Por Mariano López V.
Perú hizo un punto de quince posibles en las primeras cinco fechas de estas eliminatorias. Empató ante Paraguay y cayó frente a Brasil, Chile, Argentina y Colombia. El panorama era desalentador: no quedaba nada de aquella selección de Ricardo Gareca que sorprendió a todo el continente con su fútbol pícaro y clasificó, tras 36 largos años, a una Copa del Mundo. Nada. La sonrisa del hincha blanquirrojo que llenó tres estadios en la lejana Rusia había desaparecido. No era para menos. La ‘Bicolor’ —esta ‘Bicolor’— nos había malacostumbrado al triunfo, a la felicidad que tantas veces se nos hizo esquiva. El fondo de la tabla general al término de la quinta jornada sepultó, momentáneamente, la esperanza de alcanzar un segundo Mundial consecutivo.
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Sin embargo, esta selección ya había demostrado ser capaz de lo imposible. En el proceso clasificatorio pasado, el grupo comandado por el ‘Tigre’ Gareca completó una impecable segunda ronda y terminó alcanzando el impensado repechaje frente a Nueva Zelanda. ¿Por qué sería distinto esta vez? ¿Por qué no podía suceder otro de esos milagros? Si estaba ‘San’ Pedro Gallese en el arco, si estaba Carrillo y su desequilibrio, si estaba Tapia y su corazón, si estaba Flores y su empuje, si estaba Trauco y su elegancia, si estaba Yotún y su pase, si estaba Advíncula y su velocidad, si estaba Cueva y su talento. ¡Talento peruano! Estaban casi todos, salvo Paolo Guerrero. Por suerte, su ‘9′ fue dejada en muy buenas manos: Gianluca Lapadula, nacido en Turín, Italia, pero de corazón rojiblanco, estaba listo para ponerse la ‘9′ más pesada de toda la historia. ¿Cómo no darle vuelta a esta situación?
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Entonces, la ‘Blanquirroja’ despertó. Volvió a ser Perú, el de Ricardo Gareca, un equipo sólido en defensa, generoso en el medio campo, asociativo por las bandas, aplicado en el retroceso, rápido en el ataque y, sobre todas las cosas, paciente. Inteligente. Conocedor de las situaciones de juego. Lo demostró en la altura de Quito, cuando esperó el momento perfecto para liquidar de contragolpe. En Lima, ante Bolivia, cuando cerró rápido el partido con tres goles antes de los 40 minutos de juego. En Caracas y Barranquilla, donde le tocó sufrir y aguantar todo lo que sea necesario, con tal de sacar adelante un resultado positivo. Lo logró. También lo hizo ante Uruguay, en el Centenario de Montevideo, a pesar de la dolorosa —y hasta ahora injusta— derrota. Los muchachos no se tiraron encima del árbitro, no fueron agresivos ni irrespetuosos con él, no se victimizaron frente a las cámaras, no perdieron de vista el objetivo y, desde el momento en que Anderson Daronco se llevó el silbato a la boca, la gran mayoría se marchó a los vestuarios. Calientes, llenos de frustración, seguro, pero deseos de rendir, y aprobar, el examen final en el Estadio Nacional de Lima. El rival de turno, Paraguay, ya no tenía posibilidades de clasificar a Qatar 2022, pero llegaría a la capital peruana con ganas de dar un batacazo. De hecho, el segundo batacazo, luego de vencer con total merecimiento a Ecuador la fecha pasada.
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Infografía - La República
Desde las estadísticas, Paraguay empezaba el partido perdiendo. La ‘albirroja’ nunca había podido vencer a Perú por eliminatorias, sufriendo cinco derrotas y dos empates. Incluso, los guaraníes eran la única selección sudamericana que no había logrado derrotar al combinado nacional en toda la ‘Era Gareca’, también sumando cinco derrotas y dos empates en el camino. No era el momento para dejar que esas rachas se corten. Era, más bien, la situación perfecta para dar un golpe en la mesa. Un golpe de autoridad. Ganar, ganar y ganar. Cualquier otra opción era poner en riesgo el repechaje, ya que, dentro de los cálculos que suelen hacerse en este tipo de competencias, Colombia iba a sumar de a tres ante Venezuela. Faltaba un solo paso. No podíamos haber nadado tanto para ahogarnos en la orilla.
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Logro. Yotún encontró el gol justo cuando se voceaba su cambio. Como ya lo había hecho antes, celebró la anotación con los movimientos de Pocoyó, dibujo animado que le gusta a su hijo. Foto: EFE
Los protagonistas eran los más conscientes de ello. Desde su llegada al Nacional, uno veía convicción en sus rostros. Cara de partido, le llaman. En el calentamiento previo al pitazo inicial, esa determinación se mezcló con la habitual soltura de los más alegres del plantel. La tensión era la indicada: ni muy desesperados como para cometer errores, ni muy dormidos como para recibir un gol que nos obligue a despertarnos. El himno nacional fue la cereza del pastel, dando inicio a un sinfín de emociones que se desbordaron al iniciar el encuentro. La oncena peruana salió como si fuese el último partido de la vida. Presión alta, fútbol combinativo, movilidad constante. Habían pasado tres minutos, pero el gol era cuestión de tiempo. Y llegó de los pies de Lapadula, quien remató con las justas tras un magistral pase a tres dedos de Cueva (4′). ‘Aladino’ frotó la lámpara, una vez más. Empezar ganando era justo lo que necesitábamos. Él mismo apareció a los 42′, controlando al borde del área como si se tratara de una ‘pichanga’ y cediendo para Flores, responsable de un centro preciso para que Yotún defina de tijera. Golazo. El segundo tiempo fue un trámite, en el que la visita intentó pero no pudo. Perú mantuvo el resultado y, sin pasar apuros, se aseguró el repechaje. Qatar, ¡allá vamos!
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Infografía - La República
Paolo Guerrero, delantero de Perú
“Felicitaciones, muchachos, por el gran triunfo y por darle esa alegría a todo el Perú. El Perú está orgulloso de todos ustedes, por el esfuerzo, por el sacrificio. Vamos, Perú”.
Pedro Gallese, arquero de Perú
“Estoy emocionado y orgulloso de todo el equipo. Agradezco a toda la hinchada que siempre nos apoya, estamos a un paso de regresar al Mundial. La defensa se portó muy bien”.
Alistan maletas. La selección quedó a la espera de conocer a su rival y la sede del partido extra. El optimismo está al tope. Foto: FPF
Christian Cueva, volante de Perú
“No somos favoritos, pero vamos a respetar al rival que sea. Tenemos que seguir con la misma humildad de seguir creciendo. Aún falta un paso más. No me considero el mejor”.
Renato Tapia, volante de Perú
“Luchamos mucho, este grupo ante las adversidades pone siempre la cara sea donde sea. Este equipo es una familia, a veces cuando las cosas no se dan, confiamos mucho en nosotros”.
Infografía - La República
Reto. Los jugadores cumplieron con la premisa básica: no depender de ningún resultado. Foto: FPF