No tuvo manera de saberlo.
Ese día de febrero en que lo compró a un ambulante del centro de Lima, Maribel Sotelo no tuvo manera de saber que se trataba, en realidad, de un zorro andino. Lo vio tan tierno y sumiso que lo llevó a casa sin aspavientos, confiada en que era un husky siberiano. Tampoco hubo sospechas ni premura durante las semanas posteriores en esa vivienda del asentamiento Sol Naciente de Comas. Lo llamaron Run Run, como ese juego para niños. Dicen que ladraba, que comía galletitas para cachorros, hasta la noche de relámpagos inusuales cuando huyó despavorido y empezó a cazar las gallinas y cuyes de los vecinos.
De pronto, la historia de una confusión saltó a la tele. Luego vimos más: Sotelo pidiendo ayuda a las autoridades de fauna silvestre para atraparlo, Run Run burlando esos intentos. Hizo falta una semana para que los técnicos del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor) lograran dispararle un dardo tranquilizante y trasladarlo al Parque de las Leyendas. Permaneció allí por unos días, y finalmente fue derivado a un centro especializado donde seguiría análisis clínicos tras ser diagnosticado con déficit de peso y enfermedades infecciosas.
Desde entonces, Run Run devino en el rostro más triste del tráfico ilegal de animales en el país y, pese a que su paradero se desconoce, sigue inspirando memes, polos, dibujos en acuarela, algún poema contra el cautiverio, iniciativas para otorgar recursos económicos a los centros de rescate autorizados (por ejemplo, un perfil de OnlyFans creado por el Fondo Ambiental del Perú) y cuentos. Sobre todo, cuentos. El más reciente ha sido escrito por el ingeniero industrial y sociólogo Alfonso Muñoz e ilustrado por Sam Scavino. Es un relato para niños basado en la desdichada aventura del zorro que fue comprado por 50 soles y criado como perro en un país donde más de 300 especies están amenazadas por el tráfico ilegal de fauna silvestre, y donde cada año se decomisan más de 5.000 especímenes por actividades ilícitas.
Foto: difusión
El libro, producido por Incabooks —el sello editorial creado por la distribuidora del abuelo de Muñoz—, pretende ser un “ejercicio de empatía y ternura”, pero también una crítica al delito que arrancó a Run Run de su hábitat natural. Aunque da voz a ese personaje que se robó el corazón de miles, el álbum ilustrado no recurre a moralejas ni lugares comunes.
“Me parece que no subestima la inteligencia de los pequeños, sino que los lleva a ponerse en situaciones —dice el autor, que incursiona por primera vez en la literatura infantil—. También pone énfasis en el origen del zorrito, cuando nacen ciegos y sordos, cómo cayó en las redes de los trafi cantes, cómo acabó en un mercado limeño y qué pasó el día después para que nunca más vuelva a ocurrir algo así”. La escribió poco tiempo después de la explosión mediática de Run Run. Para el arte final, convocó a la ilustradora Sam Scavino, en cuya obra prevalecen animales y plantas. ‘El zorrito Run Run’ estará disponible a nivel nacional en supermercados (Wong, Metro, Plaza Vea, Tottus, Tai Loy) y librerías (Crisol, Entre Páginas, Mía’s Bookstore, incabooks.pe) a 9.90 soles.
“Ese precio tiene una razón de ser —explica el autor—. Es democrático, pero también apunta a derribar el prejuicio en torno a un libro a grapas, pues se piensa que es de menor calidad”. Una historia crea memoria, añade Muñoz, pero, sobre todo, es un camino a la refl exión con algo tan lúdico como un dibujo.