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Domingo

Ladrillos hechos de relaves

Antony Aguedo Asensios encontró una forma de reutilizar los relaves mineros: hacer ladrillos para construcción. Su iniciativa ganó el Premio a la Innovación Tecnológica en el Sector Minero 2021.

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Proyecto. Antony espera disminuir la contaminación por relaves. 8.000 pasivos ambientales había en el Perú al 2020. Foto: Pronabec

Cuando Antony Aguedo estaba en la secundaria, siempre que pasaba por Ticapampa, distrito de Recuay, Áncash, veía los relaves abandonados. En esos viajes se decía: “Tengo que hacer algo”. Porque ese material de deshecho estaba en las laderas del río Santa, y nadie se hacía cargo.

Y cuando supo por la televisión de la existencia de otra relavera cerca de Huaraz, donde vivía, pensó que tenía que estudiar una carrera para tratar de remediar esos pasivos ambientales. -Por eso me decidí por la carrera de Ingeniería de Minas- cuenta.

Antony postuló y ganó una beca para estudiar en el Colegio Mayor de Lima -donde van los alumnos destacados de los colegios del país- y al terminar la secundaria postuló e ingresó a Ingeniería de Minas en la Universidad Católica, con apoyo de Beca 18 del Programa Nacional de Becas (Pronabec). Para el 2019, cuando estaba en séptimo ciclo, decidió que el tema de su tesis podía ser el proyecto de hacer ladrillos con los relaves mineros. Es decir, darle un nuevo uso a ese material de deshecho.

Empezó a tocar puertas, se comunicó con ingenieros de empresas mineras y les contó de su iniciativa. “Ya, mándame un correo”, le dijeron algunos, pero nunca le contestaron. “Quizá porque era estudiante y no tenía ningún grado académico”, comenta. En el 2020 logró contactar con el Hub de Innovación Minera y tuvo la oportunidad de exponer su proyecto ante los socios de esa asociación. Fue entonces que Compañía Minera Poderosa se interesó en su investigación y decidieron apoyarlo.

Ellos organizaron un laboratorio en Lima, le brindaron el material de relave y respaldaron los costos de la investigación. En esta instancia, Antony tuvo la asesoría de los ingenieros Julio Guizado, Máximo Simon y Diego Sologuren, de parte de la empresa. “Es un laboratorio piloto, donde hemos hecho las pruebas. Y estamos en proceso de escalarlo para usos dentro de la misma unidad minera. Solo esperamos los últimos resultados de unas pruebas que hemos hecho”, explica.

Construir sin contaminar

El proceso para hacer los ladrillos, contempla un porcentaje de relave dentro de la mezcla, que se completa con aditivos activadores como el silicato de sodio, hidróxido de sodio y agua. Se lleva al horno por tres o cuatro días a temperaturas de entre 60 y 90 grados. Después se deja secar a temperatura ambiente dentro de unos moldes que le darán su forma de ladrillo con compresión simple.

-Los relaves son tóxicos. ¿Cómo se evita que un ladrillo de estos sea tóxico?

-Dentro de la reacción química que ocurre en la mezcla, se genera una red de polímeros que logra encapsular los metales contaminantes. Eso ya lo hemos probado y se ha logrado el encapsulamiento. Y aún queremos llegar a estándares más altos. Estamos probando otros materiales para la mezcla y hemos visto que podría haber mejoras significativas. Lo que queremos es asegurarnos al ‘mil por ciento’ que este ladrillo sea utilizable sin ningún riesgo de contaminación para las personas.

Antony utilizará sus vacaciones para culminar su investigación, que ha llevado adelante incluso en tiempos de pandemia. Es un profesional cuidadoso en sus proyectos. Culminó la carrera el 2020, está terminando su tesis, está estudiando una maestría y es predocente de su facultad. Dicta el curso de resistencia de materiales de minería. A sus alumnos les dice que ellos pueden ser los líderes que el país necesita.

Sobre su proyecto, tiene el sueño de una industria minera con cero residuos. “No es que yo patento esta idea, pongo una fábrica y compro relaves para hacer ladrillos. El tema es hacer un trabajo colaborativo. Tener una minería amigable ambientalmente, y sostenible en el tiempo”.