Manuel VelardeCandidato a la alcaldía de Lima por Siempre Unidos. Alcalde de San Isidro con licencia. Abogado por la PUCP con maestría en el King’s College London de Inglaterra.,Manuel Velarde es un candidato perseverante. El 2010, postuló a la alcaldía de San Isidro y perdió frente a Antonio Meier, pero el 2014 volvió a postular y ganó, aunque algunos dicen que por una ceja: tuvo 29.6% de los votos contra el 27.8% de Madeleine Osterling. Ahora ha decidido lanzarse a la alcaldía de Lima Metropolitana y, aunque las encuestas no le sonríen, está seguro de que logrará hacer llegar su mensaje a esa Lima tan poco parecida al tradicional distrito sanisidrino donde acaba de realizar una exitosa gestión. Usted comparte con Jorge Muñoz y Juan Carlos Zurek el hecho de haber sido alcaldes de distritos A/B. ¿Cómo puede conectar, más allá de sus propuestas, con esa Lima nueva, chola, provinciana? Yo salgo a las calles a recorrer la ciudad, a volantear personalmente por todo Lima, a transmitir el mensaje, a dar nuestras propuestas, porque creo que, al margen de dónde uno esté parado dentro de la ciudad, sufrimos los problemas comunes y generalizados. ¿Cuáles son? La delincuencia y la congestión vehicular. Pero San Isidro es un mercado político tan pequeño, particular y elitista, que no sé cómo, salvo esos dos temas, pueda extrapolarse al resto de la ciudad. El modelo es completamente replicable. ¿Por qué? Porque lo que tenemos en San Isidro es una visión, pero una visión de ciudad, y creo que Lima necesita una visión, porque no la tiene, y uno de los problemas que ha tenido es que se le ha visto como una ciudad con muchas Limas adentro, y eso ha generado una fragmentación. Yo veo a Lima como una ciudad unitaria y que necesita una visión. ¿De verdad Lima es tan homogénea? Las ciudades tienen particularidades, pero deben manejarse con una sola mirada, porque, si no, terminamos viviendo, como hoy, en una ciudad fragmentada, y es esa fragmentación lo que genera todos los problemas que vivimos. Hoy día tenemos una Lima desigual, donde prevalecen la injusticia, la violencia, la contaminación ambiental. ¿Cómo se resuelve eso? Con una sola visión. Lo que necesita Lima es integrarse. Yo pensaba en cómo los electores rechazaron a un candidato como (Alfredo) Barrenechea por no querer comer unos chicharrones. En ese sentido, un candidato A/B, como usted, ¿de qué manera puede acercarse a la gente? Yo no escogí dónde nací. Lo que sí he escogido es dedicar mi vida a trabajar por mi país, por mi ciudad, y ya lo he probado trabajando por mi distrito. Por eso recorro la ciudad, dialogo con los ciudadanos para dar las propuestas que Lima necesita. Todo lo que estamos viviendo es consecuencia de haber aplicado un modelo equivocado y, por otro lado, es la consecuencia de la corrupción, porque han estado los pandilleros del poder aprovechándose de la confianza popular en beneficio propio. En ese sentido, usted ha sido un durísimo crítico de Luis Castañeda y hasta lo llamó “miserable”. ¿Hay algo que rescatar de su gestión? Yo no soy de las personas que dice “todo lo anterior está mal, chau”. No. Hay que ver cosas que sí funcionaron en su momento, como las escaleras. Eso a mí me parece algo positivo… Pero era el Castañeda de la primera gestión… Exactamente. O, por ejemplo, el Metropolitano. Yo soy un usuario y cuando voy ahí reconozco que eso aporta no solo a ir más rápido, sino a tener una mejor calidad de vida. ¿Y del Castañeda de la presente gestión…? ¡Un desastre! En esta gestión se enfocó en obras millonarias que no han tenido ningún efecto. Y estamos viendo ya el final de una época, que tiene que dejarse atrás, de manejar nuestra ciudad con falta de transparencia, con cuestionamientos del tipo de obras que ha querido hacer… Según las últimas encuestas, los “no sabe/no opina” y los blancos y nulos hacen más de un 50%. ¿No es desalentador? Este es un proceso electoral atípico, por el impacto de la agenda nacional. También entiendo que haya una suerte de indiferencia en la población por todo lo que hemos vivido en estos meses, y eso se incrementa cuando ven candidaturas como la de Renzo Reggiardo, que recurre al plagio para elaborar su plan de gobierno. Usted ha prometido renunciar en caso de no cumplir con tres elementos puntuales de su propuesta. ¿Considera que la gente se cree eso? Yo creo que hoy día hay muy poca credibilidad, pero esto muestra mi confianza de que voy a cumplir: estoy dispuesto a irme en mi primer año si es que no cumplo mis promesas, pero, como las voy a cumplir, no tengo miedo a poner eso en la línea de fuego. Se entiende que pueda cumplir con 50 mil puestos de trabajo, seguridad en 50 puntos peligrosos, pero, ¿cómo medir la disminución de la corrupción, su tercera propuesta? El compromiso respecto a la corrupción es que no voy a tolerar que ningún funcionario atrapado en un acto de corrupción sea protegido o blindado. Eso al margen de las medidas que estamos proponiendo: transmitir las licitaciones en vivo, que funcionarios y autoridades electas no tengan derecho al secreto bancario y que no se permita la participación de empresas con antecedentes de corrupción o lavado de activos en las licitaciones públicas. Y no solo nos estamos comprometiendo, sino también hemos elaborado un pacto contra la corrupción que distribuí a todos los candidatos. ¿Y qué pasó? Hasta ahora ninguno lo ha devuelto firmado. Entonces, yo