Acaba de iniciar el verano en nuestro país y miles de personas ya se encuentran preparadas para disfrutar de este intenso calor en las piscinas. En ese sentido, es pertinente hablar sobre la importancia que tiene ducharse antes de ingresar al agua, ya que, a pesar de su obligatoriedad, muchas personas deciden obviar este paso poniendo en riesgo su salud.
Y es que no se trata de una simple opinión, según el portal especializado Swim Guide, “solo el 30% de las personas se duchan siempre antes de bañarse en una piscina”. En la mayoría de casos, los motivos de ese otro 70% para no hacerlo están relacionados con la percepción de que en realidad no es una acción tan importante. Sin embargo, esto no es cierto.
La razón fundamental para ducharte antes de ingresar a la piscina se encuentra en el cloro, una sustancia que como todos sabemos se coloca en el agua para prevenir la propagación de microbios y brotes. Aunque también puede combinarse con lo que sale o se desprende del cuerpo de los nadadores, como el sudor, la suciedad, la orina y otros productos de higiene personal, como desodorante y maquillaje.
Ducharse antes de entrar a la piscina es muy importante. Foto: Twitter @ecuavisa
Esto puede acarrear dos problemas muy serios. Para empezar esta combinación reduce la cantidad de cloro disponible para matar microbios, lo que a la larga afecta la salubridad del agua; y también forma agentes químicos llamados cloraminas que según el Centro de control y prevención de enfermedades, causa irritación en los ojos y en el sistema respiratorio, provocando ataques de tos o de asma.
En ese sentido, ducharse antes de ingresar a la piscina es muy importante porque elimina el sudor, los restos de maquillaje, cremas u otros compuestos que al entrar el contacto con el cloro generan los problemas de salud mencionados líneas arriba.
Foto: SERPAR
Otro problema asociado a este tipo de exposición es la absorción de químicos por la piel o el riesgo de ingerirlos a través del agua. Según una investigación publicada en la revista Agua y Salud, de la Asociación Internacional del Agua, los adultos pueden llegar a tragar unas dos cucharadas de agua por hora (o 32 mililitros), y los niños, unas ocho cucharadas (cuatro veces más), pues pasan el doble de tiempo sumergidos.