Se jugaba el tercer cuarto de la finalde fútbol americano universitario entre la Universidad Jackson State y la North Carolina Central. El marcador iba 21-17 a favor de los primeros. North Carolina debía despejar y el peruano Juan Velarde, el Kicker (pateador) del equipo estaba en la cancha. Ya tenía una estrategia junto a sus compañeros: usualmente un jugador le pasa la pelota y él la patea lo más lejos posible sobre el campo contrario. Pero esta vez eso no sucedió. Un compañero simuló que le pasaría la pelota, él se movió como para el despeje, pero la pelota fue entregada a otro compañero que se escabulló por entre los rivales y corrió como 40 yardas sobre campo rival hasta que fue derribado.
Un par de jugadas después lograron un touchdown, una anotación que junto a otras más ayudó a conseguir las anotaciones necesarias para ganar. Juan Velarde recuerda esa jugada como uno de los momentos más emocionantes de esa final que ganó su equipo, también conocido como Las Águilas. “Fue un gran engaño y una gran jugada”, dice. El partido fue dramático. Iban ganando, pero les empataron en los minutos finales. Debieron irse a tiempo extra y allí se impusieron 41 a 37. Eran los campeones 2022 del Cricket Celebration Bowl, de la División 1 de la National Collegiate Athletic Association (NCAA), la liga universitaria de donde salen todas las futuras estrellas.
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Juan, nacido en Moyobamba, región San Martín, se fue a estudiar a Estados Unidos el 2016 Allá acabó su formación de high school o secundaria, y luego recibió ofertas de 11 instituciones para ser becado como deportista.
Él cuenta cómo se acercó al fútbol americano: “Me cambié a este deporte en penúltimo año de secundaria. Tenía las piernas fuertes y patadas potentes. Y además se me abría la posibilidad de poder ir a una universidad. El año que empecé fui escogido en el equipo de toda la región. Ni siquiera sabía bien las reglas. En el segundo año lo tomé más en serio. Yo hago la patada de despeje, que es muy técnica. Se necesita bastante entrenamiento. En mi último año de colegio llegamos a la final estatal del estado con el equipo. Después recibí once ofertas como deportista destacado y escogí a la universidad de North Carolina Central”.
Ejecutando una patada de despeje con su característico número 59 del equipo de su universidad. Foto: Juan Velarde/La República
Ahí empieza su historia en el fútbol americano. Juan, de 21 años, 1.80 de estatura y 85 kilos, estudia Administración de Empresas, integra el equipo de su universidad desde el 2020, pero compite desde las temporadas 2021 y 2022. Es el pateador de despeje. Es decir, el que patea la pelota desde el suelo, al inicio del partido o cuando le pasan la pelota, y la manda lo más lejos posible sobre el campo rival, para que el equipo contrario empiece su ataque bien lejos. Él es solo pateador. “Cuando estás en la división 1, la competitividad es muy grande, cada jugador que viene es especializado en su posición y lo hacen de la mejor manera. El 88% de los jugadores de la NFL salen de las divisiones 1”, explica.
Ese es el gran sueño de nuestro compatriota: llegar un día a la National Football League (NFL), la poderosa y mediática liga de fútbol americano de los EEUU, que mueve millones de dólares en sueldos de jugadores, derechos de TV, merchandising y más. Para llegar allí todavía tiene que jugar un año más en la División 1. Todos los que llegan al Draft (un evento donde los equipos escogen a los nuevos y mejores jugadores) tienen que haber jugado por lo menos tres años a nivel universitario. Juan espera jugar dos años más en la división 1 para mejorar su nivel y su promedio de yardas como pateador.
“Lo que tiene que tener un pateador es consistencia, es decir mantener un promedio de yardas constante. Mi promedio del 2022 es de 42 yardas. En las ligas como la NFL el promedio está en 46. Espero mejorar esos números y trabajo para eso. Todavía tengo unas dos temporadas para mostrarme”, dice decidido.
Y aunque es complicado llegar a la NFL, por la cantidad de jugadores que hay en el universo norteamericano, hay otras ligas profesionales no tan millonarias pero importantes. La más antigua es la liga canadiense y hay dos ligas nuevas y muy competitivas: la XFL, uno de cuyos promotores es Dwayne Johnson “La Roca”, y la USFL, que atrae muy buenos jugadores.
“El nivel es similar, pero a diferencia de la NFL, donde ganas millones, en estas pagan menos. Lo bueno de estas ligas es que la XFL se juega de tal mes a tal mes, la USFL de tal mes a tal mes y luego se juega la NFL. Si un jugador ha hecho una gran temporada en una de las primeras puede ser invitado a la NFL por algún equipo. Y si pasa la prueba se puede quedar con ellos”, cuenta Juan. Él se tiene confianza y considera que cualquier camino para llegar a la liga de las estrellas es bueno.
Por estas fechas, Juan y sus compañeros de equipo están en pretemporada. Entrenan 4 o 5 días a la semana, por la mañana y la tarde. También acude a clases entre las 9 y la 1.30 p.m. Su rutina deportiva es hacer pesas, cuidar las piernas, mantenerse en el peso ideal, ver videos de los rivales, entrenar jugadas preparadas y recibir las charlas del coach. En temporada de partidos, que va de julio a diciembre, entrenan de martes a domingos y solo descansan el lunes. Cuando el partido es en otro estado viajan un día antes. “Es muy duro llevar los entrenamientos y los estudios, pero te ayudan con el horario para que no se te crucen”, cuenta. Entrenan como profesionales porque quizá la próxima temporada estén en un equipo más grande.
Cerró el 2022 con un campeonato ante un equipo que venía invicto y espera que el 2023 sea igual de positivo. “Campeonar fue una alegría, una emoción y un alivio inmenso. Porque para eso trabajas todo el año”. Juan no viene al Perú desde que se fue el 2016, pero siempre está atento a lo que pasa aquí. “Tengo familia en varias partes del país y sigo las noticias siempre. Al Perú lo amo con todo mi corazón”, dice con un todavía reconocible dejo nacional.
Con el trofeo de la Mid-Eastern Athletic Conference (MEAC) que los llevó a la final de la División 1. Foto: Juan Velarde/La República