Un esfuerzo gigante antes de que la tercera ola de la pandemia nos explote en la cara, uno que implique una campaña de comunicación a favor de las vacunas, el refuerzo del primer nivel de salud (postas y centros de salud comunales) y reducir el rango de edad para que todos los interesados accedan a la inmunización. Esa es la receta de la decana del Colegio de Enfermeros, Liliana la Rosa, para plantarle cara a las nuevas variantes del virus, antes de que sea demasiado tarde.
¿Está ahora en Huánuco?
Estoy en Huánuco porque ha fallecido una grande de la salud pública, la doctora María Salcedo, decana regional.
Algo escuché. Ella falleció por un problema oncológico.
Así es.
Cuando ocurren este tipo de situaciones con los servidores de la salud pública, ¿reciben algún beneficio en sus tratamientos?
Ellos ven las cosas por su cuenta. Pedimos apoyo, el esposo es médico, sus dos hijos también. Buscamos apoyo en Fiorella Molinelli, luego en distintas autoridades. Pero es el sistema el que está mal, nosotros no tenemos ningún trato privilegiado. Es más, yo quiero señalar que ella fue la primera enfermera del Perú que fue directora de una región de salud. Rompió un paradigma donde se cree que solo los médicos pueden ser directores del sistema sanitario.
¿Cuánto ha golpeado a su gremio la pandemia? ¿Hay una cifra de enfermeros fallecidos?
Sí, son 163 enfermeros fallecidos. De lo que no hay cifra fidedigna es de la cantidad de técnicos de enfermería fallecidos. Ellos están en indefensión, tienen sindicato, pero solo agrupa a los nombrados, y hay miles que están en CAS que no tienen un resguardo de sus derechos laborales.
¿No hay siquiera un aproximado?
Lo más probable es que nos tripliquen, pero no hay un dato fidedigno. Otro dato aproximado es que 13 mil enfermeras nos contagiamos de COVID y creemos que en el caso de los técnicos fue el triple, pero allí no tenemos el dato.
Esta semana se han visto varios centros de vacunación vacíos. ¿Cómo combatir las campañas de desinformación contra las vacunas?
Mire, nosotros hemos erradicado al menos 26 enfermedades inmunoprevenibles del país y con la experiencia que tenemos el ministerio se beneficiaría. Es decir, si nos escuchara. Pero no nos escucha. ¿Qué se tiene que hacer? Fortalecer los puestos y centros de salud con enfermeras, técnicos de enfermería y promotores de salud. ¿Cuál es el secreto? En los puestos de salud hacemos lo que llamamos “microplanificación local”. ¿Y qué es eso? Que tenemos censada a nuestra población. Sabemos cuántos niños hay, cuántos viejitos, cuántas embarazadas, cuántos adultos con problemas crónicos, etc. Y en base a ese censo, podemos controlar que los vecinos reciban su medicación, que los niños reciban sus vacunas, su primera dosis y sus refuerzos. Eso es microplanificación. Eso lo hacemos las enfermeras y eso debería hacerse en este momento. Pero no lo han hecho. Por el contrario, no han fortalecido los puestos de salud.
Me dice que se ha descuidado el primer nivel de salud.
Así es. Es que en los últimos tiempos, a los centros de salud llegó gente joven que no está nombrada. Y esa gente joven fue convocada para los CAS COVID de las UCIS y los hospitales. Por ese trabajo ofrecían seis mil soles, mientras que en su centro de salud ganaban 1,300 soles o 2,800 soles, a lo máximo. Entonces esos chicos dejaron sus centros de salud, porque todos los incentivos para enfermería fueron a contratar CAS COVID.
Si estos centro de salud están descuidados, ¿eso pone en riesgo la vacunación de otras enfermedades?
Claro, la vacunación no se hace en el Instituto Neoplásicas o en los hospitales más complejos, es una actividad preventiva, de los centros de salud, que quedan cerca de las casas de la gente. Son más de 8 mil servicios de primer nivel de atención y allí se hace la vacunación. Pero si la mayoría de jóvenes ha migrado a otros centros, y los enfermeros mayores, con comorbilidades, están en sus casas, imagínate. Los puestos de salud están con una enorme necesidad de enfermeras, técnicos y promotores de salud. Las vacunas tradicionales fueron descuidadas. Por ejemplo, para la vacuna contra el cáncer de cuello uterino, el papiloma virus, el año pasado se planificó vacunar a 255 mil personas, vacunaron un poco más de 44 mil. Es una cobertura bajísima. Mientras Colombia y Chile han mantenido su cobertura en el 90%, nosotros en la pentavalente nos hemos ido al 70%. Eso fue el año pasado. Este año en algunas vacunas estamos al 20 o 25% de cobertura, y ya estamos en agosto.
¿El problema es solo de personal o también de insumos?
Las vacunas sí están, lo que falta es gente y la infraestructura. Tenemos que meter plata a ambas cosas y eso estaba en el plan de gobierno de Perú Libre. Cuando nosotros mandamos nuestras ideas a los dos partidos en la segunda vuelta y nos reunimos con el presidente Castillo, él, que en ese momento era candidato, nos invitó a formar parte de la asesoría técnica de su comisión de salud. En ese momento nos reunimos con el doctor Hernando Cevallos, que era coordinador de esa área, y con el past decano del Colegio Médico, Julio Castro. Les planteamos todas nuestras propuestas. Y todo funcionó hasta el 26 de julio. Desde esa fecha no hemos vuelto a ser convocados.
