Sin competencias a la vista, Marcos Rojas se encontraba entrenando en su casa de Moyobamba; había reforzado el piso de su vivienda para que no se rompa cuando bajaba las pesas. Algo le decía que no podía dejar de prepararse y todo adquirió sentido cuando lo llamaron para decirle que iba a participar en sus primeros Juegos Olímpicos, un sueño que llegó mucho antes de lo pensado. Marcos Rojas competirá desde el sábado 24 de julio a las 9.50 p. m.
¿Cómo te enteras que clasificaste a Tokio?
Yo estaba entrenando en mi casa, en Moyobamba, me estaba manteniendo en verdad, no entrenando para competencia. Recuerdo que mi mamá me decía: “hijo, ¿para qué entrenas tanto?” y yo le contestaba que no iba a parar hasta llegar a unos JJ. OO.” A la semana me llamaron para avisarme y fue una alegría inmensa para mí y toda la familia porque se cumplía un sueño. Me dije: “menos mal que me seguí preparando”. (risas)
Entonces, te tomó por sorpresa...
En realidad, yo me estaba preparando para los siguientes Juegos (París 2024), pero llegó esta oportunidad y no la quiero desaprovechar. No fue en las mejores condiciones, es verdad, pero ya estoy con mentalidad de competencia y espero hacer una buena presentación.
¿Cómo cambiaron tus entrenamientos tras la clasificación?
Luego de que me avisaron, me fui a Lima y trabajé todo el tiempo previo al viaje en la Videna con mi entrenador, perfeccionando la técnica, viendo el tema del peso, entrenando la parte física en las máquinas, porque en mi casa solo tenía la barra. De todas maneras, estoy llegando mejor ahora que si no hubiera ido a la Videna.
¿Cuál es tu meta para Tokio 2020?
Estoy yendo a los JJ. OO. para ganar toda la experiencia que pueda. Voy a hacer todo lo posible por avanzar todo lo que pueda y representar de la mejor manera a mi país, de eso estoy muy orgulloso.
¿Cómo es tu rutina de entrenamiento?
Me levanto a las 7.00 a. m., desayuno, entreno a las 8.30 a. m., almuerzo a las 12.00 p. m. y a las 4.30 p. m. estoy yendo a entrenar a otra vez, regreso, descanso y a eso de las 10.00 p. m. ya me voy a dormir. Es muy importante el descanso.
¿Cómo inicia tu pasión por las pesas?
Desde muy pequeño hacía planchas, me ponía una mochila con arena y con eso hacía planchas, todo lo que era fuerza me gustaba. Un día mi hermano me llevó al gimnasio y el dueño del local fue mi descubridor, él me dijo que tenía futuro y me alentó a seguir. A los 13 años llegué a la selección y de ahí ya no paré.
¿Cuál es el sacrificio más grande que te tocó hacer en este deporte?
Lo más sacrificado es estar lejos de la familia. Dejas de verlos un año o dos años, incluso cuando no había competencia porque tenía que estar lejos para seguir entrenando y mantenerme. Yo no convivía el tiempo que deseaba con mi hijo y con esto de la pandemia pude lograr que se pegue más a mí. Él tiene dos años y dejarlo es lo más difícil. Él sabe que su papá levanta pesas, aunque ahora está un poquito confundido porque cuando hablamos por Zoom me dice: “papá ven”, y le tengo que explicar que estoy lejos y ya se tranquiliza.
¿Tu hijo te ha mostrado algún interés en hacer tu deporte?
Sí, y me encantaría que sea mucho mejor que yo. Sería bueno porque ya no cometería los errores que yo cometí, lo guiaría en ese sentido. Él me acompañaba a veces a entrenar, agarraba su palito de escoba y hacía sentadillas. Una vez le pregunté si le gustaban las pesas y me dijo que no, que prefería la pelea, así que por ahí que se anima a hacer un deporte de contacto. (risas)
¿Qué modalidad es tu favorita en el levantamiento de pesas?
Soy bajo en arranque, en envión soy más fuerte. Mi entrenador me dice en competencias que esté tranquilo en arranque porque en envión es donde hago mis mejores puntos.
¿Cómo manejas el tema mental en competencias?
Eso te enseñan los años, mientras más compitas más te vas relajando. Tienes que tener una tremenda concentración, visualizar lo que tienes que hacer, desde que te vas poniendo las vendas ya tienes que ir mentalizándote, motivándote.
¿Qué recuerdos de Lima 2019?
Estuve muy emocionado de participar en Lima 2019, la gente me reconocía en la calle, creo que sirvió para que la gente se enterara que había más deportistas de distintas disciplinas. A mí me fue bien; aunque tuve que pasar de la división de 56 kg a 61 kg, creo que en la división anterior sí podía pelear una medalla. Me tomó tiempo, pero ahora ya estoy adaptado.
No estuviste en el Grand Prix por lesión ¿Hoy tienes alguna dolencia?
Sí, yo venía entrenando bien, me lesioné el lumbar una semana antes, no me podía ni agachar y, bueno, no pude participar. Lo curioso fue que los que vinieron en división hicieron menos peso que yo, así que hubiera podido por ahí pelear una medalla. Ahora todo está bien, un poco de dolor en la pierna, pero manejable.
¿El resto del equipo peruano te felicitó por la clasificación?
Claro, David (Bardalez) es de Pucallpa, pero vivió buen tiempo en Moyobamba y lo conozco de hace mucho tiempo. En general, todos me felicitaron, se sintieron muy orgullosos de mí, el deporte nos ha unido mucho.
¿Cómo fue la experiencia de competir de manera online?
Creo que a todo deportista cuando le dicen que va a competir, el cuerpo se le activa, ya sea online o presencial. Entonces, cuando me avisaron, al toque me activé, incluso gané medalla. Competí en mi casa, tuve que hacer unos ajustes en el piso, competí con mi familia alentándome al costado, que fue algo nuevo, fue una experiencia distinta pero muy buena.
Un rato antes de la entrevista estabas pasando una prueba de dopaje...
Hay un programa llamado ADAMS, donde tú tienes que poner dónde vas a estar y en base a eso te caen de improviso. Sí, antes de la entrevista vinieron y tuve que pasar una prueba, la semana pasada ya había tenido otra también. Al año te hacen algo de tres veces, pero ahora como se acercan los Juegos, es más constante.
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