Magaly SolierActriz y cantante.,“Soy la que soy porque he peleado”,“Soy la que soy porque he peleado”,Me envía un selfie de su cara recién levantada. Sonríe vagamente con dos hoyuelos y el pelo revuelto. "Qué linda estás, le digo". "Te ríes de mí", contesta, "parezco una bruja, pero así soy yo cuando me levanto, con esta imagen puedo decirte todo lo que siento". A mí me recuerda a esa flor que puede desaparecer de un soplido pese a su nombre feroz: Diente de león, Magaly Solier. Me envía también una foto de sus dos hijos pequeños, muy peinaditos. Entonces sé que Magaly no me va a dar la típica entrevista de estrella de cine, que no va a blindarse esta vez. Contestar a periodistas fue desde su primera película, Madeinusa, como ir a la guerra. "Siempre me dio miedo dar entrevistas, yo solo era la cholita que llegó a Lima y logró lo que ninguna otra había logrado. Me da mucho miedo hablar. Me callé todo. Protegí mi imagen como tantos artistas que damos de comer a nuestros hijos con nuestra imagen. Sin embargo, estaba tan preocupada por cuidarme de la prensa que no imaginé que durante seis años había tenido al enemigo en casa". Para Magaly que hablemos hoy es como ir a la guerra desarmada. Mostrarme en dos fotos lo que más le importa en la vida: su intimidad y sus hijos, y ponerlos a un lado de la mesa, para que los cuidemos todos, es una prueba de vida. La actriz de La teta Asustada y Magallanes no había vuelto a hablar desde que denunció a su expareja por agresiones y este, en venganza, se presentó como la verdadera víctima, mostrando a los medios los mensajes y videos de sus peleas, en los que se le ve emocionalmente destrozada, rogando que le devuelva a sus hijos. Ese hombre la llevó al límite, pero poco a poco parece emerger de ese dolor, a base de trabajo duro, de una película tras otra. Una amiga íntima de Magaly la describe como una luz de la que muchos se han aprovechado hasta dejarla como el carbón. A veces también le recuerda a una diva del cine clásico, tan bella y tan trágica. Otros que la conocen bien piensan que su entorno familiar no la valora, porque no entienden su oficio, y que las contradicciones de su vida la han afectado profundamente: un día está en un lujoso salón junto a Penélope Cruz y al otro en los lugares más humildes de la sierra del Perú. Cuando no está haciendo una película está cocinando para peones o cortando leña. Su vida no ha sido fácil. Nació en Ayacucho, se crió entre valores patriarcales, casi no tuvo adolescencia, pasó del colegio a la industria del cine mundial. Ha hecho una vida de mujer de campo, siempre al cuidado de los otros, incluso después de las pelis con Claudia Llosa y de convertirse en la actriz internacionalmente reconocida que es. Ha sufrido la pobreza y la violencia del mundo en sus propias carnes. Aún vive con cargas que no son suyas, en lugar de empezar a disfrutar de su éxito. Pero ya toca. Después de verse envuelta en esa relación tóxica, con denuncias cruzadas de por medio, la encontramos en Santiago, donde rueda su nueva película, Todas vuelven, dirigida por la chilena María Paz González. Luego partirá a Berlín porque Retablo, otra de las películas que protagoniza, compite por el Oso de Cristal. ¿Qué pasó contigo, Magaly? Hay dos magalys: la artista y la mujer que se dedica día y noche a sus hijos, y que soportó y calló muchas cosas. Cuando el padre de mis bebés me hizo ver ante el mundo como una alcohólica y me expuso descaradamente con videos y audios privados, me di cuenta de que me habían traicionado. ¿De qué me había servido cuidarme de la prensa, de gente ajena, como me recomendó mi primer agente, si la persona en la que más confiaba ahora venía a quitarme el aire, mi vida, mi fuerza? ¡Cómo podía haberme equivocado tanto, estar junto a alguien durante seis años para confirmar que realmente me odiaba! Fue el golpe más bajo y el más duro de toda mi vida. He sentido mucha rabia, he echado fuego de la boca. Gente muy querida me dio la espalda. Pero mis bebés siguen siendo mi motor. Si no me separé antes fue por ellos. Me callé por ellos. He soportado durante años los golpes que me dio mi esposo, sus traiciones, el robo de su familia, solo para cuidar mi carrera que finalmente es cuidarlos a ellos. Por lo que cuentas, no solo te maltrató físicamente sino también psicológicamente. Mi marido me drogaba, me daba pastillas para dormir, una vez quiso matarme. Salvador del Solar sabe lo mal que estuve, que dos días después de que acabara el rodaje de Magallanes me desplomé y tuvieron que internarme. Mi esposo se había metido en mi celular y había buscado todo mi pasado y me acusaba de haber tenido una aventura. Casi me muero. ¿Cómo te atreves finalmente a denunciarlo? Ese hombre se casó conmigo porque yo tenía una carrera como artista, y también por ser una mujer de la sierra. Pero yo no soy una sumisa, soy alguien que dice lo que piensa, que se enfrenta hasta a los políticos. Harta de todos sus engaños y agresiones me arriesgué a denunciarlo por violencia, y por eso vino y se llevó a mis dos hijos, para presionarme. Su objetivo es alejarme de ellos y que yo lo mantenga. Ahora no les pasa ni un centavo. Denunciar solo me sirve para salir de nuevo en los medios de prensa más asquerosos y yo soy una artista, no un personaje de farándula. Ya no tengo miedo. ¿Cómo se vuelve todo tan terriblemente perverso, con la participación de