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Domingo

Raymond Portelli, aire para Iquitos

Iquitos se ahoga desbordada por el Covid-19 y la iglesia de la región ha iniciado una cruzada para dotar de oxígeno a las víctimas del virus. El sacerdote Raymond Portelli, nacido en la isla de Malta pero ‘charapa’ por adopción, se ha convertido en el rostro de ese esfuerzo. Pronto podrán tener dos nuevas plantas de oxígeno.

Por estos días el sacerdote Raymond Portelli, quién también es médico, atiende pacientes con sospecha de Covid-19 en su consultorio de la parroquia San Martín de Porres, en Iquitos. Los revisa, verifica si tienen síntomas y les da medicamentos que en la calle casi no se pueden encontrar. Puede atender hasta cincuenta pacientes en un día. A las siete de la noche cambia la chaqueta de médico por la casulla sacerdotal y oficia misa en una iglesia vacía. Esta se transmite en vivo a través del Facebook parroquial.

El jueves su homilía fue especialmente sentida: “Señor te pido, sana a mis hermanos que están postrados con sus dolores. A los que están en este momento con dificultad de respiración. Dios, ayúdales a que respiren tranquilos, que sus pulmones se abran. Quita el dolor, calma la fiebre, que se vayan respirando tranquilos. Ayúdales, señor”.

Hoy el padre Raymond, que nació en la Isla de Malta pero vino al Perú hace 25 años y es muy reconocido en Iquitos, se ha convertido en el rostro de la cruzada iniciada por la Iglesia loretana para dotar de oxígeno a Iquitos. El 3 de mayo pasado, ‘Raymundo’, como lo llaman allá, grabó un video llamando a una colecta para hacer una planta de oxígeno en la ciudad. “Hay que hacerla ya, para salvar vidas”, decía. Al mismo tiempo, en su Facebook personal y en el de la parroquia colgaba un post con cuentas de banco para donar.

La respuesta es conocida: pidió 400 mil soles para una planta pequeña y en un día recaudaron 1 millón de soles. A la fecha tienen 1 millon 500 mil soles. Raymond ha ido informando sobre el avance de las donaciones en sus redes sociales y en un post reciente contó que ya transfirió 400 mil soles al vicariato de Iquitos para el pago de la primera planta.

Iquitos está devastado por el coronavirus y los servicios de salud han colapsado. El padre Raymond lo explica: “Hay varios factores limitantes. El primero y principal es el oxígeno: hay una enorme cantidad de gente buscando balones para sus familiares que están muriendo. Luego, no hay medicina básica. La azitromicina, cloroquina, ivermectina, corticoides, paracetamol e inhaladores, no hay o es difícil de encontrarlos. Y el tercer factor es la falta de médicos. Hay muchos contagiados y algunos han fallecido. La situación es crítica”.

Para él, organizar una colecta no es nuevo, pues desde hace varios años ha realizado estas convocatorias para los proyectos de su parroquia en Iquitos. Pero esta vez lo hizo a mayor escala y la solidaridad ha sido grande.

“Es una expresión de desprendimiento total del pueblo loretano, muchos han colaborado con cinco, ocho soles, para hacer frente a la necesidad que todo el mundo está viendo. Son personas que quieren ayudar porque tenemos esperanza. Con un millón y medio de soles podemos conseguir dos o tres plantas de oxigeno”, dice por teléfono, con su dejo extranjero.

-¿La situación se ha desbordado?- le preguntamos.

-Esa es la palabra exacta. Se está calculando unos 40 fallecidos por día-, dice.

Dos nuevas plantas

El martes 5, a las 7.30 de la mañana, el señor Darmis Barrera, un expolicía jubilado, estaba sentado en una silla en la puerta del Hospital Regional de Iquitos, conectado a un tanque de oxígeno que se acababa y suplicando atención. “No hay médicos, nadie te atiende. No hay oxígeno”, le decía a una persona que lo grababa con su celular. Las imágenes nos las hizo llegar su hija Luz, minutos después. Ese mismo día, a las 4.30 de la tarde, el señor falleció. Nunca llegó a una cama UCI.

Ese hecho sintetizaba el drama que vive Iquitos: personas que mueren por falta de oxígeno y de atención. El paciente debe comprar su balón para poder resistir al virus. Además, todo el personal de salud, médicos, enfermeras, técnicos, no alcanzan para tratar el enorme número de casos que se presentan.

Por eso el vicariato de Iquitos sintió que debía hacer algo. Junto al padre Raymond, el otro rostro de esta cruzada ha sido el sacerdote Miguel Fuertes, administrador apostólico de Loreto. Él se ha hecho cargo de las gestiones para llevar la planta de oxigeno de Lima a Iquitos, y nos contó esta semana que ya ha concretado la operación. Ayer sábado ya debería haber llegado la primera de ellas y podría estar operando a fines de esta semana.

“Esta primera planta tendrá una capacidad de 30 balones. Pero pronto tendremos otra de la misma capacidad. Podremos tener 60 balones cada día”, cuenta.

La planta estará ubicada en un terreno del Hospital Regional. Sin embargo, no será suficiente. Iquitos necesita por lo menos una producción de 500 balones diarios para atender la gran cantidad de enfermos por Covid que lo necesitan. En la ciudad ya hay dos plantas de oxígeno privadas que tampoco se dan abasto. Hoy una bombona llena puede costar entre 2,800 y 3,000 soles. Inalcanzable para la mayoría.

El padre Fuertes está agradecido por el apoyo recibido. “Siempre hay más bondad que maldad en la gente”, comenta. También expresa un temor: que el coronavirus se expanda por “el río”, es decir, a las comunidades que viven a unas horas de Iquitos.

“En el río hay pocos casos todavía. ¿Sabes lo que significa mandar oxígeno a lugares a dos días de viaje? Y cuando se acabe, venir a Iquitos a recargar, y después regresar donde está el enfermo. Se va a necesitar muchísimo oxígeno para el río. Este es un pequeño aporte, pero necesitamos más para que haya tranquilidad, y nadie se muera aquí o en el río”, explica.

El padre Raymond y el padre Miguel, además, informan de todo lo realizado a través de videos y de mensajes en sus redes sociales. “Habrá dos plantas y queremos ver si podemos tener una tercera”, comenta el incansable padre Raymond. Antes de atender el consultorio instalado en su parroquia, estuvo trabajando casi un mes en el albergue Kanatari, de la iglesia, atendiendo pacientes con Covid-19.

Portelli estudio medicina en la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana (UNAP), justamente para ayudar a la población a la que le predicaba la palabra. Hoy en su consultorio la medicina es gratis -se la da la Dirección Regional de Salud- porque no tendría sentido “atender personas si no les damos medicinas”. Ha estado en otros proyectos: en un hogar para enfermos de VIH, una casa de acogida para personas pobres y un centro de rehabilitación en drogadicción. Ahora su lucha es contra el coronavirus.

-¿Cómo llegó a Iquitos desde la lejana Malta?- preguntamos.

-Es una pregunta que siempre me hago. Tengo aquí 25 años. Ya soy charapa.