Familia¿Deberíamos prohibir a los niños jugar con armas de juguete? Para algunos especialistas, usarlas normaliza la violencia y los patrones machistas. Para otros, son esencialmente inocuas. El debate está abierto.,Niños y armas: Jugar a la guerra,Niños y armas: Jugar a la guerra,Niños y armas: Jugar a la guerra,El empleado de la galería de tiro, de boina militar negra y chaleco táctico del mismo color, les dijo a los chicos que podían elegir entre tres tipos de fusil. –Este es el M9. Ese es el M4A1, con mira holográfica. Y ese es el M4A3, con mira telescópica. El niño, de 10 años de edad, le preguntó si la mira del M4A3 era como la de un francotirador. El empleado contestó que sí. Los dos chicos coincidieron en que esa era el arma que querían disparar. La réplica de un fusil de asalto de la familia del célebre M4, protagonista en las guerras de Afganistán y del Líbano, hoy usado por fuerzas de élite de todo el mundo. Por 25 soles, el niño y la niña se turnaron para disparar 100 balines de PVC a un blanco situado a unos 20 metros de distancia. Acabaron felices. A su lado, otros menores de edad recibían en las manos réplicas del fusil M9 y de pistolas Glock y Beretta para hacer lo mismo. En la galería de tiro Disparo Táctico, en el centro comercial Plaza Norte, nadie lucía escandalizado al ver a niños y adolescentes aprender a disparar armas de fuego. Menos los padres, que veían orgullosos cómo sus críos acertaban al objetivo. Sin embargo, cuando solo han transcurrido algunas semanas del trágico incidente en el Colegio Trilce de Villa El Salvador, en el que un escolar mató a un compañero e hirió a otro cuando llevó una pistola al colegio solo por presumir, era natural que a algún curioso que se asomara por allí se le vinieran a la cabeza algunas preguntas: ¿Es correcto alentar la familiarización de los niños con las armas? ¿No estaremos formando acaso personas violentas? Modelo machista Para el sociólogo Jerjes Loayza, especialista en jóvenes y violencia, la existencia misma de una galería de tiro de este tipo, en el que padres e hijos consideran entretenido disparar armas juntos, es expresión de una sociedad patriarcal y falocéntrica. –El arma es una extensión de la masculinidad– dice. –Es algo que se impone, es amenaza. Es un modelo de socialización que impone reglas de interacción social que no son las del diálogo o la negociación, sino las que van directamente a la violencia. Loayza cree que es negativo que las personas incorporen a sus conciencias desde muy pequeñas algo que es un símbolo de guerra, violencia y muerte. –El niño o adolescente aprende que mediante el uso de un objeto que genera miedo y que administra de manera impulsiva puede imponerse al otro. El uso de este objeto termina transformando la personalidad de los chicos, haciéndolos hombres controladores, agresivos, potencialmente peligrosos. El psicólogo social César Bazán también considera que detrás de la práctica de llevar a tu hijo a disparar armas de fuego –o, en este caso, réplicas– hay una mirada machista. –Me preocupa que se esté naturalizando la idea de que para ser hombre, para ser macho, una persona requiera manipular este tipo de artefactos. Bazán, quien lideró la Estrategia Nacional contra la Violencia Escolar del Ministerio de Educación (Minedu) entre 2013 y 2015, dice que esta actividad naturaliza un comportamiento potencialmente peligroso. –Es peligroso que un menor de edad tenga acceso a las armas, sea porque las disparó en el centro comercial o porque hay un arma de verdad en casa– dice. –Los niños empiezan a pensar que tener un arma los hace más grandes, más fuertes. Se instalan una serie de patrones machistas de los que, después, es difícil desprenderse. El "agente de las fuerzas especiales", el "mercenario", el "soldado de élite" que protagonizan algunos de los videojuegos y películas más populares, son modelos a seguir para los chicos. Y van siempre armados. –Es el modelo del "hombre perfecto"– dice Jerjes Loayza. –El que es capaz de contrarrestar cualquier miedo y enfrentarse a cualquier peligro. Por eso los videojuegos tipo shooter están entre los favoritos. Asesinar nazis, zombies o cualquier otro tipo de enemigo es un acto divertido que, a la vez, refuerza la masculinidad. César Bazán recuerda que existen estudios, como los de Anderson y Dill y los de Fleming y Rickwood, que demuestran que los videojuegos más violentos generan comportamientos agresivos entre los menores. –Provocan tensión, rabia, comportamientos hostiles. Afectan a los chicos a nivel fisiológico y a nivel emocional. Espacios lúdicos Las armas de fuego están más cerca de los menores peruanos de lo que podría pensarse. Los chicos con papás o tíos policías, militares o agentes de seguridad quieren mirarlas, tocarlas y, si pueden, llevarlas al colegio para mostrárselas a sus amigos, como ocurrió en la tragedia del Colegio Trilce. De los 26 mil casos de violencia escolar reportados en la web SíseVe del Minedu desde 2013, 191 involucraron la presencia de armas y al menos 14 fueron armas de fuego. Consciente de esta cercanía, la Dirección de Seguridad Ciudadana del Ministerio del Interior visitó 19 colegios de Lima, Arequipa, Huancayo, Lambayeque e Ica, entre 2015 y 2017, para concientizar a los estudiantes de Primaria sobre los peligros de las armas de fuego. En cada jornada los chicos llevaron sus armas de juguete y las cambiaron por juguetes de creatividad, como cubos y rompecabezas. Entonces, ¿realmente es dañino jugar a disparar, en campos de tiro o en videojuegos? El psicólogo clínico Miguel Flores Galindo dice que no lo es. –Es importante no confundir la familiarización con el arma de fuego con la normalización de la violencia–dice. –El arma de fuego no es un objeto violento en sí. Sí es un objeto que puede ser usado para la violencia. Pero a mí no me preocuparía si [su uso] está situado en un contexto recreativo o competitivo. Flores Galindo, director de la Escuela de Psicología de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, dice que jugar con este tipo de artefactos no figura entre los factores de riesgo que llevan a que una persona cometa actos violentos o delictivos. –Los factores de riesgo pueden ser cuestiones biológicas, de personalidad, la familia, el consumo de drogas, el entorno social. El hecho de que la persona haya jugado con un arma no es un factor, como sí lo puede ser que viva en un barrio muy violento o que haya violencia entre los padres. El psicólogo considera que los videojuegos, por más agresivos que puedan parecer, tampoco son una mala influencia. –Son espacios lúdicos, de descarga. Todos, como seres humanos, tenemos una pulsión agresiva que manejamos de una manera u otra. Y los chicos saben diferenciar la realidad del juego. Hay juegos que pueden ser muy sádicos, pero en la realidad el jugador es la persona más tranquila de la Tierra. De acuerdo con Flores Galindo, todo transcurrirá sin problemas mientras los padres y familiares practiquen una cultura de paz en el hogar y enseñen a los niños y niñas a resolver los conflictos sin pelear. Los chicos podrán disparar sus réplicas de fusiles y escopetas, podrán aniquilar a todos los zombies que quieran, mientras sepan que en la vida real los conflictos se solucionan de otra manera. Conversando. Sin disparar un solo tiro.