Afuera, en la cuadra 15 del jirón Hipólito Unanue, el caos. Aquí adentro, en el interior de la Galería “Carrión”, en la tienda Full Niños de Hugo Falcón (71), una tranquilidad que desespera. Algunos clientes pasan, miran, uno que otro pregunta, pero se va. Qué diferencia con años anteriores, antes de la pandemia, cuando por estas fechas por estos pasillos no se podía ni caminar.
-Con todo respeto, en esos días yo no te hubiera atendido, hermano –dice Falcón–. No podíamos almorzar, teníamos que tomar un buen desayuno porque era trabajo todo el día, recién a las 5, 6, podíamos comer algo.
Mirando atrás, parece que hubiese pasado muchísimo tiempo. Hasta el año 2019, las cosas, sin ir superbien, caminaban con cierta estabilidad en Gamarra. Pero entonces llegó la pandemia y las 40 mil unidades de negocios del emporio tuvieron que cerrar. Los comerciantes llegaron a fin año endeudados.
Según Susana Saldaña, presidenta de la Asociación Empresarial Gamarra Perú, menos de la mitad de las pequeñas y microempresas pudieron volver a abrir. El resto nunca pudo recuperarse. El 2021 las cosas comenzaron a mejorar un poco. Ese año, dice Saldaña, las ventas llegaron al 40 % de los niveles prepandemia. Se esperaba que en 2022 alcanzaran al menos el 50 %.
Elena Tinoco se quedó con mercadería lista para enviar a Iquitos y Tacna. Foto: John Reyes/ LR
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La campaña mayorista de fin de año era vital para la recuperación. Pero nadie esperaba la convulsión social de las últimas semanas. El intento de golpe de Estado de Pedro Castillo. La vacancia. Las protestas sociales en al menos una docena de regiones. La violenta represión. Los 26 muertos.
Nadie esperaba en Gamarra los bloqueos de carreteras, que virtualmente aislaron a los productores de todos sus clientes del norte, centro, sur y oriente del país. Hugo Falcón tiene clientes en Tumbes, Piura, Trujillo, Chiclayo, Ica y varias ciudades de la selva peruana… Muchos de ellos le compran todos los meses sus polos, bodys, tutús, shorts y pantalones, de niño y niña, y los venden en sus propias tiendas, en galerías y mercados.
Le envían el dinero o vienen ellos mismos a elegir la mercadería. Pero, a causa de la convulsión social, todos esos pedidos se cortaron. Una de sus clientas de años, que tiene dos tiendas en Trujillo, le había dicho a inicios de diciembre que necesitaba que le enviase 120 polos.
-Pero en eso reventó el golpe y bloquearon las carreteras y me dijo “mira, mejor no te hago el depósito, porque la mercadería no va a pasar”. Y yo le dije “sí, tienes razón, no te voy a poder enviar” –dice.
Otra de sus clientas, de Ica, le iba a enviar el dinero justo el día que empezaron las protestas en su región. Entonces, le dijo a Falcón que esperaran un día, que seguro que las cosas se iban a calmar. Tres días después, lo llamó para decirle que mejor ya no, porque la mercadería no iba a llegar a tiempo para la campaña.
-En campaña mayorista yo vendía algo de 60 mil prendas [antes de la pandemia]. Ahora no voy a llegar ni a las 10 mil –dice el comerciante–. La mayoría de mis ventas son a provincias. Los clientes me llaman y me dicen “para qué te voy a hacer depósito si no va a llegar la mercadería”. Y yo les tengo que decir que tienen razón.
Hugo Falcón, de la marca Full Niños, ha tenido que adelantar sus ofertas. Foto: John Reyes/ LR
En el primer piso de la galería Plaza, en la tienda de su marca, Moda Thais, Gloria Benítez muestra los fardos de ropa para niños y niñas que tenía amarrados y listos para enviar al interior del país. Dice que esperaba que en esta campaña le llevaran al menos dos fardos. Cada fardo tiene 5 mil prendas. Pero, debido a los bloqueos en las vías, los clientes decidieron no hacer pedidos. Los fardos allí se quedaron. A unos metros más allá, Katherine Santillán cuenta los problemas que ha tenido la empresa de su familia, Kelly Fashion and Jeans.
Hace una semana enviaron un lote de 60 docenas de pantalones para la tienda que tienen en Desaguadero, pero hasta el jueves de esta semana no había llegado. Ella dice que temen que el camión haya sido saqueado.
-El año pasado, para esta campaña vendimos alrededor de cien mil [prendas] –dice–. Pero este año no creo que lleguemos ni a la mitad. -No parece Navidad –dice, por su parte, Elena Tinoco, quien vende ropa para niñas con su marca Elenita’s en la galería “Carrión”–.
No hay campaña. Es como cualquier quincena de cualquier mes. Tinoco cree que, en el momento de mayor tensión en Lima, cuando las marchas tomaban las calles del centro y la represión era muy violenta, quizás mucha gente que pensaba venir a Gamarra de compras se asustó y decidió no salir de casa. Por eso no se vieron las multitudes que suele haber en estas fechas. Ella y todos los comerciantes consultados coinciden en que otro de sus grandes problemas es la competencia de los ambulantes, que toman las calles y bloquean el ingreso a las galerías con sus productos importados y de baja calidad.
Por esa razón, en estos días es usual percibir el caos, afuera, en las calles y la tranquilidad, desesperante, dentro de las galerías. Susana Saldaña, la presidenta de la Asociación Empresarial Gamarra Perú, dice que la crisis en el emporio es estructural y tiene por lo menos 15 años, desde que comenzó a crecer la importación de prendas, sobre todo asiáticas, bajo mecanismos no siempre legales: ‘dumping’, subvaluación y contrabando.
-Desde 2008 en Gamarra han empezado a retroceder las ventas entre 5 y 10 % cada año –dice–. Ese año, nuestro aporte al fisco era de 1,500 millones de soles al año, pero el 2019 fue de apenas 1,000 millones.
Susana Saldaña, presidenta de la Asociación Empresarial Gamarra Perú. Foto: John Reyes/ LR
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Saldaña dice que ante el golpe que significó la crisis social a la campaña mayorista, los comerciantes de Gamarra decidieron adelantar la siguiente campaña, la de ofertas, que usualmente comienza después de la Navidad. Por eso hay ofertas de hasta 40% -En casi todas las tiendas estamos poniendo la mercadería a precio de costo –dice–. Porque si no la vendemos ahora, no la vamos a poder vender y con qué dinero vamos a enfrentar la siguiente campaña.
Según Susana Saldaña, para atender la crisis en Gamarra, se necesitan dos medidas urgentes. La primera es disponer salvaguardias para proteger a los confeccionistas peruanos de la competencia de las importaciones baratas y de baja calidad. La segunda es darles acceso a créditos para que puedan recuperarse de los golpes sucesivos que han sido la pandemia, la competencia de los informales y, ahora, la crisis política.