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Tauccamarca: la vez que un desayuno caritativo causó la muerte de 24 niños por intoxicación

Una localidad en Cusco sufrió una de las peores tragedias en 1999, luego de que más de 50 niños consumieran leche contaminada con plaguicida. Desde hace 23 años, los habitantes de Tauccamarca buscan justicia.

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Deudos de los 24 niños fallecidos por intoxicación con un insecticida buscan justicia desde 1999. Foto: Red de Acción de Agricultura Alternativa

Los casos de intoxicación son los que más vidas ha cobrado. En 1999, las familias de la comunidad de Tauccamarca, en Cusco, pasaron por una de las peores tragedias, ya que más de 50 niños fueron envenenados con un desayuno caritativo ofrecido por el Fondo de Compensación y Desarrollo Social (Foncodes).

En aquel entonces, la leche que fue ingerida por los estudiantes del colegio N.° 50794 había sido mezclada accidentalmente con plaguicidas, también llamado veneno de etiqueta roja. El resultado: 24 niños que no pudieron sobrevivir a la intoxicación y muchos familiares desamparados. Hasta la actualidad, no se han encontrado culpables.

¿Qué pasó con las familias de Tauccamarca?

En 1999, como todos los días, los niños se prepararon para tomar su desayuno nutritivo, el cual consistía en leche y pan, donado por Foncodes, un organismo del Estado. Tras la emergencia, los escolares fueron trasladados al hospital más cercano de la comunidad, donde más de 30 llegaron con signos claros de haber sufrido una intoxicación.

Por otro lado, padres de familia lloraban la muerte de sus hijos en el centro educativo, el cual sirvió de morgue. Las consecuencias en los menores fueron inmediatas y no lograban llegar a sus casas o fallecían en las calles. Testigos, incluso, aseguraron que varios tomaron de la misma leche en varias ocasiones.

En un inicio, los policías mencionaron que se trataba de una intoxicación con un insecticida utilizado por los campesinos, versión que fue corroborada por los médicos del hospital de Cusco. Además, lanzaron la conjetura de que la bebida habría sido preparada con utensilios usados en la mezcla del veneno.

La empresa de insecticidas no tomó responsabilidad sobre la intoxicación con los niños en Tauccamarca. Foto: Red de Acción en Agricultura Alternativa

¿Qué pasó con los deudos de los niños intoxicados en Tauccamarca?

Al día siguiente de lo ocurrido (23 de octubre de 1999), la comunidad de Tauccamarca se encargó de enterrar a los 24 niños de manera masiva, mientras exigían justicia por todos los escolares. Tras ello, Victoriano Huarayo Torres, representante los deudos, presentó ante el Séptimo Juzgado Especializado de Lima una demanda contra la Dirección General de Salud (Digesa), el Servicio Nacional de Sanidad Agraria (Senasa) y la empresa Bayer, en la que exigían una indemnización por los daños ocasionados.

Sin embargo, el pedido no prosperó: el juzgado detalló que no hay un nexo de causalidad entre los demandados y la intoxicación de los estudiantes. En 2002, se acordó priorizar un informe de la comisión parlamentaria, en la cual aseguraron que la muerte de los menores fue por el consumo de alimentos contaminados, pero nunca ocurrió lo establecido en la sesión del Pleno.

En ese mismo año, el profesor Isaac Villena Núñez, quien preparó los alimentos, fue sentenciado a prestar servicios a la comunidad y pagar una reparación civil de 800 soles. Siete años después, Victoriano Huarayo regresó a la capital para denunciar que su demanda presentada en el Séptimo Juzgado Especializado de Lima no fue resuelta. Además, los familiares culparon al Estado de negligencia.

El profesor Isaac Villena fue culpado por la intoxicación de los niños en Tuccamarca. Foto: Red de Acción en Agricultura Alternativa

En 2016, el Tercer Juzgado Civil inició el informe oral sobre lo ocurrido en Tauccamarca. El abogado de las familias, Juan José Quispe, pidió una indemnización a Bayer porque no cumplió con los protocolos hacia la población que usaba sus insecticidas. En ese sentido, la empresa se deslindó de toda responsabilidad y manifestó que los padres de familia fueron negligentes por no saber diferenciar los productos no aptos para ser ingeridos.