En estos días se estuvo discutiendo la posibilidad de que las vacunas se apliquen en boticas y farmacias. ¿Está de acuerdo?
No. No estamos de acuerdo. Lo que nosotros pedimos es que las enfermeras hagan su trabajo a nivel de salud comunitaria, vayan a las familias, convenzan, allí van a cerrar la brecha de los que no han vuelto por su segunda dosis, que están haciendo un acto de negligencia social. Pero además hay otra cosa. Hay un concepto en salud pública que se llama “oportunidades perdidas”, que es un concepto de la Organización Mundial de la Salud, que dice que si tú tienes los insumos, el consultorio y el personal para la atención de una determinada patología, y además tienes un paciente que viene y te dice: “Yo quiero que me atiendas”, tú debes aprovechar esa oportunidad. Pero si tú le dices que no lo puedes atender porque ese día les toca a los de pelo rojo o a los de 80 años, eso está mal. El gobierno no debería impedir esa atención. Es un pecado que la enfermera que debía vacunar a cinco mil personas en su vacunatorio, en un fin de semana, se regrese a la Diris con 1800 vacunas. ¡Son 1800 vidas que se pueden salvar!
Bueno, ahora el gobierno ha decidido reducir el rango de edad para vacunar a más gente.
Ya deberíamos pasar a los de 30. Mire cuántas semanas hemos pasado de piquito en piquito. Yo he estado en Cusco, en Cajamarca. El lunes volví a Lima y fui a un vacunatorio. Había montones de sillas vacías. Le pregunté a un colega si estaban trabajando a toda máquina y me dijo que no. “Acá son normalmente 30 brigadas, pero solo hay nueve”, me contó. Y eso pasaba porque la gente no iba a vacunarse. En otro momento me encontré con un técnico de enfermería y le digo “por qué no estás en el estadio (vacunando)”. Y lo que pasa es que le habían dado una tarde libre porque no iba la gente. ¿Cómo puede ser eso cuando hay miles de personas de 35, 34, 30, 28, que se quieren vacunar? Yo sé que al doctor Cevallos le interesa cerrar las brechas. Pero nosotros ya le dimos la respuesta. La receta es ir casa por casa y no sentarse en el centro de vacunación. Cuando yo fui ministra encontré que en el MIDIS esperaban que la gente se fuera a inscribir al local de San Isidro. ¿Y qué hicimos nosotros? Abrir ventanillas sociales, en coordinación con las municipalidades, en las zonas más alejadas de la ciudad.
Me dice que el gobierno ya conoce de su propuesta.
Sí, ya lo saben. Mire, nosotros erradicamos el sarampión, la rubiola, las enfermedades más conocidas, yendo casa por casa, barrio por barrio, junto con el ministerio de Defensa, con el apoyo de la seguridad ciudadana y las promotoras de salud que hablan las 46 lenguas originarias. Eso es lo que debe hacer el ministro. Entiendo que no lo sepa porque es médico. Los que sabemos somos los enfermeros. Que nos pregunte, para que sepa cómo se hace.
¿Cómo ha sido la experiencia de los enfermeros con las vacunas? ¿Hay muchos que se hayan contagiado con el virus después de recibir las dos vacunas?
En el caso de los enfermeros, que somos aproximadamente cien mil vacunados, no tenemos casos graves en Unidad de Cuidados Intensivos. Es absolutamente positiva nuestra relación con la Sinopharm. Todos la hemos recibido, solo algunos adultos mayores que trabajan como enfermeros han recibido Pfizer, pero masivamente hemos sido vacunados con Sinopharm. Los compañeros están en UCI, en emergencia, y no han caído en enfermedad grave.
¿Cómo debería elaborarse una campaña de comunicación para que la gente no tenga temor de las vacunas?
Yo haría varias cosas. Respuestas complejas para temas complejos. Una primera, una gran campaña con líderes de opinión, incluiría a youtubers, tiktokeros, a los cuales las personas les crean, y en los idiomas de la gente, y dividiendo los grupos etáreos. No es lo mismo lo que se le debe decir a un joven de 18 o 15 años, que lo que se debe informar a un adulto mayor. Necesitamos, además, convocar y certificar periodistas. Haría que la Escuela Nacional de Salud Pública certifique a los periodistas en COVID, vacunación y el calendario de vacunas. Por otro lado, haría una alianza con la Confiep, con las Cámaras de Comercio, con los microempresarios, hoteleros, artesanos, etc, para que hagan ofertas a las personas que tienen el calendario de vacunas completo. Todo eso suma, y eso también es comunicación. Haría una alianza con el Poder Judicial y el Ministerio Público para que tomen acciones contra el que desinforma, porque están atentando contra la vida y la salud. Eso es muy necesario. Mire, en otros países, cuando alguien comienza a decir mentiras que ponen en riesgo la vida y la salud de las personas, le cortan el micrófono. ¡Aquí le ponen el micrófono! Yo sancionaría a los que hacen eso. Finalmente, daría incentivos económicos a las promotoras sociales que capten a la gente que no se ha vacunado todavía, en sus respectivos idiomas, son 46 lenguas en todo el país. Las enfermeras y los médicos escasamente hablan el quechua y el aymara.
Suena bien. ¿Hay dinero para todo eso?
Bueno, allí hay que pedirle a Pedro Francke que mire su caja, sea generoso y busque cobrarle a los que no pagan sus impuestos y de una vez movilizar a todos los medios, las promotoras de salud y a las fuerzas vivas de la sociedad.