En las décadas pasadas, La Herradura destacaba no solo por su serenidad, sino por el renombrado club Samoa. Este centro de recreación, frecuentado por la élite limeña, se erigía en una joya de la ciudad. Sin embargo, hoy, sus ruinas narran una historia de descuido y transformación inesperada.
Esta playa, frecuentada por limeños adinerados, albergó el club Samoa, un símbolo de lujo en los años 60. Con el tiempo, este rincón de esparcimiento se desvaneció. A continuación, te contamos qué le sucedió.
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La playa, en sus años de gloria, resplandecía con la presencia de aquellos que podían permitirse el lujo de disfrutar de sus arenas. Pero, según el historiador Juan Luis Orrego, la decadencia comenzó cuando la exclusividad de La Herradura se vio amenazada por cambios en el acceso y la movilidad en la ciudad.
En 1930, el exclusivo club Samoa emergió como un faro de entretenimiento en La Herradura. A lo largo de los años, este refugio para la alta sociedad vivió momentos de esplendor y desafíos, hasta su trágico destino que hoy lo deja sumido en la desolación.
Con el sol limeño como su atracción principal, en la década de 1970, el club Samoa se convirtió en un imán para tablistas y amantes del arte. Sin embargo, el tiempo no fue benévolo y, después de cuatro décadas, solo quedan escombros y la sombra de lo que alguna vez fue un centro de actividad social vibrante.
El club Samoa fue uno de los puntos más concurridos en la playa de La Herradura. Foto: captura América TV
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Con el paso del tiempo, La Herradura experimentó un descenso en su atractivo. A pesar de los esfuerzos del salsódromo La Máquina del Sabor en 1980 por revitalizar la zona con sus espectáculos, no logró alcanzar el éxito deseado. En 2007, el club Samoa, buscando un renacer, organizó un concierto con la agrupación Explosión Habana, pero, lamentablemente, la velada culminó en violentas confrontaciones entre grupos, marcando así el cierre definitivo del establecimiento.
A pesar de haber tenido la oportunidad de renacer como el salsódromo La Máquina del Sabor, las constantes peleas y disturbios llevaron a que las autoridades municipales clausuraran el lugar después de ese trágico episodio. Desde entonces, el club quedó en completo abandono y se convirtió en un triste escenario que actualmente se utiliza como un improvisado sanitario público, y en ocasiones, personas con comportamientos dudosos o sin hogar, encuentran refugio para pasar la noche.
Preocupados por la situación, los vecinos de Chorrillos han expresado repetidamente sus inquietudes a la Municipalidad, instándola a tomar medidas para darle un nuevo propósito a este espacio. La comunidad busca evitar que individuos de conducta cuestionable continúen rondando por la zona, exponiéndolos a posibles ataques o robos. Juan Manuel Del Solar, presidente de la junta de propietarios de Las Gaviotas en ese período, reveló que las autoridades cerraban el local una noche y la discoteca abría al día siguiente, hasta que finalmente colocaron piedras en la puerta, clausurando el establecimiento.