La verdadera historia de la Casa Matusita ha sido contada por sus dueños, la familia Andrade Fernández. Este inmueble ubicado entre las avenidas España y Wilson ha sido la protagonista de una de las historias folclóricas más conocidas y antiguas de Lima. Son diversos los mitos que han convertido a la vivienda en inhabitable, haciendo que nadie se atreva a establecerse ahí debido a los supuestos fantasmas que se dice se encuentran en el lugar.
Lo cierto es que todas estas suposiciones son falsas, pues los propietarios han hablado en un reportaje y han contado cuál fue el origen detrás de la historia de esta aparente casa embrujada.
A lo largo de los años, las historias detrás de esta casa han ido aumentando. Una de las principales fue la de un japonés que mató a su esposa. La única familia japonesa que habitó ahí fueron los Matushita, quienes tenían una ferretería en el primer piso y usaban parte del segundo como almacén. Otra historia asegura que la Embajada de EE. UU., que se encuentra al frente del inmueble, quería que la casa siempre se encuentre vacía, porque la consideraban un lugar estratégico para que cualquier persona los ataque.
Un tercer mito señala que un periodista se volvió loco. Lo cierto es que Humberto Vílchez Vera fue el que señaló haber pasado una noche ahí; sin embargo, años después, reveló que todo se trató de un montaje. Finalmente, una cuarta leyenda narra que una bruja construyó la casa y que, al ser quemada, antes de morir lanzó una maldición.
En la actualidad, solo el primer piso de la casa Matusita se encuentra habitado. Foto: composición LR
Lo cierto es que todas estas historias son falsas y la verdadera no tendría nada de fantástica. La casa Matusita fue construida a fines de 1890 por Francisco de Alvarado Throne y fue vendida a la familia Andrade Fernández el 2 de diciembre de 1924, quienes siguen siendo sus dueños.
En un reportaje de Cuarto Poder de hace ocho años, Ladislao Terry Andrade, actual propietario explicó el origen del mito: "En un comienzo, teníamos un guardián que los fines de semana se emborrachaba y, cuando subía a la casa a medianoche, abría una puerta de metal ubicada en medio de la escalera. Caminaba hasta su dormitorio arrastrando una cadena y con un farol portátil, lo que hizo que muchos pensaran que se trataba de un fantasma".