cuestiono a los demás candidatos que ni siquiera son capaces de comprometerse a siete puntos básicos que aplicarían de llegar al gobierno. ¿Cuál es el problema? ¿Qué es lo que están escondiendo? ¿No quieren transmitir las licitaciones en vivo? ¿No quieren renunciar a su derecho al secreto bancario? En el tema del secreto bancario, que es una propuesta innovadora sin duda, ¿por qué solo el candidato y no su entorno de allegados? ¡Todos! Funcionarios públicos y autoridades electas. ¿Esposas e hijos…? También podría ser. Puede estar sujeto a ampliación. Yo no tengo ningún problema. Usted es un entusiasta de las bicicletas y del transporte público masivo, pero hay como que un tufillo de rechazo al conductor particular. ¿No hay un espacio para el conductor particular en sus propuestas? Por supuesto que tiene que haber un espacio, pero no el espacio que hay hoy, y eso es lo que yo cuestiono: la ciudad se ha venido diseñando como si el automóvil privado fuese el único vehículo o sistema que debe tener la prioridad dentro de la ciudad, y eso está equivocado. Hay quienes han sugerido la posibilidad de que se vuelva a los turnos de salida de los automóviles (llamado “pico y placa” en algunas ciudades). Eso es un gran error. Hoy día lo que necesita Lima son reformas estructurales. Un pico y placa significa simplemente volver a dilatar el momento en el que se tiene que volver a asumir el problema. Es patear la pelota más lejos, tratar de dar una solución cortoplacista, cuando lo que hoy necesitamos en Lima es una solución real. ¿Y en su propuesta tienen algún lugar las combis? Hoy somos ya más de 10 millones de habitantes, ¿y qué es lo que quiero? Generar un sistema de movilidad. Hoy día nosotros tenemos un sistema caótico, compuesto por distintas modalidades de transporte que no están engranadas entre sí. Tenemos las líneas de metro, el Metropolitano, las combis, los colectivos, los taxis, los mototaxis, la bicicleta, el peatón, pero esto no está conjugado ni ordenado. Y eso es lo que tiene que pasar. Hay personas que ofrecen teleféricos o más semáforos… Primero ordenemos lo que tenemos y después vayamos avanzando, a sofisticar nuestro sistema de movilidad. En materia de seguridad ciudadana, hay quienes han propuesto hasta el uso de armas por los ciudadanos hasta meter a las fuerzas armadas. ¿Cuál es su propuesta? Hay que trabajar varios frentes. Uno de los problemas es que siempre la ciudad ha sido vista de manera sectorizada y la ciudad es integrada. Lo que proponemos es la creación de un observatorio de seguridad ciudadana metropolitana liderado por el alcalde, donde participen los alcaldes distritales -que hoy día no sucede-, la policía, los expertos en seguridad, y se pueda realizar el mapa del delito para tener estrategias centralizadas y, desde un cerebro, impartir las medidas correctivas para reducir las incidencias. Pero eso no funciona si no tienes otras cosas. Por ejemplo, en mis primeros cien días recuperaremos los 50 puntos más peligrosos de la ciudad, donde hoy día da miedo caminar… ¿En qué porcentaje va a bajar la inseguridad ciudadana en esos cien días? La medición se da en el tiempo, pero la recuperación es inmediata. ¿Cómo recuperas? Trabajando con la policía, pero también poniendo mejor iluminación, limpiando esos sitios y vigilándolos con cámaras. Obviamente hay otras estrategias: puedes poner áreas verdes, bancas, mejores veredas y, con eso, recuperas esos sitios peligrosos, donde hoy día ya nadie quiere pasar. ¿Qué es lo que ocasiona eso? Que los vecinos de esos barrios los comienzan a cuidar. Nadie quiere cuidar un sitio que está feo. Al contrario, eso te va metiendo a tu casa. Tú tienes que hacer que los ojos de las personas sean los que cuiden la calle. Hay un tema que se discute cada cierto tiempo y es la expropiación de El Golf para convertirlo en un gran parque para todos los limeños. ¿Cuál es su posición frente a eso? Mira, yo sí creo en los espacios públicos, creo en las áreas verdes. Yo he hecho una propuesta: más espacios verdes en San Juan de Lurigancho y, para eso, vamos a insistir en que (los penales) de Lurigancho y Castro Castro se vayan de San Juan de Lurigancho. ¿Pero no tocaría El Golf? Lo que pasa es que El Golf está en San Isidro. Yo quiero más áreas verdes y más espacios públicos en otros puntos de la ciudad, donde se necesitan. Pero cuando se hizo, por ejemplo, el Parque del Amor en Miraflores, atrajo a mucha gente de otros lugares… El Parque del Amor ya era un espacio público. En San Isidro, por ejemplo, nosotros hemos recuperado 20 mil metros cuadrados de nuevas áreas verdes en un sitio donde había depósitos y oficinas municipales al costado del acantilado. Pero el ciudadano de San Isidro como que es reacio a compartir sus espacios con el resto de Lima, ¿no? Mira, las políticas que hemos conducido en San Isidro son justamente para dar apertura al espacio público, para que los ciudadanos se apropien de este y que sean espacios democráticos, participativos, donde prime la tolerancia, el respeto y la no discriminación. Cuando llegué a la alcaldía, lo primero que hice fue promover la instalación de juegos infantiles en tres parques del distrito y hubo toda una ola de rechazo por ciertos grupos vecinales que argumentaban que a esos juegos no iban a ir niños del distrito, sino de otros. Yo simplemente instalé los juegos, porque ese tipo de argumentos no son válidos para mí.