Sus compañeros, al terminar el colegio, ya tenían decidido qué estudiar. Querían ser policías, profesores, abogados, ingenieros. Jero Gonzales (Urcos, 1982) estaba en nada. Pero sí sabía qué le gustaba. Le gustaba viajar, conocer personas, pero no encontraba una profesión que combinara con esos intereses.
Cuando estaba en ese limbo, su madre le dijo: “Estudia computación. Cualquier carrera que después elijas, ese estudio te va a servir”.
Jero Gonzales no sabía qué hacer, pero en realidad hacía de todo. Era danzante, músico, cantante, tocaba batería en un conjunto de rock. Pero en su pueblo a nadie se le ocurriría llamar a eso una profesión.
Jero Gonzales, Señor del Qoylluriti.
“En Urcos, en el valle sur del Cusco, en esos años no había ninguna referencia para ser artista. Allí se pensaba que el arte no valía la pena y menos que era una carrera profesional”, me cuenta, vía celular, desde su natal Urcos, ahora convertido en un gran fotógrafo.
Jero cree que para hacerse fotógrafo tuvo señales que se dieron de manera inesperada. La primera fue cuando viajó a Ocongate, como profesor de computación. Allí el destino quiso que también trabajara con los jesuitas como secretario.
“Mientras hacía la limpieza de mi oficina, encontré fotografías del proyecto TAFOS. Me quedé impresionado con las imágenes. Me quedé mirando un rato, las sentía adentro”, narra Jero.
La otra señal, la decisiva, fue cuando el padre le preguntó si era capaz de reconocer en una fotografía a una persona 30 años después. Dicho esto, le mostró una vieja fotografía tomada en los años 80.
La otra señal, la decisiva, fue cuando el padre le preguntó si era capaz de reconocer en una fotografía a una persona 30 años después. Dicho esto, le mostró una vieja fotografía tomada en los años 80.
“No lo pude creer. En esa fotografía había una señora que amamantaba a un bebé. Esa señora era mi madre y el bebé era yo. El padre me dijo que algo ha hecho que yo, que pude estar en otro sitio, haya venido a Ocongate a encontrarme con esa fotografía”, cuenta Jero.
El padre viajó a España y le dejó su cámara fotográfica. “Anda, toma fotos al Señor de Qoylluriti”, le dijo. Y Jero fue.
Regresó convencido de su vocación. Vendió su computadora, su batería y todo lo que pudo vender para viajar a Lima y estudiar fotografía en el Centro de la Imagen. Se graduó y regresó a Urcos, en donde reside.
Ha expuesto en Lima, Cusco y sus fotos están en la gran colección FOLA, en Buenos Aires.
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Jero Gonzales hoy inaugura la muestra Niysiy “el que ayuda a manifestar”, un registro con cámara análoga sobre ojos durante la pandemia. La cita, Centro Cultural la Rica Chicha, calle Arequipa 159, 4:00 p.m.
“En estos tiempos, en que usamos mascarillas, no es la sonrisa, sino son nuestros ojos los que dicen quiénes somos”, concluye Jero Gonzales.
Jero Gonzales, Niysiy.