En la unidad de cuidados intensivos del Hospital Dos de Mayo, 18 pacientes infectados por el SARS-CoV-2 luchan por su vida conectados a los ventiladores mecánicos, 15 de ellos tienen menos posibilidades de resistir a la infección provocada por el coronavirus porque son personas con obesidad. Si miramos las estadísticas del Sistema de Informática Nacional de Defunciones (Sinadef), la mayoría de los fallecidos por la pandemia, el 85.5%, fueron pacientes que tenían esta condición.
El médico intensivista Jesús Valverde que trabaja en primera línea en ese nosocomio re- conoce de partida que una de las desventajas de las personas con excesiva masa corporal es su baja ventilación pulmonar: “En un cuerpo obeso, la grasa acumulada en el abdomen comprime el tórax, quitando espacio a los pulmones para respirar plenamente. Si uno observa la radiografía de un obeso verá que sus pulmones son muy pequeños”. La hipoxemia o la disminución de oxígeno en la sangre será más severa en estos casos.
Las características anatómicas de una persona con sobrepeso también serán un factor de riesgo al ser conectado a un ventilador mecánico. La intubación -que es la maniobra que realizan los médicos para introducir un tubo en la tráquea del paciente y así permitir la entra- da de aire a los pulmones- será muy complicada.
“Al tener un cuello corto, la visibilidad de sus estructuras anatómicas se reducirá y será más difícil manipularlo. Cuando le abrimos la boca con el laringoscopio no distinguimos con facilidad la glotis, que es por donde realizamos el procedimiento”, agrega Valverde. El personal médico tendrá entre a 20 a 30 segundos para hacer la maniobra porque el paciente está sedado, su respiración se ha detenido y mientras más se demoren aumentará el riesgo de muerte. Este momento también es peligroso para los propios sanitarios pues al exponerse por más tiempo a una garganta infectada tendrán más posibilidades de contagiarse.
Pero hay un tercer factor que agrava la infección del paciente con obesidad y es la reacción desproporcionada que tendrá su sistema inmunitario frente al virus. “Las defensas que producirá su organismo no solo atacarán al coronavirus sino también sus propias células y tejidos –indica el doctor Jorge Hancco, especialista en medicina preventiva y salud pública del Ministerio de Salud (Minsa)–. Se dará una respuesta exagerada que provocará la infección no solo de los pulmones sino de otros órganos como los riñones, el corazón, el hígado”.
A través del informe “Perú: Enfermedades no transmisibles y transmisibles”, el Instituto Nacional de Estadística e Informática alertó en 2018 que al menos el 37.3% de los peruanos de 15 años a más tenía sobrepeso y que el 22.7% padecía de obesidad. Es decir, el 60% de la población encuestada tenía una acumulación anormal o excesiva de grasa en el cuerpo lo que ponía en riesgo su salud.
Una persona puede saber si padece esta condición a través de la medición de su índice de masa corporal (IMC), que se calcula dividiendo su peso en kilogramos por el cuadrado de su talla en metros. Por ejemplo, alguien que pesa 70 kilos y mide 1.70 tendrá un IMC de 20.5, es decir no presentará un proble- ma de peso. En cambio, si su IMC está entre 25 y 29.9 tendrá sobrepeso y si está arriba de 30 padecerá obesidad.
La medición del perímetro abdominal también sirve para monitorear nuestra condición física: las mujeres deberían presentar un máximo de 88 centímetros y los hombres de 102, si pasa estos niveles tendrá sobrepeso u obesidad y podrá desarrollar enfermedades cardiovasculares, diabetes, presión alta y su estado se agravará si se enferma de la COVID-19.
Pensar qué comemos
“El coronavirus entra a nuestras células a través de una “puerta” o receptor conocido como ACEII (Enzima Convertidora de Angiotensina II) –indica la PhD en nutrición y metabolismo Sofía Arriarán–. Resulta que las personas con obesidad podrían tener más receptores ACEII, lo que facilitaría la entrada del virus y el riesgo de infección”.
Estos hallazgos sobre los riesgos de la obesidad son ma- las noticias para los peruanos. Pero si piensa que toda la culpa tiene nuestra gastronomía y sus platos con gran contenido calórico está equivocado. Fijémonos más bien en nuestro goloso consumo de alimentos ultraprocesados que incluyen a los productos con alto contenido de azúcar, grasas trans, sal, sodio y conservantes.
En 2018, en el II Foro Gastronómico Internacional, se reportó que cada peruano con- sumía un promedio de 52 kilos de este tipo de alimento al año. En 2013, un informe de la Organización Panamericana de la Salud advertía que nos estábamos volviendo grandes consumidores de comida rápida. Hoy, el descontrol al engullir snacks, bebidas azucaradas y gaseosas y galletas, margarina, salsas y comidas listas nos está pasando factura.
“El Estado no se dio cuenta de que su lucha contra la desnutrición crónica venía con sobrepeso. No ha impulsado una buena educación nutricional. Se le debe enseñar a los escolares cómo alimentarse de forma saludable en el colegio”, añade Arriarán, considerando que en los últimos diez años el número de niños obesos se ha duplicado en el país.
Exigirles a las empresas que usen el etiquetado de octógonos en los productos procesados, para advertir al consumidor sobre lo que va a comer o beber fue un avance, pero parece que no ha sido suficiente para revertir la desordenada dieta que llevamos desde hace años.
“Cuántos millones de soles se ahorraría el Estado si promoviera una alimentación saludable”, comenta el decano del Colegio Nacional de Nutricionistas, Antonio Castillo, quien añade que en estos momentos además de lavarnos las manos, usar mascarilla y mantener la distancia social debemos considerar como prioritario alimentarnos con raciones de comida balanceada hecha en casa.
“Bebamos agua y acompañémosla con minerales de frutas y verduras. Incluyamos grasas de calidad a nuestras co- midas que encontraremos en paltas, aceitunas, pescados y aceite de oliva. Cuidemos nuestra microbiota intestinal, pues diversas investigaciones han demostrado que la salud pulmonar también depende de su equilibrio. Hay que nutrirla con la fibra soluble que encontramos en frutas, verduras y tubérculos”, recomienda Arriarán.
Y los que aún mantienen el autoconfinamiento deben realizar al menos 30 minutos de ejercicio físico al día para evitar el estrés crónico, pues está comprobado que la tensión acumulada libera grandes cantidades de hormona cortisol implicada en la acumulación de grasa corporal.
El dato difundido por el Sinadef ha comprobado que no sólo las personas con diabetes e hipertensión o los adultos mayores son los más vulnerables frente a la pandemia, el exceso de peso también se ha convertido en otro importante factor de riesgo.