Pese a sonar polémico, más aún en estos tiempos de pensamientos correctos y otros desvaríos, el nombre de Isabel Allende ya es memoria cultural en tiempo real. Ya sea por sus señas nominales o su novela La casa de los espíritus, el público no necesariamente lector la ubica. Por eso, cada nuevo libro suyo despierta interés. Es una autora con millones de lectores en el mundo y esa es una evidencia aderezada por los cuestionamientos a su obra literaria, a los que la escritora chilena está acostumbrada mientras sigue escribiendo. En esta ocasión, La República conversa con ella a razón de su primer libro infantil, Perla la súper perrita (Penguin Kids, 2024), y otras cosas picantes.
-¿Cómo nació Perla, tu primer libro infantil?
La verdad que no fue idea mía. Hace ya mucho tiempo que mi agente, Johanna Castillo, quería que yo escribiera para niños pequeños, porque decía que yo había tratado todos los géneros y que me faltaba este. Yo no tenía ningún niño cerca y no estaba inspirada para nada. Pero desde hace un tiempo, tengo una vecina, que a propósito me cuida los perros, cuya nieta llamada Camila viene todos los martes y jueves a verme y llega gritando en inglés: “¡Book, book!”. Lo que ella quiere es leer, entonces nos sentamos con un libro infantil y yo le leo, y después tomamos helados. Esa es la combinación de su semana y veo que a ella le gustan los libros de animales, algunos sin texto, solo de imágenes. Viendo su entusiasmo, cómo los memoriza y los recuerda, y que siempre quiere leer los mismos libros, me sirvió para inspirarme. Pero también mi perra, porque resulta que Perla es muy chica y ordinaria, es adorable, pero tiene un problema en las cuerdas vocales y ladra como un perro policial. Si la vieras, no crees que viene de ella el ladrido. Eso me dio la idea de crear una perra con superpoderes, como ser tan adorable que todo el mundo la quiere y que sepa defenderse porque tiene el rugido de un león.
-Una lectura especulativa sobre tu protagonista Perla es esta: hay que saber defendernos en un mundo hostil.
Un periodista de Colombia me preguntó por qué siendo yo feminista puse a un niño de protagonista y no a una niña. Resulta que la hembra es la heroína en la historia y es pequeña. Por eso para mí es importante aprender a defenderse no cuando tienes todo para defenderte, sino cuando no tienes nada, de manera que siempre puedes hacer por lo menos algo para defenderte en cualquier circunstancia. No es un mensaje para predicar, sino como una lección que tenemos que aprender tarde o temprano. Yo creo que tienes que aprender a defenderte, especialmente si eres mujer. Como me ha pasado a mí. Una mujer tiene que hacer el doble de esfuerzo que cualquier hombre para que la respeten, para que no la abusen.
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-¿Cuánto has tenido que esforzarte?
Cuando escribí La casa de los espíritus se la mandé a Carmen Balcells. Carmen me dijo “este es un buen libro y voy a asegurarme de que lo publiquen, pero quiero advertirte que vas a tener que hacer el doble o tres veces el esfuerzo que cualquier hombre para obtener la mitad de respeto y reconocimiento. Pero no te preocupes, lo vas a hacer”. Esa ha sido mi carrera.
-La crítica tardó mucho en reconocerte.
A mí me ha costado que la crítica, sobre todo en Chile, me respete, que no me traten como a una escribidora, que no me traten como que la literatura escrita por mujeres es una literatura inferior. Si tú piensas en literatura, inmediatamente piensas en un hombre blanco, en el boom de la literatura latinoamericana. Veinte años de grandes nombres, todos hombres. Si le pones un adjetivo a la literatura, la disminuyes: literatura femenina, literatura africana, literatura infantil, literatura juvenil, literatura de detectives, lo que sea… Apenas le pones un adjetivo, la disminuyes. Porque vivimos en un patriarcado, en el cual lo que hay que llegar a alcanzar es eso que los hombres ya tienen. Para mí ha sido muy difícil.
-Hoy vemos a más mujeres publicando.
Ahora resulta que hay un boom de la literatura femenina en América Latina, porque hay más mujeres escribiendo que hombres. Ahora se lanzaron las mujeres, ahora hay un mercado y los editores buscan a las escritoras como no lo hacían en el momento en que yo empecé a escribir. Me ha costado. No creas que te lo digo con resentimiento, te lo digo como una realidad, como las muchas cosas que una enfrenta.
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-No creo que sea resentimiento, es lo que te ha pasado.
Claro, es la realidad.
-Pero volviendo a la crítica, ¿cuánto le ha costado reconocerte?
Lo que más le ha costado aceptar es que yo venda libros. Eso no me lo perdonan.
-Pero ese desdén de la crítica venía con su “regalo”: epígono de García Márquez.
