Cargando...
Cultural

El polémico Fernando Savater

Crítica. Después de su despido de El País, Fernando Savater publica Carne gobernada, una suerte de memorias en las que reflexiona sobre su vida actual y una serie de temas como el amor, el deseo y la política.

larepublica.pe
Fernando Savater. “Savater se dedicó a criticar duramente a El País porque lo acusaba de estar amarrado con el régimen de Pedro Sánchez y de favorecer una línea política muy evidente”.

Carne gobernada, el último libro de Fernando Savater, es una publicación difícil de clasificar. Está escrito de manera próxima a las memorias, pero cuyo principal fin no es evocar periodos de la vida del autor, sino reflexionar a partir de ello. Además, el libro está centrado en la actualidad de la vida del filósofo, su vejez, sus aventuras y, cómo no, en sus disputas políticas e intelectuales. El texto está escrito con muchísima libertad. Se lee con facilidad y sus páginas desarrollan, principalmente, temas como la política, el amor y el deseo. No obstante, el libro carece de una profundización filosófica en torno a estos temas. Es un poco repetitivo y se concentra en lo anecdótico. Solo vemos ideas realmente desarrolladas cuando de política se trata y las veces en que Savater hace un recuento de su historia como intelectual y periodista. Esta es, a mí parecer, la parte más interesante de sus páginas.

Uno de los temas centrales, sin duda, es su relación con el diario El País. Savater escribió en el periódico desde su fundación y cuenta la relevancia que tuvo como pilar de la libertad de expresión. Tras la muerte de su esposa —otro de los motivos que aparece de manera continua en el libro—, Savater aceptó colaborar como columnista semanal los sábados. En una breve columna de apenas 300 palabras, el escritor se dedicaba a emitir una serie de reflexiones con el estilo polémico, inconformista e irónico que lo caracteriza. Escribió en contra de los separatistas, de la cultura woke, de ciertos feminismos, del Gobierno socialista de Pedro Sánchez, entre otras cosas. Los temas eran polémicos para la línea actual del diario. Eso resultó en una serie de choques con otros periodistas y autores del diario, y, finalmente, con el mismo diario. Savater se dedicó a criticar duramente a El País porque lo acusaba de estar amarrado con el régimen de Pedro Sánchez y de favorecer una línea política muy evidente. Las críticas fueron tan duras y constantes que el diario terminó despidiendo al filósofo que había escrito en sus páginas desde su invención. Fuera de lo anecdótico del caso, en ese recuento y crítica al diario, podemos leer la historia de un intelectual que ha ido cambiando de posturas con el tiempo. Muchos creen que los saltos políticos y los cambios intelectuales demuestran cierta fragilidad o debilidad moral. Muy por el contrario, pienso que todo ser que se mantenga en constante reflexión está en un proceso intelectual cambiante. Uno cambia y el mundo cambia también. En ese sentido, la historia de Savater es interesante, pues vemos cómo un hombre que comenzó siendo de izquierdas transita hacia el centro derecha en muchos aspectos y se mantiene en otros cercano a sus inicios. Es un socialdemócrata. Su postura política se resume en lo siguiente: “La principal función del Estado es favorecer a los pobres y protegerlos de la desventura. En eso discrepo del liberalismo radical: no creo que cada cual solo deba valerse por sí mismo. El que no pueda más, el que falle, tiene derecho a esperar el apoyo de los demás”. Eso lo lleva a creer en la unidad del Estado y en exigirle a este que garantice ciertas cuestiones como la educación, la salud y la seguridad.

Me parece acertado al criticar el supuesto respaldo moral que se le otorga a la izquierda y que muchas veces perdona gravísimos errores. Escribe: “El mayor mérito de la izquierda resulta ser que impide gobernar a la derecha, lo cual es un gran logro: porque aunque los gobiernos de izquierdas cometan los mismos errores y abusos (¡o más!) que los otros, lo hacen de manera involuntaria, forzados por las circunstancias o engañados por indeseables en sus filas; en cambio, los gobernantes de derechas cometen sus atropellos con deliberación y deleite, y si parece que aciertan en algo, es porque aún no han revelado sus verdaderas intenciones. La buena voluntad siempre disculpa las estupideces y mangoneos de la izquierda, mientras que el perverso afán de lucro contamina todo lo que la derecha promueve, aunque sea repartir a los niños regalos de Navidad” (91). Es una tendencia que vemos también aquí y que, creo, debería abandonarse. De hecho, ya parece un poco anticuado organizarnos mentalmente en función de izquierdas o derechas.

Otros de los temas fuertes del libro son la sexualidad y el amor. Para Savater, vivimos en una época culturalmente por los suelos en torno a ellos. Critica campañas como las del consentimiento de “solo sí es sí”, debido a que expresa un entendimiento errado de la sexualidad y el vínculo entre hombre y mujeres. Expresa que “según esa mentalidad, la mujer está siempre a la espera de la iniciativa del varón, sea para decir sí o para decir no. La pobre está siempre expuesta a los apetitos del macho rijoso y su única conquista en nuestros tiempos emancipados es poder decir no en algunas ocasiones y poder mandar a chirona al que insiste pese a todo. Visto así, toda relación intersexual tiene algo de forzado, de impuesto. La mujer siempre recibe al hombre, abierta de capa o espada en ristre. Pero nunca va a buscarlo ni lo reclama” (68). Sobre ello, finalmente concluye que, entonces, “no es demasiado extraño (aunque no me lo crea del todo) que, según los siempre inventivos sociólogos, los jóvenes estén hoy menos interesados en el sexo que antaño. Si las mujeres lo hacen coaccionadas y los varones por afán de dominio, es lógico que los tiempos idealistas se aparten de tan escabroso pasatiempo” (70). La crisis de la sexualidad es un tema real y Savater nos invita a reflexionar sobre ello. Fuera de si estamos o no de acuerdo con sus ideas, creo que es importante recibir estas reflexiones críticas con los discursos más difundidos actualmente. Considero que eso es lo que vale de Carne gobernada de Fernando Savater. El hecho de proponer una lectura que puede resultar incómoda para lo socialmente aceptado. Por más de que desaprobemos sus posturas, siempre resulta valioso revisar argumentos inteligentes que defiendan lo que creemos equivocado.