El 10 de junio de 1990, el piloto Tim Lancaster se convirtió en el protagonista de uno de los acontecimientos más insólitos en el mundo de la aviación comercial. A pocos minutos de haber despegado, uno de los parabrisas del avión BAC 1-11 se desprendió violentamente, provocando que el capitán salga disparado de la aeronave.
A 5.000 metros de altura y suspendido contra el avión, el piloto del vuelo 5390 de British Airways tuvo que soportar una temperatura que descendía los -10°C y una velocidad de casi 600 km/h. Pero ¿cómo logró sobrevivir Tim Lancaster a este mortal accidente aéreo?
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La mañana del 10 de junio de 1990, el vuelo 5390 de British Airways, al mando del piloto Tim Lancaster y el primer oficial Alistair Atchinson, despegó de Birmingham—Reino Unido—con destino a Málaga.
Aunque parecía un viaje rutinario, lo peor estaba por venir. A pocos minutos del despegue, uno de los parabrisas del avión se desprendió bruscamente. La diferencia de presión en la cabina succionó parcialmente al capitán Lancaster hacia fuera de la aeronave.
Milagrosamente, sus piernas se sostuvieron de los controles del avión; sin embargo, en una acción rápida, el tripulante de cabina, Nigel Odgen, sujetó las extremidades inferiores del capitán Lancaster para evitar que salga disparado.
Foto: captura Discovery
Tras 22 minutos de la catástrofe, el vuelo 5390 logró aterrizar de emergencia en el aeropuerto de Southampton, en la costa sur de Inglaterra.
Inexplicablemente, el piloto solo sufrió fracturas leves en su mano y brazo derecho, algunos hematomas y congelación.
Luego de cinco meses de recuperación, el piloto continuó trabajando en British Airways hasta el 2003. Cinco años más tarde, en 2008, se retiró del mundo de la aviación comercial a la edad de 60 años.
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El capitán Tim Lancaster solo sufrió algunas fracturas y congelación en la brazo. Foto: Twitter
Según las investigaciones realizadas por el ingeniero Stuart Culling, el accidente aéreo se debió a un error de mantenimiento en el hangar de la aerolínea. El jefe de mantenimiento utilizó 84 pernos —0,6 milímetros más delgados— con un diámetro inferior al reglamentado para sostener el parabrisas del avión.
Al ser más delgados, el cambio de presión hizo que los tornillos se suelten. En tanto, el cristal del avión salió disparado y provocó el fatal accidente.