Héroe de la democracia, hombre clave del GEIN, contador, sociólogo, conocedor de las escrituras de los mandos senderistas, investigador-analista, el coronel PNP en situación de retiro Rubén Zúñiga Carpio realizará una exposición en el Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social (LUM) hoy domingo 11 a las 4 de la tarde, por los 30 años de la captura del jefe terrorista Abimael Guzmán, el 12 de setiembre de 1992. Aquí recuerda al GEIN, dicha captura y opina del LUM.
¿Cómo fue su arribo al GEIN?
Llegué de la Dincote, trabajaba ahí el 88, 89 y en el 90 fue cuando Benedicto Jiménez tuvo un pequeño incidente. Recuerdo que por esos años yo estudiaba contabilidad en la Universidad San Martín. Un día regresaba de clases hasta la Dincote y uno de los muchachos nos dice que Jiménez, que entonces era mayor, quería hablar con el personal. Jiménez nos dice: “El comando ha prescindido de mis servicios, me pone a disposición y me manda a otra unidad”.
¿Le sorprendió que después le encargaran a Jiménez organizar el GEIN?
Recuerdo que en enero o febrero de 1990, estaba subiendo las gradas, lo encuentro y me dice: “Boliviano, quiero hacerte famoso”. A mí me decían “Boliviano” o “Boliche”. Me acerco y él tenía en la mano una hojita con un diagrama, con flechas y círculos, con nombres y seudónimos. Jiménez, luego de dejar de prestar servicios en Dincote, se había ido al edificio del frente, donde funcionaban las oficinas de la Dirección General de la Policía de Investigaciones, a cargo del general Reyes Roca. Le habían dado un ambiente porque sabían su valía. Allí voy a verlo y Jiménez sabía que yo tenía predilección por la lectura.
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¿Cuál fue su labor específica en el GEIN?
Mire, la mayor cantidad de tiempo me asignaron a la oficina de bienes incautados y dentro veía también la documentación. Y como tenía la documentación, me di a la tarea de organizar la biblioteca especializada.
¿Usted era entonces un analista?
No fui formado necesariamente en análisis. Por el trabajo y la necesidad se debía aprender de todo. Y yo me ubicaba más en el análisis.
“Un día, una enfermera le dice: ‘Necesito una prueba de sangre’. ‘No, no, no’, dijo Guzmán, ‘no autorizo que invadan mi cuerpo’”. Foto: Antonio Melgarejo/La República
Antes del GEIN se priorizaba lo operativo.
Dincote fue una unidad eminentemente operativa y, digamos, no se tenía mucho tiempo para el análisis. Lo que interesaba eran las capturas, los resultados claros. El trabajo de análisis era importante, pero ligado a las personas, los que ocasionaban los atentados. Primaba la captura de personas, la incautación de armamento, de explosivos, de propaganda. Eso sí era muy relevante. El trabajo se centraba en ello por propia necesidad.
¿Cuando se crea el GEIN, se tiene la idea, desde el inicio, de capturar a los altos mandos?
Hasta ese momento, Sendero era una organización que no la paraba nadie. Era un tren pero ya definitivamente desbocado. Su proceso fue creciendo en el tiempo. Jiménez había analizado que capturar a mandos militares de organismos de mediano nivel prácticamente no afectaba a Sendero. Ni se conocía la dimensión de la organización ni mucho menos cómo estaba estructurada, porque recién el organigrama de Sendero se va a configurar cuando cae la documentación. Y estamos hablando del 91…
O sea, durante diez años…
… estábamos en nada. La lucha contra el terrorismo ha tenido etapas, la primera es de los 80 al 90. A partir de allí, cuando el coronel Jiménez funda el GEIN, pasamos a una etapa totalmente distinta. Es decir, diez años demandó generar toda una estrategia. En el 90, Jiménez se dio cuenta de que capturar a mandos militares, de lo que se denominaba Ejército Guerrillero Popular, no debilitaba a esa organización o si lo hacía era muy poco. Él se da cuenta de que mientras no se afecte al generador de la ideología, Guzmán, definitivamente muy poco estábamos haciendo.
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En la captura de Guzmán, el 12 de setiembre de 1992, ¿qué papel le tocó realizar?
A la casa llego de apoyo. Ese día yo no iba a participar. Primero, esa operación Jiménez la había planificado para que se lleve a cabo días antes, él decía en cualquier momento se desata la tormenta y ya todos sabíamos a qué se refería… Esa operación debió haberse dado no el 12, estaba planificada para antes, pero se pospone. Entonces, en la tarde ya habían intervenido al ‘Zorro’ en La Victoria. Recuerdo que no teníamos la certeza de que Guzmán estaba en Los Sauces...
¿”El Cachetón” ya estaba en la mira?
