Las pantallas se han convertido en casi una extensión de nuestra vida. Somos una generación que, empujada por la pandemia e imposibilitada de establecer límites, crece y se desarrolla frente a dispositivos. Vivimos por y para la tecnología. No es exageración.
¿Cuánto es demasiado?, ¿cuenta el aprendizaje a distancia?, ¿ qué pasa si uno está demasiado agotado para estos debates? En el pasado, muchos padres se acostumbraron a percibir las pantallas como algo poco saludable. Si se les daba a elegir entre, por ejemplo, hacer que sus hijos practicaran deportes en equipo o tenerlos sentados en casa deslizando una pantalla digital, la opción más saludable era obvia. Sin embargo, ante el estallido de la crisis sanitaria —y en medio de una tercera ola latente— quedarse en casa es la opción más segura. Pero igual ha habido efectos.
Consejo. La especialista recomienda separar la vista de la computadora cada 20 minutos.
Hace poco, Unicef evidenció su preocupación por el bienestar de los niños y los jóvenes ante el incremento del tiempo que estos pasan frente al computador, al celular y a la televisión. No es sorpresivo: según un estudio de SuperAwesome, una compañía de tecnología enfocada a menores, los pequeños están pasando hasta tres horas más por día delante de una pantalla, expuestos al síndrome visual informático. Pero hay más. En los últimos tres años, según el Instituto Nacional de Oftalmología (INO), cientos de peruanos dejaron de acudir a consultas oftalmológicas debido a la vorágine. Si en 2019 se atendieron 226.823 pacientes, en 2020 esa cifra cayó a 54.567, y a 36.516 en 2021.
“Son datos que revelan una realidad preocupante sobre el deterioro visual en el país –dice Patricia Lira, oftalmóloga especialista en retina y mácula, y promotora de una cruzada para visibilizar la marca de la pandemia en la salud ocular–. A eso hay que sumar que el confinamiento ha instaurado una generación que pasa día y noche ante las pantallas”. Una generación que ha olvidado que mantener una buena agudeza visual es sinónimo de calidad de vida.
De acuerdo a la especialista, los males más comunes en Perú son los errores de refracción (que se producen cuando la forma del ojo no permite enfocar bien), las cataratas (opacidad del cristalino), la degeneración ocular, el glaucoma (enfermedad que daña el nervio óptico del ojo) y la retinopatía diabética, que aparece como resultado del daño en los vasos sanguíneos del tejido ubicado en la parte posterior del ojo.
Lira recuerda que cada 20 minutos el usuario debe apartar la mirada de la pantalla de nuestro dispositivo electrónico y ver a 20 pies de distancia. Foto: La República
Sin embargo, tras el segundo año de pandemia, se ha registrado un aumento en los casos de miopía, sobre todo en niños en desarrollo. “El ordenador, las tabletas, los libros, videojuegos, pinturas, todas las actividades que impliquen estar cerca, favorecen la aparición de este mal ocular. Antes se presentaba en menores de once años, ahora ya aparece desde los ocho”, lamenta Lira, mientras recorre con los dedos la maqueta de un ojo.
Luego dice que en este contexto también se han desarrollado o agravado otras patologías como la conjuntivitis y la sequedad ocular, sobre todo ahora que se dispara un verano que no da tregua. “Al estar concentrados delante de la pantalla, parpadeamos menos y segregamos menos lágrimas. Es entonces cuando aparece el ardor en los ojos, la fatiga visual y la dificultad para enfocar, entre otros”, comenta Lira y avizora que las consecuencias más drásticas podrían verse en unas tres décadas: personas cuya visión se vaya degenerando a temprana edad.
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Una herramienta efectiva para aminorar los efectos del síndrome visual informático causado por la exposición prolongada a las pantallas es la regla 20-20-20. Lira recuerda que cada 20 minutos el usuario debe apartar la mirada de la pantalla de nuestro dispositivo electrónico y ver a 20 pies de distancia, es decir, a lo lejos, durante 20 segundos.
Otra recomendación es sentarse a una distancia de unos 60 centímetros de la pantalla y ubicarla de manera que su visión se dirija hacia abajo, además de optimizar la resolución del dispositivo y trabajar siempre con una iluminación de ambiente adecuada y, bajo ningún concepto, hacerlo a oscuras. Los mínimos cambios generan grandes diferencias.