Las cuarentenas cerca al bicentenario de la Independencia del Perú germinaron en el Callao un sueño que se hace tan firme como el monumento que lo inspira: la Fortaleza del Real Felipe, vestigio del coloniaje, la lucha independentista y varios momentos históricos en nuestra República. Ahora, asoma como la joya que puede activar una mejora excepcional en esta ciudad portuaria.
Manuel Zevallos, un ingeniero químico y activista, convocó entre encierros y distanciamientos a otros chalacos a conversar por internet sobre su ciudad y sus posibilidades de desarrollo. En estas conferencias, conoció al historiador Francisco Quiroz, estudioso del pasado chalaco, y al arquitecto Diego Celis, que acababa de sustentar su tesis de maestría sobre el Real Felipe. Se sumaron al colectivo que lidera Zevallos, Amigos Amantes del Callao.
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“Veníamos estudiando diferentes aspectos buscando una visión del Callao al 2040. Vimos que para desarrollar la ciudad debía afincarse en la cultura y el patrimonio, que son distintivos, y la fortaleza, siete hectáreas notables, era un eje para ese desarrollo”, cuenta Zevallos.
Una recurrente comparación con la ciudad colombiana de Cartagena de Indias y su castillo San Felipe de Barajas lo llevó a visitar el lugar.
“Vi una fortaleza más pequeña, casi la quinta parte de la nuestra, de complejidades mucho menores, pero con una placa de Patrimonio Mundial. Busqué y supe de varias construcciones militares en el Caribe con ese título. Me dije: si el Real Felipe es más grande, más complejo, debe ser Patrimonio Mundial”, explica.
Se trazaron esa misión, que es mucho más que una placa. El título de Patrimonio Mundial que da la Unesco exige compromisos al Estado para la protección del sitio y de su entorno.
“No se limita al Real Felipe sino la recuperación de todo su entorno. Pasó en Lima, que era una desgracia y cambió con la declaración
de Patrimonio Mundial del centro histórico, y Andrade asumió esa mejora”, dice Celis.
“El Real Felipe es un eje de la historia del Callao, del Perú, de Sudamérica y en parte también del mundo. Toda la historia del Perú no se entiende sin él. Es heredero del primer Callao amurallado y lo que hubo antes, último reducto de España en América y protagonista o coprotagonista de varios procesos históricos”, asevera Quiroz.
Se cumple el requisito de “ser un ejemplo eminentemente representativo de un tipo de construcción o de conjunto arquitectónico o
tecnológico, o de paisaje que ilustre uno o varios periodos significativos de la historia humana”.
En setiembre, tras gestiones de Amigos Amantes del Callao, el Gobierno presentó a Unesco un formulario para que incluya al Real Felipe en la llamada “Lista Indicativa”, un rol de sitios precandidatos al título de Patrimonio Mundial. En febrero último, Unesco inscribió la fortaleza en esta lista.
El paso siguiente es elaborar el expediente de nominación y plan de manejo y gestión del sitio. El Ministerio de Cultura busca tenerlo listo y presentarlo el próximo año.
Luego, Unesco debe someter la candidatura a una misión de evaluación que se pronuncie.
“Ya tenemos el plan de trabajo y con Cultura, Gobierno Regional, municipio provincial, el Ejército y el colectivo, iniciaremos el proceso
para elaborar los expedientes. El Real Felipe tiene características únicas que ameritan que sea Patrimonio Mundial”, dice Iván Falconí,
director de Sitios de Patrimonio Mundial, del Ministerio de Cultura, coordinador del proceso.
“Unesco encarga a su órgano consultivo, Icomos, que dé un parecer al Centro de Patrimonio Mundial y este lo eleva a un comité de representantes de países que votarán si se da la declaración”, señala Enrique López-Hurtado, coordinador del sector Cultura de Unesco Perú.