Que el virus fue creado en un laboratorio para enfermarnos. Que todo es un negocio de las farmacéuticas que se harán más ricas con la vacuna. Que la vacuna fue hecha muy rápido, y que, por lo tanto, no es eficaz. Que en Chile se han vacunado masivamente, pero no han bajado las muertes.
Estos son algunos de los argumentos que esgrime Olga Verástegui (73) para explicar por qué ha decidido no vacunarse. Olga, que vive con su esposo, también adulto mayor, en el distrito de Reque, Chiclayo, tiene un discurso muy escéptico frente a la inmunización, uno que ha alimentado con los mensajes que llegan a sus redes sociales, de preferencia, a los chats grupales del WhatsApp.
Lo último que reafirmó su negativa sobre la vacuna fue enterarse que los adultos mayores de su región serían vacunados con las dosis de AstraZeneca de la cual desconfía: ”En Europa la han rechazado. Dicen que produce trombosis. También he visto que le agregarán un adicionado para no causar daño, pero, ¿quién testifica eso?”. Su nieta Claudia Rivera (20) le ha explicado que la píldora anticonceptiva tiene más probabilidades de causar trombosis que la vacuna, pero sus palabras no la convencen: “Parece que le tiene más miedo a la vacuna que al virus”, dice la joven angustiada por su abuela.
Stanis Castillo (27) tiene el mismo sentir. Su abuela de 77 años, quien prefiere no ser identificada, faltó a la vacunación y, a pesar de que perdió a una de sus hermanas por la COVID-19, parece que no dará su brazo a torcer. Dice que la vacuna está hecha con embriones humanos, que afectará nuestro ADN y, como Olga, opina que fue hecha ‘al guerrazo’.
La anciana hace eco de un video, que Stanis descubrió en su celular, en el que médicos antivacunas dicen cosas como que “la vacuna disminuirá a la población en un 80%”, que “modificarán los genes de las personas”, que “provoca una enfermedad mayor, incluso la muerte”. Es seguidora, además, de José Luis Pérez-Albela, y cree fervientemente que, si su cuerpo está sano, la enfermedad no causará estragos: “El virus no va a entrar en mí porque llevo una vida saludable, todas las mañanas tomo kion, ajo y limón y mis vitaminas. El doctor dice que el terreno es lo que cuenta”.
Su nieto no la contradice pues ella sufre de presión alta. “Intento explicarle cómo funcionan las fake news [o noticias falsas] y ella responde con sus dichos: ‘cuando el río suena es porque piedras trae’”. El comunicador opina que existe una campaña de desinformación muy fuerte sobre la vacuna y su abuela es una de sus víctimas: “Algunos medios no contrastan la información, lo que dijo el doctor Bustamante en el programa de Ortiz, que la vacuna no era efectiva, rebotó en varios medios”.
Se refiere a la lectura errada del informe del ensayo clínico de Sinopharm que hizo el médico Ernesto Bustamante –actual cabeza del equipo de salud de Keiko Fujimori–, que se apresuró en decir que la vacuna china tenía una efectividad del 11% y que era prácticamente “agua destilada”. Luego se verificó que tenía 79.3% de efectividad y hoy cuenta con la aprobación de la OMS. De hecho, esta semana Percy Mayta-Tristán, investigador de la Universidad Científica del Sur, le dijo a La República que la campaña de desinformación de Willax sobre esta vacuna paralizó la compra de un lote que pudo inmunizar a 2,5 millones de peruanos.
La psicóloga cognitiva conductual Shella Bellido, del hospital San José del Callao, opina que las personas se refugian en las fake news para hacerle frente a lo caótico de la realidad: “Las van rumiando como una forma de escape, para protegerse de la incertidumbre porque, en el fondo, se les hace difícil reconocer que tienen miedo y están asustados”.
Empatía e información
Rebeca Miranda (65) tampoco se vacunará. Se niega a ser inmunizada por temor a los efectos secundarios. En realidad, se alejó de todo tipo de vacunación y medicamentos hace años. La comerciante tiene un hijo con autismo y cree que una de las vacunas de refuerzo que le pusieron cuando era un bebé le ocasionaron esa condición. Hoy está totalmente entregada al naturismo, una forma de vida que consiste en alimentarse y curar sus enfermedades con productos naturales. Sin embargo, para hacerle frente a la COVID-19 recurrió al uso de dióxido de cloro, un tratamiento que la OMS considera peligroso.
“Lo tomo desde hace cuatro años, 20 gotas en el desayuno y 20 antes de dormir, para tratar- me el colon irritable. Hoy lo consumo como preventivo porque mi esposo se ha contagiado”. Sobre la vacuna, Rebeca opina que es “artificial” y que el Estado no ha dado información fiable. “Carlos fue ultrasensible a una vacuna y viene de una madre que, tal vez, también lo sea. Además, ¿qué garantías nos ofrecen los laboratorios? Ninguna”.
Ella superó la COVID-19 en casa hace unas semanas, pero su hija Katherine Castañeda (32) teme una reinfección: “Cuando se enfermó no quiso tomar pastillas, pero la convencí apoyándome en familiares que se contagiaron y mejoraron con fármacos. Esta vez, haré lo mismo, la acercaré a parientes que le cuenten su experiencia con la vacuna”.
Sobre el uso del dióxido de cloro, dice resignada: “Estoy en contra que lo consuma, pero más allá de sugerirle que no lo haga, no puedo hacer más”.
“Los adultos mayores tienen una visión de vida marcada por la cercanía a la muerte, se sien- ten más vulnerables y ven a la vacuna como la amenaza que los volverá aún más frágiles”, explica la psicóloga Bellido y recomienda que si queremos convencerlos sobre los beneficios de la vacuna hay que ser empáticos: “No basta con darles información y decirles ‘mira, lee esto’, eso los pondrá más a la defensiva, se trata de validar sus miedos y ayudarlos a enfrentar la desconfianza”.
Buscando un poco de empatía, Claudia, la nieta de Olga, llegó a Twitter y se encontró con un mensaje del actor Jaime Lértora quien ofrecía grabar mensajes personalizados a los adultos mayores que rechazan vacunarse. A Jaime (73), recordado por su personaje de la telenovela Carmín, le llovieron mensajes de nietos desesperados. Él, que no es tan tecnológico, se apoyó en su hija y empezó a grabar audios vía WhatsApp. Le habló a Teonila de Tarapoto: “Te cuento que me voy a vacunar porque no quiero terminar en una cama UCI. Lo hago por mis nietos y sé que a ti te gusta tanto la vida como a mí. Yo me vacuno el 18 de mayo, ¿y tú?”.
Con este guion claro y directo ha logrado convencer a casi un centenar de escépticos. “Los mensajes deben ser sinceros, amables, cercanos, estoy apelando a la emoción, pero las campañas de comunicación [del Estado] no se han hecho en ese sentido”, comenta. “Se necesitan muchos mensajes y muchos mensajeros”, tuiteó hace poco esperando que más voces se unan a la campaña para concienciar a los adultos mayores de las ventajas de vacunarse