El sufragio femenino en el Perú es un hito clave en la historia democrática del país, logrado tras décadas de lucha por la igualdad de derechos políticos. El proceso culminó con la promulgación de la Ley N° 12391 el 7 de septiembre de 1955, pero este avance fue el resultado de una larga batalla que comenzó en el siglo XIX. A lo largo de los años, las mujeres peruanas enfrentaron numerosos obstáculos para acceder a la política, ya que la sociedad de la época las consideraba limitadas al ámbito doméstico.
A pesar de la resistencia de muchos sectores, figuras como María Jesús Alvarado y Zoila Aurora Cáceres jugaron un papel clave en la lucha por el derecho al voto. A lo largo de los años, estas mujeres desafiaron las normas sociales para lograr la inclusión de las mujeres en la vida política del país, un derecho que finalmente se consagró en 1955, abriendo el camino para la participación femenina en la política peruana.
El 7 de septiembre de 1955, el presidente Manuel A. Odría promulgó la Ley N° 12391, otorgando a las mujeres alfabetizadas mayores de 21 años el derecho al voto en las elecciones nacionales. Aunque fue un avance significativo, la ley estuvo limitada, ya que solo permitía votar a mujeres con ciertos niveles educativos, excluyendo a aquellas que no sabían leer ni escribir.
El 17 de junio de 1956, más de 500,000 mujeres ejercieron su derecho al voto por primera vez en las elecciones presidenciales. Aunque representaba solo una parte de la población femenina, el proceso resultó en la elección de Manuel Prado Ugarteche como presidente y permitió que ocho mujeres fueran elegidas como diputadas y una como senadora, destacando a Irene Silva de Santolalla como la primera mujer senadora del Perú. Este evento marcó un hito en la política del país, pero la inclusión plena de las mujeres aún estaba lejos de alcanzarse.
María Jesús Alvarado fue una de las primeras sufragistas peruanas
La lucha por el sufragio femenino en Perú comenzó en 1867, cuando el senador Celso Bambaren Ramírez propuso equiparar los derechos de votación entre hombres y mujeres, aunque la iniciativa no prosperó. A lo largo del siglo XX, figuras como María Jesús Alvarado, Zoila Aurora Cáceres y Adela Montesinos impulsaron el debate en favor del voto femenino, enfrentándose a la resistencia de un sistema que consideraba a las mujeres incapaces de participar en la política. En 1911, Alvarado propuso la igualdad de derechos, pero fue deportada por el gobierno de Augusto Leguía.
En 1933, el Congreso Constituyente aprobó una ley que otorgaba el voto a las mujeres alfabetizadas, mayores de 21 años, casadas o madres de familia, aunque esta medida fue limitada y no tuvo un gran impacto debido a los prejuicios sociales. Finalmente, el sufragio universal femenino se alcanzó en 1979, permitiendo que todas las mujeres, sin importar su nivel educativo, pudieran votar en las elecciones generales de 1980, consolidando su ciudadanía política y dando un paso crucial hacia la igualdad de derechos en el país.