El estadounidense Barry Sharpless acuñó el termino “química clic” alrededor del año 2000 para denominar así a la manera de producir moléculas de manera rápida a partir de pequeñas unidades. Con esa especie de construcción modular, podían producir nuevas sustancias o fármacos en menor tiempo. Este 2022, a veinte años de iniciar sus investigaciones, ganó el Premio Nobel de Química por esos avances.
Ciencia. Arriba, cuando ganó el Nobel de Química en 2001. Abajo, foto reciente. Foto: agencias.
Sharpless ha compartido el galardón con la norteamericana Carolyn Bertozzi y el danés Morten Meldal. Para la academia sueca, “los métodos para conectar moléculas funcionan esencialmente como hacer construcciones con los bloques de Lego”. Entre los tres fueron más allá: llevaron las reacciones químicas al interior de las células vivas con la llamada “química bioortogonal”. Estas reacciones ocurren sin interferir en los procesos normales de la célula.
“Estas reacciones se utilizan ahora de manera global para explorar células y rastrear procesos biológicos. Gracias a las reacciones bioortogonales, los investigadores han mejorado medicamentos contra el cáncer que se están ensayando en ensayos clínicos”, ha destacado la academia en un comunicado. “La química del clic y las reacciones bioortogonales han llevado a la química a la era del funcionalismo, con un enorme benefi cio para la humanidad”, sentencia la institución.
Sharpless, nacido en Filadelfia, EEUU, en 1941, es la quinta persona que recibe dos premios Nobel, tras Marie Curie, Frederick Sanger, Linus Pauling y John Bardeen. Ya lo había ganado en 2001 por otro método para construir moléculas: las reacciones de oxidación en el campo de la catálisis quiral. Desde 1990 es profesor de química en el Scripps Research Institute, de La Jolla en California.
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Algunos comentaristas científicos han recordado que a Sharpless le fascinaba trabajar con las azidas —grupos de tres átomos de nitrógeno conectados de forma lineal— porque eran moléculas demasiado reactivas y difíciles de controlar, por lo que históricamente habían pasado desapercibidas para sus colegas. Él adaptó el potencial químico de estas moléculas para reaccionar en concentraciones muy pequeñas, a velocidades muy rápidas y en el medio biológico.
Desde 1901, 189 científicos han ganado el Nobel de Química, entre ellos solo ocho mujeres (el 4%). Carolyn Bertozzi, la otra investigadora ganadora este año, ha dicho tras conocer el veredicto del Nobel: “Cuando el mundo está en problemas, la química acude al rescate”. “Siempre tuve la esperanza de que, como científi ca, podría contribuir a mejorar la salud humana, ya fuera a corto plazo, a largo plazo o incluso después de mi muerte”, agregó.
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La química de clic hoy se utiliza en el desarrollo de productos farmacéuticos, para mapear el ADN y crear materiales que sean más adecuados para su propósito. Usando reacciones bioortogonales, los investigadores han logrado mejorar la orientación de los productos farmacéuticos contra el cáncer y otras enfermedades. Y esto recién empieza.
Para Sharpless la química contemporánea se demoraba demasiado siguiendo pautas dadas por la naturaleza: se lograban resultados a largo plazo. Por ello, en 2001 acuñó la idea de que se podía llegar a moléculas complejas no de una manera “genealógica” como hasta ese momento, sino de una forma “funcional”: como si las partículas fueran conjuntos de bloques constructivos que se pudieran ensamblar de forma rápida y efi ciente. El tiempo le ha dado la razón. Un Nobel dos veces, el segundo a los 81 años, habla de su incansable genio.