Amediados del siglo pasado, Shoymal hizo noticia durante el II Congreso Nacional de Historia, cuando se mostraron las excavaciones realizadas por Víctor Zubiate Zabarburú con ilustraciones de Hans Horkheimer. Pese a tratarse de grandes bloques de piedra finamente elaborados y con enigmáticos grabados en alto relieve, Shoymal pasó al olvido y la selva cubrió toda esta misteriosa zona arqueológica de manufactura pétrea en medio de la selva de la región Amazonas y a solo quince kilómetros de Chachapoyas.
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Tuvieron que pasar 60 años para que un grupo de jóvenes arqueólogos de la Universidad de San Marcos y la Universidad Toribio Rodríguez de Mendoza, de Amazonas, liderado por Anthony Villar Quintana, volvieran a la zona. Ellos contaron con el apoyo incondicional de los pobladores del lugar. Y los resultados fueron más que sorprendentes.
“A pesar de las difíciles circunstancias del clima y del medio ambiente que tuvimos que afrontar, los resultados fueron fructíferos. Realizamos excavaciones en aproximadamente cien metros cuadrados que nos permitieron observar una gran plataforma compuesta por finos sillares pétreos con un promedio de 1.50 metros de largo. Algunos tienen los grabados identificados hace varias décadas por Langlois y Zubiate”, nos dice Anthony Villar.
Villar afirma que “si bien el estudio iconográfico me concedió una aproximación cronológica inicial, las excavaciones revelaron que los estratos del periodo Formativo Inicial (1800-1200 a.C.) cubrían esta arquitectura y se asociaban a nuevos edificios. Estos datos nos permiten entender que la construcción de este templo empezó antes del periodo Formativo Temprano. Los tallados en piedra son similares a figuras plasmadas en Buenavista, La Galgada, Huaca Prieta, Cerro Ventarrón, Santa Ana, La Florida, entre otros. Estas asociaciones confirman la gran interacción existente entre la costa, los
Andes y la Amazonía durante dicho periodo, en un área que abarcó desde el centro peruano hasta el sur ecuatoriano”.
Sin embargo, reconoció que “si bien lo excavado nos da mucha información, pienso que no hemos trabajado ni en el diez por ciento del sitio”, reveló.
Villar reconoce también que sus excavaciones permitieron identificar una secuencia cultural desde sociedades cazadoras-recolectoras (artefactos líticos) hasta periodos prehispánicos tardíos, a través de la cerámica.
Si bien lo trabajado nos da mucha información, pienso que no hemos excavado ni el diez por ciento del sitio.
En Shoymal aún no se ha identificado la cantera. “Fue uno de nuestros objetivos iniciales, pero teníamos que concentrarnos en las excavaciones. Vamos a explorar los alrededores siguiendo los mapas geológicos. Algunos vecinos de la zona nos dijeron que la cantera podría hallarse en el cerro Caparina”, sostiene.
“También -explica- hallamos un canal al lado del muro este, pero no se asociaba a este edificio y más bien la caída venía desde el norte. Por eso creemos que por esa área existe más arquitectura y quizá vinculada a una plaza hundida, ya que este canal sirvió para drenar el abundante agua de las lluvias”.
Un dato curioso es que estas excavaciones fueron financiadas por el propio Villar, quien nos adelantó que continuará con sus investigaciones, pero por ahora está dedicado a buscar fondos para los trabajos de laboratorio: fechados radiocarbónicos, análisis de los distintos materiales arqueológicos: muebles, líticos, cerámica y botánicos. “Dichos estudios podrán contribuir en la reconstrucción de la historia de Shoymal y el entendimiento de las sociedades que habitaron y construyeron el sitio”, concluye el arqueólogo sanmarquino.