Así es. Un agente, me acuerdo hasta ahora del alférez Villacorta, de Iquitos, una noche en que se da un apagón,nos dice: “Alerta, alerta, acabo de ver una imagen de una persona que camina medio encorvado”. Las cortinas estaban cerradas, pero el apagón se dio y Guzmán en un momento se puso delante de la luz y el muchacho, filmando, ve la imagen y da la alerta. Dice: “Acabo de ver a alguien con esas características”. Muchos de nosotros incluso nos burlamos: “Este cojudo qué está viendo, que por acá que por allá”. Pero ni siquiera eso nos tenía seguros... Yo veía los deshechos de la casa, veía todos los desperdicios, hallaba rasgos gráficos en documentos, de ahí que yo conocía la letra de cada uno de ellos, de Guzmán, de Iparraguirre, teníamos un banco de muestras.
¿Así supo detalles, enfermedades...?
Claro, inclusive faltando unas dos semanas en la basura se encuentra cabello con pintas, canas, en esa casa donde supuestamente vivía solo la bailarina Garrido y su esposo Incháustegui. ¿De donde salió ese cabello? Otro día también hay colillas de cigarrillos, More, Winston, Yves Saint Laurent… Otro día, en un seguimiento, Maritza Garrido arroja un papel a un riachuelo y quedó pegado en el barro…. Me lo entregan y veo, ¿es que hay un tercer pleno del Comité Central? La oficina de análisis confirma el Tercer Pleno, con letra de Iparraguirre. Se arma el rompecabezas. Era un indicio de que en esa casa había algo más.
¿Interviene en la casa de Los Sauces?
Entro en esa casa. Había un gran capitán, Pinto, él me conocía desde antes del GEIN y sabía que levantar las actas era mi chamba. Y me propone. Y Valencia dice: “Lleven al Boliviano”. Me dice: “Tú con Pérez Llanos van por atrás”. Pérez Llanos luego me dice: “¿Estás cojudo? No me pierdo la cana de Guzmán”. Y cuando empieza el alboroto, corrimos a la casa. En el piso ya había cuatro o cinco personas en el suelo, Gaviota los tenía reducidos. En el segundo piso estaba pues Guzmán.
¿La captura les cambió la vida, más allá de la recompensa?
Bueno, no esperábamos la recompensa. Había la opinión de que era nuestro trabajo, entonces el Estado no te puede pagar y darte recompensa. Pero entendimos que hay situaciones que corresponden por el esfuerzo, y hubo un ofrecimiento.
¿Qué piensa hoy de Sendero? ¿Piensa que de veras ha sido liquidado ya?
Sendero no fue, definitivamente, nunca lo mismo desde ese 12 de setiembre.
¿Conversó mucho con Guzmán?
Bastante. Cuando él cae, mi área, que era de bienes incautados, tenía que ver con toda su indumentaria, con las medicinas que recibía. Cuidarlo fue responsabilidad del Estado, a través de nosotros. Porque ya habíamos detectado sus problemas de salud, tomaba varias medicinas, para la presión, riñones, psoriasis. ¿Qué nos aseguraba que tome sus medicinas sin ocasionar un problema?... Un día, una enfermera le dice: “Necesito una prueba de sangre”. “No, no, no”, dijo Guzmán, “no autorizo que invadan mi cuerpo”.
¿Qué piensa del LUM?
Mire, la verdad, es la primera vez que he venido. Me han invitado para el domingo. He escuchado comentarios, evidentemente, no muy halagüeños. Dicen que se ha puesto mayor énfasis en cuestiones ligadas a una parte...
¿Y es lo que ha visto?
No sé si será todo. El último comentario que escuché era de que aquí no se hace referencia a cómo operaba el Estado. No lo sé, haría mal en emitir juicio. El domingo he sido invitado. Voy a estar presente y hacer algo útil para la sociedad. He sido funcionario del Estado. Tengo condición de Héroe de la Democracia (ley 30655) y tengo un rol que cumplir. Lo único que hago es tratar de dar ese conocimiento que he tenido, obviamente mientras sea positivo.
Exponer ante el público es importante.
Sí, bueno, es la primera vez que lo hago porque he estado de servicio hasta el año pasado. Y no podía prestar declaraciones porque los reglamentos así lo especifican. Hoy mi condición ha cambiado. No tengo la menor intención tampoco de exagerar, me allano a las cosas que conozco. Hay un detalle, cuando he conversado con el señor a cargo se refiere a un conflicto armado interno y quienes hemos vestido el uniforme nos referimos a lo que está tipificado, a lo que es legal, y las leyes peruanas no hacen referencia a conflicto armado interno, lo llaman terrorismo.
¿Es importante la invitación del LUM?
Claro que sí, de una y otra forma. Y no solamente aquí, hay experiencias universales. Lo que tiene que hacer la sociedad justamente es encontrar espacios de reflexión porque lo más elemental y lo más duro es cuando queremos olvidar y tapar las cosas. Eso no hace nada bien, no es bueno. Entonces, la verdad, espero que el LUM cumpla su papel. Y, bueno, continuar con el diálogo.