Un adolescente de 13 años, Connor, tiene a su madre enferma de cáncer, su padre ha abandonado el hogar, tiene una relación tirante con su abuela y en su colegio sufre hostigamiento escolar. Pero tiene un amigo, un árbol, que le ayudará a salir de esa situación oscura que está viviendo.
La obra se llama Un monstruo viene a verme, basada en la homónima novela best seller del escritor estadounidense Patrick Ness, y la directora Nishme Súmar asumió el reto de adaptarla y ponerla en escena en el Teatro Británico, que hoy estrena.
“El tema me pareció muy profundo, tratado con mucha sensibilidad y agudeza. Y también me pareció muy especial tener la oportunidad de explorar un personaje adolescente, que no muchas veces sucede en el teatro. Creo que la adolescencia es una etapa de la vida crucial, muy importante, y que hay que hablar de eso. Esta obra me permitía hacerlo de una manera muy honda y sensible”, dice Nishme Súmar.
Detalla que le cautivó este proyecto teatral porque atraviesa el duelo, la muerte, los vínculos familiares y todo lo que se teje alrededor de ellos.
“Esos son temas a mí siempre me convocan y esta obra era la oportunidad perfecta para hacerlo”, comenta.
-Connor vive una situación familiar de dolor extremo. ¿La obra hurga la fortaleza de un adolescente?
-Esa es la premisa disparadora de la obra. Connor está teniendo pesadillas todas las noches a partir de que su madre está enferma gravemente. Y una de esas noches lo visita un monstruo en su habitación. Este monstruo, en realidad, es un árbol que está plantado en el jardín de su casa y llega hasta Connor, convocado por él, inconscientemente, para, precisamente, ayudarlo a transitar por este pasaje de crecimiento y aprendizaje de la vida pura y dura.
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-En sus pocos años, tiene que enfrentar los miedos…
-Sí, esa premisa me pareció muy poderosa, muy sensible también y me parece que hay que hablar de eso. También hay que hablar de esos temas que nos duelen y que muchas veces eludimos porque no queremos sentirnos vulnerables, sentirnos atrapados por ese temor tan profundo que tenemos todos a la muerte o a perder a un ser querido. Me pareció interesante hacerlo, sobre todo a través de un personaje adolescente, porque creo que le da una capa más de complejidad a esta obra.
Nishme Súmar dice que la adolescencia es una etapa crítica de la vida, donde ya se tiene que vivir con muchísimas cosas. Un adolescente, arguye, “tiene que lidiar con muchas cosas, una de ellas es construir su identidad, encontrar un lugar en el mundo o empezar a encontrar un lugar en el mundo”. Y si a eso le sumas un proceso de duelo y el hostigamiento escolar, la separación de su padre, su vida se convierte en una suerte de pesadilla.
-La lucha también es buscar salidas…
-Lo que trae esta obra, que me parece brillante, es que no se queda en esa etapa de la pesadilla, sino que invita al espectador, primero, a entrar en una suerte de pesadilla, terrorífica si quieres, pero para mostrarte la luz que hay al final o que puede haber al final de estos procesos. Uno de los valores más grandes de este texto es que tiene muchas capas, es muy complejo. Aparentemente, tiene una premisa simple y se puede quedar como una lectura unidimensional, pero cuando ingresas vas a descubrir todos los subtemas que subyacen a esta premisa, rápidamente te das cuenta de que es algo muy profundo.
Escena. La violencia también asedia al protagonista. Foto: difusión
-Los hijos suelen tener al padre como referente, sin ellos el aprendizaje sobre este mundo será más difícil…
-Ese es uno de los factores muy importante en la historia. Ese chico está bastante solo, bastante desamparado. Además, el padre, cuando el chico necesita de la fortaleza de la figura paterna, decide irse. Entonces, el monstruo cumple un rol también paternal. Un padre que puede ser benigno, que puede venir a entretenerlo, a acompañarlo, pero también puede ser duro y mostrarle los lados más oscuros de la vida para poder crecer, para poder enfrentarte al mundo.
-La solidaridad del árbol me recuerda a Mi planta naranja Lima, el libro de José Mauro Vasconcelos.
-Sí, creo que es bien bonito el ejemplo que estás utilizando. Me parece precioso porque, es verdad, ambas historias apelan a la naturaleza como fuerza creadora, como fuerza contenedora y también como fuente de sabiduría y conocimiento. Este árbol se convierte en un monstruo, pero es un ser absolutamente sabio, que está más allá del bien y del mal y que viene a mostrar al chico la complejidad de la vida.
-¿Es una obra que también nos ubica en nuestros días?
-Aquí es donde me parece importante apuntar algo y es que, precisamente, ahora, en estos tiempos en que el pensamiento es tan polarizado, donde los grises prácticamente han desaparecido, y tener una historia como esta, en donde se reivindica la dualidad del ser humano, lo compleja que es la verdad y alcanzarla y cómo los absolutos no nos llevarán a ninguna parte, solo a la división, me parece una de las cosas más bellas de este texto y una de las razones por la que me animé a enfrentarme a este reto, a este monstruo.
-También nos invita a voltear la mirada hacia la naturaleza...
-Sí, el poder de la sabiduría ancestral, el poder natural, el poder de las historias como reflejo de la condición humana.
Estreno. Hoy en el Teatro Británico, calle Bellavista 527, Miraflores. Funciones: viernes y sábados 8:00 p.m. Domingos, 7:30 p.m. Actúan: Mario Cortijo, Marcello Rivera, Ana C. Natteri, Fiorella De Ferrari, Sebastián Rubio, Brayan Pinto, Daniela Zea, Bea Heredia y Eduardo Pinillos.