La marinera, danza emblemática de Perú, celebra su Día Nacional el 7 de octubre. Declarada Patrimonio Cultural de la Nación en 1986, este baile, resultado del mestizaje, ha trascendido fronteras y se ha convertido en embajadora de las danzas peruanas. Participa en celebraciones del aniversario patrio en el extranjero, ferias turísticas internacionales y festivales donde Perú es el invitado de honor.
En el país, numerosas escuelas se dedican a la enseñanza de la marinera, un proceso que requiere dedicación y talento para dominar los pasos y movimientos que la consolidan como la danza más representativa de Perú. A continuación, exploraremos su historia, su ejecución y las distintas versiones regionales que enriquecen su legado.
Los historiadores coinciden en que la marinera tiene sus antecedentes en el siglo XVII y es el resultado del mestizaje cultural. Entre sus raíces se encuentra el baile europeo conocido como minué, introducido por los españoles durante la época virreinal. Esta danza se ejecutaba en celebraciones organizadas por las autoridades coloniales y en festividades de familias aristocráticas, principalmente en las provincias costeras.
La servidumbre, compuesta por mestizos, esclavos africanos e indígenas, se sintió atraída por el minué y comenzó a modificar sus pasos y cadencias. De este modo, la danza evolucionó hacia una versión más alegre, que se conoció como ‘fandango’. Esta nueva forma se popularizó en el siglo XVII y, en su trayectoria, se fusionó con el Tondero, un baile mestizo del norte peruano. La mezcla de estas danzas dio origen a la ‘zamacueca’, un baile de pareja en el que los danzantes, separados, emplean pañuelos como parte de su expresión.
A partir de estas danzas primigenias surgió una variante mestiza llamada ‘Resbalosa’, influenciada por elementos españoles, africanos e indígenas, y considerada como la precursora de la actual marinera. El nombre ‘Marinera’ fue acuñado en marzo de 1879 por el célebre escritor y compositor Abelardo Gamarra, conocido como ‘El tunante’, quien le otorgó una identificación a esta danza que había comenzado a ganar reconocimiento y admiradores en todo el país, especialmente en un contexto de fuerte sentimiento patriótico durante la Guerra del Pacífico.
El 30 de enero de 1986, las formas coreográficas y musicales de la marinera, en todas sus variantes regionales, fueron declaradas Patrimonio Cultural de la Nación por el entonces Instituto Nacional de Cultura del Perú (hoy Ministerio de Cultura), marcando un hito significativo en la historia de esta danza. En 2012, el Congreso de la República estableció la celebración del Día Nacional de la Marinera cada 7 de octubre, en conmemoración del nacimiento de Augusto Áscuez Villanueva (1892-1985), uno de los principales intérpretes de esta danza emblemática.
Existen distintas variantes de la marinera según la región del Perú donde se baile. A continuación, se describen las principales variantes regionales de esta danza emblemática.
La marinera norteña se danza en los departamentos de La Libertad, Lambayeque, Piura y Tumbes. Se caracteriza por sus movimientos ágiles, elegantes y espontáneos, mostrando un contrapunto amoroso en el que la dama coquetea con picardía mientras el varón galantea y conquista a su pareja. En esta variante, el hombre baila con zapatos, mientras que la mujer danza descalza, lo que requiere de mucha práctica y dedicación.
Las bailarinas, con las plantas de los pies endurecidas, pueden bailar descalzas sobre suelos irregulares y calientes. Esto es motivo de orgullo y admiración, como lo indica el refrán: "mientras peor el suelo, mejor la bailarina". En cuanto a la vestimenta, las damas lucen vestidos típicos de los pueblos norteños, mientras que los varones visten el tradicional traje del chalán, con poncho de telar y sombrero de paja.
A diferencia de la marinera norteña, la limeña es un baile cadencioso. Los danzantes también utilizan pañuelo, y la vestimenta de la dama se caracteriza por un vestido de mangas abombadas, confeccionado en seda o raso, que llega hasta los tobillos. La parte superior de la prenda mantiene un discreto escote y se ciñe al cuerpo, mientras que la parte inferior tiene un vuelo amplio.
El varón, por su parte, lleva un terno con camisa blanca y corbata. El baile se desarrolla en un ambiente de salón, lo que le otorga un carácter distinto y sofisticado.
Marinera con caballo de paso. Foto: Andina
En la región altiplánica, la marinera se presenta como una danza de carácter carnavalesco, con movimientos cadenciosos. En esta variante, los movimientos son colectivos y se caracterizan por un ritmo pausado. Las mujeres se visten con lujosos mantones multicolores y polleras, mientras que los varones lucen sacos y pantalones negros o blancos, acompañados de sombreros.
La marinera arequipeña, originada en el baile ‘Montonero’ del siglo XIX, se interpreta a tres tiempos y tiene un ritmo más lento. Las mujeres utilizan faldas de colores llamativos y zapatos de tacón, mientras que los hombres llevan pantalón negro y camisa blanca. La música y letras suelen ser pícaras y alegres.
En otras regiones de la sierra, como Áncash, Apurímac, Ayacucho, Cajamarca, Cusco y Huánuco, la marinera se ejecuta con movimientos lentos que se repiten y terminan en fuga de huayno o pampeña.
En la variante de marinera norteña, el varón es reemplazado por un jinete que monta un caballo peruano de paso, que destaca por su andar armonioso. En esta versión, la danza se conduce al ritmo de la melodía interpretada por una banda de músicos, añadiendo un elemento visual y dinámico a la presentación.
La marinera, con su rica historia y diversidad de expresiones, continúa siendo un símbolo de orgullo nacional y un referente cultural que une a todos los peruanos, tanto en el país como en el extranjero.