador, la narcopolítica es la responsable. Si solo fueran los narcos, estarían refundidos en las selvas del Ecuador, aguantando balas del ejército ecuatoriano, que está muy dispuesto a enfrentarlos, pero como tienen la colaboración de las altísimas autoridades, de los gobiernos, se sienten protegidos.
Leí el comentario de un habitante de Guayaquil pidiendo a un Bukele. ¿Necesitarían a un presidente de ese perfil para encarar la violencia de tu país?
Personalmente, soy muy de mano dura, pero no quiere decir que sea el único modelo. Los ecuatorianos no quieren a un Bukele, porque había un candidato muy similar y no terminó en segunda vuelta. Los ecuatorianos quieren salir a la calle y que no los maten. No creo que estén buscando importar un modelo, quieren algo que funcione y lo que falta en Ecuador es implementar a la policía, tener unos políticos que no trabajen para el narcotráfico, y hacer un alto a la guerra entre políticos.