No lo asumo, lo dejo pasar. Porque yo no puedo cambiar eso. No tengo control sobre lo que digan. Desde que me dieron el Premio Nacional de Literatura en el 2010, ha cambiado. Tengo que admitirlo. La mayor parte de mis colegas que estaban muertos de rabia se han ido muriendo. Así que tampoco ha sido tan grave. A mí no me afectaba, a quien le afectaba era a mi mamá que vivía en Chile y se ponía furiosa. Le decía a mi mamá que uno no tiene control sobre eso. Entonces, no puedes permitir que cuando te halaguen, se te suban los humos a la cabeza y cuando te critican mal te deprimas. Llegó un punto en que yo no leía las críticas, no las leo todavía.
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-¿No lees las críticas para proteger tu estado mental y emocional al escribir?
Para que no me influya. Una mala crítica te puede paralizar. Si uno no tiene una gran seguridad en sí misma, que yo no tengo, te puedes sentir agredida. Para qué meterme con eso.
-¿Tuviste que investigar para escribir Perla?
En lo único que pensé fue en cómo llegarle al niño, a mi lectora chiquita, a mi lector chiquito. Ahora que estoy respondiendo entrevistas de periodistas, veo que hay todo un campo minado y hay que tener cuidado donde uno pisa. Pero no se me ocurrió antes, ya es un poco tarde.
-¿Cuál fue tu inspiración?
La inspiración fue la perra, la lectora Camila y mi editora en los Estados Unidos, porque el libro sale en inglés y español simultáneamente. Este libro lo trabajé en complicidad con mi ilustradora: lo que yo no digo en el texto, sale en la ilustración. Tengo tres libros de Perla y en los tres presento diversidad. En uno hay dos papás que tienen a una niña adoptada en China. Además de tener a una pareja gay, tengo a una niña adoptada en China. En esta edición, el papá es más oscuro que la mamá y no tienes necesidad de explicarlo.
-Este es un libro escrito sin apuro. ¿Lo escribiste de un tirón?
Exactamente, lo escribí de un tirón. No soy muy buena para escribir cuentos de adultos. Necesito mucho espacio, muchas palabras, muchas páginas, me gusta crear un universo complejo con muchos personajes que pasan generalmente en largos periodos de tiempo. Este libro es un desafío tremendo, porque todo sucede en un minuto y linealmente. No lo pensé demasiado, el cuento vino entero a mi cabeza.
-En el relato, Perla se enfrenta a un perro grande. Podría interpretarse como la venganza del débil, por decirlo de alguna manera.
Lo enfrentó sin vacilar, como si fuera una forma de enfrentarse al matón, al abusador.
-Hace un momento dijiste que estamos viendo un boom de narradoras. Pero esta historia tuvo su etapa oscura, donde muchas autoras como tú salieron, pero tú tuviste la fuerza interior para poder seguir, pero muchas se quedaron en el camino. ¿Crees que hay un olvido de esas autoras?
Hay un olvido de las que fueron ignoradas antes, sin ninguna duda. Hubo una conspiración de silencio contra la creatividad de la mujer en la literatura, en la música, hoy aparecen compositoras que antes fueron ignoradas. En esta batalla eterna del feminismo se avanza poco, cada generación es un eslabón que aporta algo. Tengo 81 años y he visto los cambios desde los años 50 para adelante. Yo era una niña cuando me di cuenta de que el mundo estaba cargado contra la mujer. He visto los avances, pero aún falta mucho. Estamos como recién recuperando cosas del pasado que fueron silenciadas. Hubo épocas en que las mujeres firmaban con nombre de hombre para poder ser publicadas.
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-¿Cuál es el mayor peligro de feminismo?
El mayor peligro es el cansancio y sentir que son batallas eternas. Te descuidas y pierdes pie inmediatamente. Hay que estar siempre alerta. Mira lo que ha pasado en Estados Unidos. Derechos adquiridos por la mujer hace 40 fueron suprimidos. Basta de fundamentalismo, terrorismo, ocupación, guerras, religión, miles de razones por las cuales las mujeres pierden sus derechos, los que han obtenido con gran lucha. Ese es el gran peligro, El cansancio, decir que esto no tiene remedio cuando sí tiene remedio: cada generación tiene que aportar al objetivo final, que es reemplazar el patriarcado por un sistema de civilización equilibrado y justo que respete al planeta, que sea sostenible. Lo que hay se sostiene en la violencia, la codicia y el poder.
-¿Cómo te llevas con las feministas?
Me llaman a cada rato de Chile para entrevistarme porque yo era una de las primeras feministas de Chile, lo cual no es verdad. Había muchas otras antes que yo y otras que sufrieron y pelearon más que yo. Sigo siendo feminista de corazón. El objetivo final que te acabo de describir sigue siendo el propósito de mi vida. Tengo una fundación en la que trabajo para ayudar a mujeres y a niñas, tratamos de empoderarlas para que ayuden a cambiar el mundo. Esa es mi vida. En mis libros no quiero dar mensajes, yo cuento lo que me importa y ahí entre líneas están las mujeres fuertes, las mujeres que desafían, independientes.