los medios? Creo que la denuncia debió quedar en la comisaría, pero él decidió que se hiciera pública para dañarme, con ayuda de su familia trajo a la policía y me grabaron sin pedirme permiso, aprovechándose de que era un momento doloroso para mí, y así desprestigiarme ante los medios. Su prima vino a atacarme, me cacheteó, habló de que podrían quitarme a mis hijos, yo solo me defendí. Querían destruirme. Yo era la que tenía más que perder. Le di todo a ese hombre. Mi amor, mi plata, porque él no trabaja. Ese lavadero de carros lo ha puesto gracias a mi trabajo. Todo eso también es violencia. Lo paradójico de esa experiencia, para los que la vimos desde fuera, fue ver cómo tú, una persona tan involucrada en la lucha contra la violencia, es acusada de violenta. Aunque ahora él apueste por convertirme a mí en la agresora, algo que no puedo entender, ya no puede dañarme. No hay hombre que pueda vengarse de mí. Yo viví un infierno real, pero ahora estoy acá parada haciendo lo que a mí me gusta. Es la tercera vez que me nominan en el Festival de Berlín. Y sin apoyo, ni de mi familia, ni del Perú. Lo único que he hecho es seguir adelante y nunca darle el gusto a toda esa gente que me quiere ver mal. ¿Qué has hecho este tiempo para recuperarte, mejorar, curar tus heridas? Supongo que salvarme es hacer cine, seguir eligiendo guiones que amo, estar comprometida con el cine peruano y con un cine crítico, social, justo. Soy una trabajadora, compongo, traduzco, colaboro con los guiones. No muchos saben todo lo que dejo en una película y cuánto de su éxito se debe a mi entrega, lo doy todo para que sea así. Ni mi familia, ni mi marido, ni mi madre saben nada de las películas que hago o los premios que gano. Es muy triste. Después de Chile me voy a Berlín, luego a Colombia y a Hollywood a rodar. Pero no les importa, son decepciones que tengo muy adentro. ¿Cuál crees que es el aprendizaje más importante de lo que te pasó? Desde que soy actriz he tenido a gente a mi lado que me ha explotado, robado, violentado. He entendido que tengo que cuidarme más. Nunca me preocupé de comprarme una crema, buena ropa, unos buenos zapatos. Nunca me cuidé. Pero eso está cambiando. Lina, la protagonista de Todas vuelven, es una mujer peruana, migrante como tú. ¿Te ves en ella? Sí, yo también tomé la decisión de dejar todo y de ir en busca de algo mejor. Lina es una migrante peruana que vive hace muchos años en Chile. Sintiendo en parte que traiciona a su país cada vez que se asienta más allí. Su familia solo la llama para pedirle cosas, no la aprecian. Ella trabaja para ellos, se sacrifica. Su exmarido ya ha hecho su vida por otro lado y ella vive cuidando a la familia para la que trabaja, a una niña ajena. Pero poco a poco encuentra nuevas aventuras y alegrías, y va abandonando la culpa y aprendiendo a ser feliz. Eres tú... Hago hasta de seis personajes distintos dentro de la película. Son las alucinaciones que tiene esta inmigrante. Lina es un personaje espectacular para contar lo que significa ser migrante, vivir lejos de su hijo, de su país, pero ella aprende y se posiciona. Hay un musical en la película, a ritmo de cumbia, que estoy grabando justo ahora, y esa escena es el reto más grande de mi carrera. Es un papel hermoso, porque aunque Lina no cambia su vida de migrante aprende a quererse, a disfrutar de su cuerpo, a sentir placer, a bailar, a soñar. Esta película me está regalando esa posibilidad, que también es mía. ¿No sientes que te encasillan en el mismo tipo de personaje de mujer andina, pobre y trabajadora? ¿No hay ahí racismo? Es bien difícil hablar del racismo, de la discriminación en el mundo del arte y las películas peruanas. En el Perú el machismo y el racismo están en las primeras planas. Me han insultado tanto en redes como mujer andina y solo porque he logrado destacar. El odio hacia la mujer andina es enorme. He sufrido ataques de odio racista y sin embargo creo que he luchado por no ser encasillada en el arte. En Madeinusa tu personaje es una rebelde. También fuiste una luchadora en La teta asustada. Hay algo de ti, de tu rebeldía y capacidad de indignación en todos tus personajes. ¿También tuviste que romper con las convenciones de tu mundo para llegar a ser quien eres? ¿Tú crees que estoy sentada aquí viviendo de Magaly Solier así como así? Me he peleado con todo el mundo. Soy la que soy porque he peleado. Y sigues en la lucha. Pero me siento cansada. En un momento dije ya peleé mucho. He rechazado dinero, guiones, prefería no comer. Ahora vivo de lo que escogí. Mi carrera es mía. Escojo lo que me gusta. Gozo de lo que escogí para mí. Quiero ser recordada como Magaly Solier, esa mujer que se sacó la mugre por estar donde está, aunque quisieron matarla, literalmente. Estos golpes me han hecho más fuerte. Los políticos tampoco te quieren mucho, Magaly, te temen. Soy una superviviente de lo que el fujimorismo hizo en el Ande. Estoy aquí, hago cine para hablar de eso. ¿Acaso no ves lo que hizo el fujimorismo en su gobierno? ¿Ahora Kuczynski en su gobierno? ¿Qué hicieron con la gente de la sierra? Su objetivo era desaparecer a los quechuahablantes. Cuando era niña en el colegio me hicieron estudiar a Fujimori como un héroe. Cuando llegué a Lima me enteré de la verdad: nos desaparecieron, nos esterilizaron con anestesia de animales, nos mataron. Nunca un presidente habló en quechua en el Perú.